La gira Apolo Tour acerca hoy al veterano y exitoso grupo Revólver a Bilbao, al Teatro Campos, en un concierto en formato de trío en el que repasarán sus éxitos desde las 20.30 horas, con entradas a partir de 27 euros, antes de actuar el domingo en la Jimmy Jazz de Vitoria-Gasteiz. "Tocar es mi vida", explica su líder, Carlos Goñi, en esta entrevista. "Es un premio cada vez que subo a un escenario. Para mí, el concierto empieza al salir de casa", apostilla.
Primero, ¿cómo anda de salud?
-Recuperado ya de mis problemas de espalda. Además, he perdido más de 30 kilos. Físicamente, estoy mejor que nunca.
Vuelve a la carretera de manera más continua. No deja de ser su hogar ¿no?
-Nunca me he ido, me encanta tocar. En lugar de darme una panzada de 100 conciertos y descansar el año siguiente, hago 50 cada uno. Eso me hace muy feliz, comparto viaje con mis músicos, que son como mi familia, y el concierto empieza desde que salgo de casa. No creo que nunca deje de girar mientras el cuerpo y las ganas me lo permitan. Y son muchas. Tocar es mi vida.
Empezamos a retomar nuestra vida (casi) sin restricciones y con ganas de vivir y reír aunque el ruido y el enfrentamiento lo dominan todo ¿no cree?
-Pues sí, empezamos a retomarla. Yo siempre he estado en la resistencia, pensando que esto era una puta anormalidad. Por eso hay muchas ganas de vivir y reír, cierto, pero no dejan de ser las mismas de antes. Eso sí, nos han metido un viaje en la línea de flotación y lo valoraremos mucho más. Sobre el ambiente, tienes toda la razón. Este país siempre ha sido así, cuando no hay posibilidad de explotar hacia fuera, lo hacemos hacia dentro. Me parece de estúpidos; por eso desaparecí de las redes hace dos años. No tenía solución alguna y no quise poner más mala leche encima de la mesa.
¿Cómo lo ha pasado en estos últimos dos años? ¿Ha podido componer?
-Me he dedicado a recomponerme físicamente. Y no ha sido fácil, he tenido que cambiar muchos hábitos. Sobre componer, estuve muchos meses sin hacerlo porque no quería que el bicho se me colara en las canciones. Solo aparece en una que, por cierto, creo que es de las mejores de mi vida. Eso sí, tocaba todos los días y he podido hacer otras muchas cosas que me han hecho feliz.
¿Qué cara y traje ofrecen esas composiciones? Lo digo porque Revólver surgió desde el rock, pero se ha ido abriendo a otros estilos.
-Empecé a componer en la segunda mitad de 2021. Antes, solo tenía apuntes, pero no había entrado con el pico y la pala. Estoy feliz con el disco nuevo, pasándolo muy bien grabándolo. Sigue siendo rock, pero incluye de todo. Quizás sí sea más rock que los anteriores aunque no tenga demasiada distorsión; lo es cultural y musicalmente. Al final, lo único que importa es que yo me emocione primero y después, que llegue a la gente. Como sabes, abogo por la multiculturalidad y las no fronteras, y por la creencia de que la pureza está en la mezcla. ¿Cómo voy a poner puertas a la música si intento que no las haya en mi mundo?
Hace referencia a Apolo en el nombre de la gira. Se le conoce como el Dios de la música y las artes.
-No es cosa mía, sino de mis mánagers (risas). Era intentar relacionarlo con algo, con el hecho de tratar de seguir. Siempre queda la música cuando todo lo demás zozobra. De ahí nació esta gira.
Ha utilizado diferentes formatos. Ahora, opta por el de trío.
-Si no cambio, me aburro. Es así de simple. Necesito un punto de riesgo en el escenario. El concepto del trío se debe a que he encontrado al bajista y el batería perfecto; no quiero a nadie más. El trío es el formato que más me ha gustado aunque no lo haya utilizado mucho. Da mucha libertad de movimientos al cantar y tocar. Me acompañan el bajista Manuel Bagues y el tremendo batería Miguel Giner, que tiene solo 32 años, la edad de mi hijo (risas). Será un grande. En mayo se incorporará un teclista, David Sanz, que ya trabaja con nosotros en el futuro disco.
¿Cómo suena su música en trío? ¿Qué gana y pierde?
-Suena como una de las mejores versiones del grupo de su historia. Los conciertos son muy físicos, casi dos horas con el corazón en la boca. Creo que con el trío no se pierde nada; al contrario, es más fresco y directo, y menos barroco.
Veo que actúa en teatros y auditorios.
-Es que me fascinan los teatros, se construyeron para hacer conciertos y que suenen bien. Tienen magia para mí, pensaba de pequeño que dentro pasaban cosas increíbles. Y ahora disfruto de ellos, a la vez que me conectan con mi infancia. Pero el concepto de la gira no es el de los discos 'desenchufados', que suelen ser muy complejos y con muchos músicos. En trío todo suena más grande, es otra manera de sonar. Y lo hacemos como nunca.
¿Qué repertorio trae a Bilbao?
-No llevo uno desde hace años, voy con casi 40 canciones. Evidentemente, algunas suenan siempre, como El Dorado o San Pedro, porque son la raíz más profunda de Revólver y la gente quieres escucharlas. Sería idiota y egocéntrico si no lo hiciera. El concierto es como si diese una fiesta en la que el público es mi invitado. Otra cosa son los discos, que los hago con lo que me dicta el corazón y sin tener en cuenta a nadie, modas o gustos.
Se alía con los cómicos y titiriteros, como llamaba Fernán Gómez a los actores.
-Me alío con una generación de cómicos específica, la de Fernán Gómez, López Vázquez, Sacristán€ Se dedicaban a entretener, como yo. Lo de la cultura€ Mi concepto es que la gente lo pase lo mejor posible, haciendo que rían o lloren, estén de acuerdo conmigo o no, creando o no controversia. Sobre todo, trato de emocionar. Conseguirlo es algo maravilloso.
¿Quizás sea la música el arte más accesible?
-Es que para pintar un cuadro hay que estudiar más que para juntar dos acordes (risas). Últimamente es también más fácil escribir libros, lo que me desanima mucho para hacerlo. La música y los olores tienen algo especial, son autopistas directas a la memoria. Nos sitúan con personas, situaciones, días, momentos y sensaciones.
¿Cuándo estará listo el disco nuevo? El anterior de inéditos es 'Capitol', que se editó hace casi un lustro.
-Hago las cosas, sea componer o grabar, cuando tengo necesidad y lo escrito me convence para salir de gira y mostrarlo. Tengo ya material suficiente para tres discos, y ya está hecha la selección. Me costó semanas, pero estoy feliz y orgulloso del trabajo. Me dicen que las letras son las mejores que he escrito nunca.
Tituló una canción 'Y pasa el tiempo'. ¿Cómo se ves tras más de dos décadas de Revólver? Aludiendo a otro tema ¿porta más cicatrices que premios?
-Son tres ya. Las cicatrices me las ha proporcionado más la vida que mi profesión, como a todos. Y los premios€ cada día tengo uno al levantarme y ver que cojo la guitarra y escribo, sabiendo que mi sueño es mi profesión. Y cada vez que subo a un escenario recibo un premio. Solo puedo estar agradecido.