El actor bilbaino Urko Olazabal tiene la sensación de estar viviendo una segunda oportunidad en el mundo de la interpretación gracias a una película que, precisamente, habla de segundas oportunidades. Ayer se alzó con el Goya al mejor actor de reparto con su papel como Luis Carrasco, uno de los etarras que participó en los encuentros restaurativos, en el largometraje Maixabel. “Hace tiempo hice una película pero luego no me llamó nadie. Caí en la desesperación. Pensaba que el arte me había abandonado pero yo no lo abandoné a él”, asegura a este periódico desde Valencia, antes de reconocer que está disfrutando del “esplendor” del momento.

Aunque la gran triunfadora de la noche fue El buen patrón, de Fernando León de Aranoa, tras obtener seis premios, el de Olazabal no fue el único galardón para la aclamada película de Icíar Bollaín, que consiguió tres estatuillas: al Goya a la mejor protagonista de Blanca Portillo se le sumó el cabezón La joven gasteiztarra confiesa que no terminará de creerse el premio hasta que esté en su sofá. Tanto Olazabal, que da clases en la escuela de interpretación Bizie de Bilbao, como Cerezuela están muy ligados a la cantera interpretativa de la villa. De hecho, la joven revela que mañana mismo retoma sus ensayos con la Compañía Joven de Pabellón 6 a la que pertenece. El próximo sábado habrá oportunidad de verla sobre las tablas en Basauri, con la obra Los aborígenes, Lorca-Dali-Buñuel.

UNANIMIDAD EN EL RECONOCIMIENTO

Va a sonar a chulito de Bilbao, pero es el cuarto premio que gano con este papel”, expresa Olazabal, quien considera que “es abrumador ver que hay tanta unanimidad en el reconocimiento” a su trabajo. Con todo, confiesa que el camino hasta alzar el cabezón ha sido arduo. Tanto es así que si al comienzo de la pandemia le hubieran dicho que iba a participar en una película con Blanca Portillo, Luis Tosar e Icíar Bollaín -a los que admira desde que tiene “uso de razón”- no se lo hubiera creído. Después de apuntalar su camino al Goya con galardones como el Feroz, ayer se impuso a tres interpretes de El buen patrón. “Todos los compañeros de nominación han sido muy cariñosos conmigo, eso es lo que me llevo”, indica el actor de 43 años.

Después de que en su discurso de agradecimiento citara a la cuadrilla de Bilbao, revela que ha podido ver “la que se montó” en el txoko de Miribilla al que pertenecen. “Estuvieron todos botando cuando gané. Hicieron un photocall y se vistieron todos de etiqueta”, señala el actor, quien ha reconocido sus ganas de volver a Bilbao y a Muskiz, donde reside, cuanto antes. “Y sobre todo quiero volver a trabajar con mis alumnos y alumnas, mostrarles lo que hemos conseguido. Ellos son mi soporte diario para ser mejor actor y persona. Mucho de este Goya es por ellos”, declara el bilbaino, quien imparte clases de interpretación a medio centenar de alumnos de entre 10 a 56 años.

Especialmente agradecido se muestra también con que un proyecto como Maixabel haya visto la luz. “La película no se hace porque sí, los productores vieron que había una historia muy potente que había que contar”, apunta sobre el largometraje basado en la vida de Maixabel Lasa, viuda del concejal socialista Juan María Jáuregui asesinado por ETA en el año 2000. “Aunque el contexto histórico está relacionado con el terrorismo, habla de otras cosas, del camino del odio hacia el amor. Eso es lo que encarna la figura de Maixabel, que es para mí un símbolo de lo que es el conflicto vasco evolucionado”, considera el actor, quien alaba la generosidad de Maixabel Lasa así como la de Luis Carrasco e Ibon Etxezarreta.

No es la primera vez que Olazabal se pone en la piel de un etarra. En El instante decisivo interpretó al secuestrador de Ortega Lara. Ahora aspira a hacer personajes que estén en las antípodas. “Me encantaría poder diversificarme e ir metiéndome en diferentes sensibilidades para poder multiplicarme por dentro. Es muy bonito vivir así, con esa intensidad”, manifiesta. Y el viento sopla a su favor más que nunca. “Tenemos en la mesa varias propuestas. Estamos midiendo el grado de implicación en esos papeles para buscar el reto artístico más interesante”, revela el actor bilbaino.

COMPAGINA EL TEATRO Y EL CINE

La película de Icíar Bollaín partía como una de las favoritas con 14 nominaciones de las que se llevó tres estatuillas -las tres en el ámbito interpretativo- durante una gala que hizo vencedores también a otros proyectos como Las leyes de la frontera -se llevó cinco de los seis premios a los que optaba- y Mediterráneo -tres de siete-. Pero más allá de obtener un galardón con el que no contaba en absoluto, para María Cerezuela la recompensa a todo el sacrificio hasta llegar a la cima es otra. “El verdadero premio es que te sigan llamando para trabajar, porque esa es la fórmula mediante la que más se reconoce tu mérito y tu talento”, asegura la joven gasteiztarra, que actualmente vive a caballo entre Bilbao y Madrid.

El teatro es mi vida, vivo por y para el teatro”, confiesa Cerezuela, estrechamente ligada al mundo de las artes escénicas desde los 7 años. Actualmente compagina su labor en la segunda promoción de la Compañía Joven de Pabellón 6 con el rodaje de una película de la que aún no puede desvelar ningún detalle. “Es un trabajo que no tiene nada que ver con lo que he hecho, me van a poder ver en otro registro”, apunta la interprete que anteriormente ha sido parte del elenco de obras teatrales como Lotsagabe y Último Tren a Treblinka de Vaivén Producciones. De esa constancia para llegar hasta donde está ha sido testigo su familia, a la que asegura estar deseando abrazar. “Han sido muchos años de esfuerzos, no solo por mi parte, sino también de todos ellos, que han estado ahí”, matiza la gasteiztarra.

Sus cariñosas palabras hacia Maixabel Lasa y su hija María Jáuregui -a quien Cerezuela encarna en la película- no pasaron desapercibidas en su discurso. “Maixabel es un ángel en la tierra. Ella es la verdadera protagonista y la verdadera superheroína de todo esto. Se merece todos los Goya”, indica la joven, quien asevera que la propia Maixabel Lasa, presente en la gala, está emocionada con la repercusión que ha tenido la película. Tras levantar la estatuilla, Cerezuela ha tenido oportunidad de hablar también con María Jáuregui, quien le ha expresado su alegría. “Quedé con ella antes de rodar. Fue maravilloso. A la hora de enfrentarme a la película me ayudó su energía, sus silencios, cómo mira...”, expone Cerezuela, para quien ha sido un reto interpretar a una persona real. “Le debo mucho, con esta película he aprendido profesionalmente; pero personalmente he crecido una barbaridad gracias a ella”, concluye.