Fue capaz de imaginar a un Sabino Arana investigando los crímenes de Jack el Destripador y atrapar a miles de lectores con la serie protagonizada por el detective privado Goiko. La novela negra vasca ha perdido hoy a uno de sus máximos exponentes, el abogado y escritor bilbaino Javier Abasolo, que ha fallecido a los 65 años víctima de una enfermedad.

Abasolo, que en su juventud devoraba las historias de Lafuente Estefanía y Silver Kane, y se aficionó a la novela de detectives gracias a Tatuaje de Manuel Vázquez Montalbán y los clásicos americanos, se convirtió pronto en un referente del hasta entonces prácticamente inexistente género negro vasco en lengua castellana. Estudió Derecho en Deusto y trabajó en el Gobierno vasco, aunque ya estaba prejubilado.

Ganó el premio Novela Prensa Canaria en 1997 con su primera obra, Lejos de aquel instante, con la que también fue finalista del Premio Hammett. Aunque también se sumergió en la literatura histórica y la ucronía, ya desde el comienzo se intuía su querencia por el género negro, una tendencia que fue afianzando con los años.

A la hora de escribir, decía, le movía “el romanticismo, el deseo de hacer una obra enraizada en nuestra tierra en clave de género negro, un género que habla de amor, odio, ambición y sentimientos, aunque llevados al extremo de poder matar o morir por ellos”.

Por ello, Bilbao, su arquitectura y la idiosincrasia de sus habitantes, y en especial su ría, esa ría de la que sus padres le contaban se bañaban en ella, siempre fue el escenario favorito para sus intrigas. “No lo hago de un modo consciente. Suelo decir con cierto humor que si transcurren en Bilbao es porque soy muy vago para investigar sobre Bangkok o sobre China, y sí es cierto que me gusta poner lugares de referencia que puedan marcar una pauta”, contestaba, chirene hasta la médula, a quien le preguntaba por el telón de fondo de sus obras más conocidas.

LA SAGA DE GOIKO

Fue precisamente este género el que más le dio a conocer al gran público, en especial las cuatro obras protagonizadas por Mikel Goikoetxea, alias Goiko, en su tiempo uno de los mejores investigadores de homicidios que sobrevive haciendo trabajos como detective privado desde que se vio a solicitar la excedencia en la Ertzaintza cuando su vida, su reputación y su matrimonio se derrumbaron por una falsa acusación de pertenecer a una red de pederastas. Dentro de esta saga publicó Pájaros sin alas (2010), La luz muerta (2012), La última batalla (2013) y Demasiado ruido (2016), todas ellas con la editorial Erein.

De su pluma también surgieron Nadie es inocente (Alba, 1998), Una investigación ficticia (Tempore, 2000), Hollywood-Bilbao (Hiria, 2004), El color de los muertos (Hiria, 2005), Heridas permanentes (Tropismos, 2007), Una del Oeste (Erein, 2014), Asesinos inocentes (Erein, 2017), Una tumba en Jerusalén (Txertoa, 2020) y El país equivocado (Erein, 2022), esta última publicada el mes pasado.

Antes de que todo se derrumbe (Algaida, 2006) le hizo merecedor del Premio de Narrativa García Pavón y con El aniversario de la independencia se alzó con el premio Farolillo de Papel del Gremio de Libreros de Bizkaia.

SABINO ARANA Y JACK EL DESTRIPADOR

Entre su obra se encuentran curiosidades como El jurado de Whitechapel, en la que Sabino Arana investigaba la identidad de Jack el Destripador. “El mito del Destripador siempre ha atraído a lectores y escritores, y me pareció un buen tema para una obra de ficción. Incluir a Sabino Arana como una especie de Sherlock Holmes me permitió darle un toque nuestro a una historia británica. Además, jugaba con la idea, más habitual en países anglosajones, de introducir un personaje real en una historia de ficción y Sabino, por su edad y circunstancias personales en esos momentos, me venía que ni hecho a propósito”, confesaba.

Tras conocer el fallecimiento, el mundo literario ha expresado su pesar en las redes sociales, como la editorial Txertoa, que lo calificó como “el padrino bueno de la novela negra que se escribe en castellano en Euskal Herria”.

También el escritor Pedro Ugarte le recordaba como “uno de los mejores autores de novela negra. Unía al talento la bondad que siempre acompaña a la verdadera inteligencia Fue además un colega generoso: siempre recomendando libros de otros escritores y alegrándose por sus éxitos. Tristeza. Descanse en paz”.