El Arriaga ofrece este fin de semana la adaptación teatral de Los Pazos de Ulloa, en versión de Eduardo Galán y bajo la dirección de Helena Pimenta. Es la primera vez que la obra cumbre de Emilia Pardo Bazán sube a un escenario teatral, coincidiendo con la conmemoración del centenario de la muerte de la autora. Pimenta ha contado que lo que más le ha costado a Galán ha sido llegar a una síntesis de esa novela tan inmensa y dar cuenta de la historia de una forma nítida. Después de este complicado proceso y de ver el resultado final, la directora de escena cree que han conseguido escuchar a la autora y trasladar su voz y su mundo a la actualidad, desde nuestra sensibilidad.

Emilia Pardo Bazán fue una mujer adelantada para su tiempo y muestra con absoluto realismo las miserias y contradicciones humanas y sociales. En Los Pazos de Ulloa ofrece un alegato contra la violencia y la crueldad, centrándose en el enfrentamiento entre el deseo, la pasión, el amor y la violencia rural del mundo caciquil y la cortesía y las buenas maneras de la ciudad (Santiago de Compostela).

La historia está contada desde la voz del sacerdote, interpretado por Pere Ponce, y empieza la función hablando de sus debilidades. El elenco se completa con Marcial Álvarez, Diana Palazón, Francesc Galcerán, Esther Isla y David Huertas.

El feminismo latente en Los Pazos de Ulloa se debe a la propia vida de Emilia Pardo Bazán: primera mujer catedrática de Universidad de España, primera mujer socia del Ateneo de Madrid y de la SGAE, fundadora de revistas, novelista, seguidora de la novela naturalista, precedente del lenguaje de Valle Inclán; dramaturga, ensayista, cronista cultural y de la política madrileña en la prensa de su época... Fue también candidata a académica de la RAE, pero no fue elegida por ser mujer.

“A su imparable actividad hay que sumar una personalidad apasionante por contradictoria, que tiene reflejo también en Los Pazos de Ulloa. Doña Emilia fue feminista pero también conservadora (llegó a defender el carlismo), católica y a la vez apasionada en el sexo fuera del matrimonio, seguidora de la libertad del catolicismo y al mismo tiempo seguidora del naturalismo determinista por herencia biológica y vivencias sociales. ¿Pero qué es la vida si no una contradicción entre la existencia y la ausencia de existencia?”, explican desde el Arriaga.

La obra se publicó en 1866 y fue unánimemente reconocida como su mejor novela. En 2020 Eduardo Galán escribió la adaptación teatral que recala hoy y mañana en el Teatro Arriaga.