La Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera culmina el proyecto titánico Tutto Verditras programar 29 producciones de sus óperas en las últimas 16 temporadas. Y lo hace con la soprano Carmen Solís (Badajoz, 1978) en el rol principal, cuyo poderío vocal comparte escenario con el tenor Sergio Escobar y el barítono Juan Jesús Rodríguez.

El veterano director de orquesta Daniel Oren, y Jean Pierre Gamarra en la dirección de escena, junto a la Bilbao Sinfonietta y el Coro de Ópera de Bilbao completan el importante elenco que da vida a este título compuesto por Verdi, estrenado en el Teatro di San Carlo (Nápoles) en 1845 y que no se había representado en el Estado desde hace más de 168 años. Hoy miércoles y el sábado Alzira

No habrá tenido mucho tiempo de preparar el papel. Ha tenido que sustituir repentinamente a la soprano Hui Hue, que estuvo ensayando en Bilbao y se descolgó de la producción a última hora "por razones personales".

—Venía de cover, pero, en un momento dado, la soprano Hui Hue canceló su participación por cuestiones personales. Yo había leído y estudiado el papel, lo que pasa es que no lo había debutado, pero el director Daniel Loren me escuchó y me ofreció cantarlo. Iba a interpretar el personaje de Zuma, que al final lo está haciendo mi compañera María Zapata, que venía también de cover.

Habrá muy pocas cantantes que hayan debutado en este papel. ¿Qué destacaría de esta obra, en lo que a la parte vocal se refiere?

—En España no se había representado desde hace 168 años; la ABAO ha hecho una gran labor recuperando esta obra porque a nivel mundial no se suele representar. Al principio, fue un poco agobiante porque de entrada no es un papel fácil, aunque básicamente tiene las mismas exigencias de cualquier rol de soprano verdiana. Quizás tiene un poco más de toque virtuosístico que otros que he interpretado, tiene un poco de todo. Pero es un honor, me parece un regalazo cerrar el proyecto Tutto Verdi de ABAO con el rol principal de Alzira.

Verdi la llamaba "Opera brutta" (ópera fea); tenía especial inquina a este primer encargo del San Carlo de Nápoles.

—Quizás había otros motivos detrás, algunas rencillas con el libretista; también hay que tener en cuenta que tenía 31 años cuando la compuso, no veía las cosas de la misma forma que en su vejez. Pero Alzira no es la hija fea de Verdi, después de meterte de lleno en esta producción tan interesante desde el punto de vista visual y escénico, estamos todos enamorados de ella, cantantes y público.

¿Y en qué radica el éxito de esta ópera?

— La historia sigue siendo la misma de siempre, un tenor y una soprano que están enamorados y un barítono que lo impide. Desde mi punto de vista, es la esencia total de la ópera de Verdi, encierra mucho de otras, de títulos conocidísimos como pueden ser Rigoletto, Il Trovatore, La Traviata o Nabucco. Y creo que eso es lo que nos ha enamorado a todos.

En el repertorio verdiano, las figuras femeninas tienen una gran fuerza.

—A nivel de género, me parecen muy interesantes esas cualidades que se le dan a la mujer, mujeres que parecen frágiles, pero que al final intentan salvar a su amado con valentía. Estas heroínas se enfrentan también a decisiones difíciles, como en el caso de Alzira.

Los argumentos operísticos suelen tener muchos toques machistas...

—Así es, al igual que toda la literatura romántica tiene muchos toques machistas vistos por una mujer de mi generación. Hay mucha opresión heteropatriarcal. No solo Verdi, también en las obras de Bizet, Puccini... se ve ese yugo machista. La mayoría de los títulos podrían ser considerados como apología de violencia de género, pero me parece muy interesante que se hagan y que sirvan precisamente para denunciarlo. Visualizarlo es una manera de condenarlo. Las nuevas creaciones son imprescindibles para que quede claro la visión de nuestra generación. Ahora, precisamente, voy al teatro Campoamor de Oviedo a participar en la inauguración de la temporada con el estreno de una nueva composición, La dama del alba, de Luis Vázquez del Fresno, con la dirección de escena de Emilio Sagi y la dirección musical de Rubén Diez. Hay un esfuerzo por parte de los teatros de programar nuevas óperas, es necesario para el público.

Ha visto la luz también su primer disco con el sello Ibs Classical, 'La seduzione', dedicado íntegramente a Verdi, ¿es su compositor preferido?

—He grabado un disco de canciones de cámara de Verdi, escritas para voz y piano con Rubén Fernández Aguirre; es un regalazo haber compartido proyectos profesionales con él y tenerle como amigo.

Compagina recitales y ópera.

—Intento siempre compaginarlos, el concierto de cámara me encanta, lo paso genial. El contacto con el público es más cercano, a veces, te enfrentas una velada entera al público, pero es muy satisfactorio.Me encantan también la zarzuela y la ópera.

¿Cómo le ha influido la pandemia profesionalmente?

—La pandemia fue mortal, estuvimos meses sin poder trabajar, fue muy duro. Una de las primeras cosas que iba a hacer después del confinamiento era Alzira pero se canceló en noviembre de 2020. Afortunadamente, el mundo de la lírica se está reactivando. La gente está necesitada de verse las caras, de ir al teatro... Si nosotros conseguimos por un ratito que el público se olvide de todo lo feo que hay en el mundo, bienvenido sea.

"Con esta ópera se cierra el proyecto 'Tutto Verdi' de ABAO. Han hecho una gran labor de recuperación con esta obra"

"Para mí, 'Alzira' es la esencia total de la ópera de Verdi, encierra mucho de otras, de títulos como 'Rigoletto', 'La Traviata..."