- Icono de la música de los 70 y voz especial de doblaje, ha muerto el célebre Xabier Castillo Miota Xeberri. Y lo ha hecho de forma accidental cuando trataba de arreglar el tejado de su caserío, el histórico Erroteta que fue propiedad de la Marquesa de Berriz. Una mala caída le costó la vida, la de una persona que lo fue absolutamente todo en la cultura y sociedad cinco décadas atrás y a la que, además de relegarse a un segundo plano, no se le ha devuelto todo lo aportado. Quizás por ser un espíritu libre, algo que no se aplaude en estos tiempos. Formar parte de una manada arropa.

Y aportemos un dato: un disco que publicó vendió -según sus propios datos aportados en una entrevista al gurú musical Pablo Cabeza- “25.000 copias en solo seis meses” en 1976. Nadie en tierras vascas lo lograría hoy. El cantante Gari niega esa cifra a este diario. “No fueron 25.000. ¡Fueron la hostia más! Miles más”, reivindica quien recuerda que siendo miembro del grupo Ziper fue a verle ensayar en una ocasión a su caserío del barrio berriztarra de Sarria, en la muga con Garai.

Y es que Xeberri lo fue todo con aquel elepé titulado Zaurietatik dario registrado en 1975 y publicado en 1976. Pero no fue una carambola. Para entonces, Xabier Castillo ya había formado parte del grupo de pop Amets, en 1968. Y fue el primero en grabar un disco cantando a Iparragirre. Así como otro disco más. Y ganó el prestigioso concurso de El Abra en Las Arenas. Aquello le encumbró en una sociedad muy diferente a la actual. Corrían días de canción protesta, antifranquista. Ya con Amets sufrieron la censura de aquel estado fascista.

Y tras tocar el cielo, formó parte de Zimel, un grupo al que recordamos en noches de fiestas de pueblos o barrios. A continuación, aunque no silenció su guitarra, se reinventó como actor de doblaje en un momento en el que ETB necesitaba voces propias euskaldunes. Arrancó su nueva apuesta en 1981 y se jubiló el 2011, ahora diez años exactos. Escuchamos su voz incluso cantando la sintonía de la serie infantil Dragoi Bola. Ha fallecido esta semana tras dar 73 vueltas al sol.

Una de las personas que más quiso estar a su lado -porque el cariño se trabaja y se busca- es su sobrino Asier Isasti. Para DEIA ha organizado sus ideas en un momento de shock como el vivido tras el inesperado accidente. A su juicio, los últimos respiros de Xeberri han sido en su entorno, donde más le gustaba estar, en su caserío, en Erroteta, allí tenía de todo, naturaleza y tranquilidad. “Solía oír el silencio, ese silencio cuando las golondrinas volvían al nido que estaba instalado en su pórtico. Escuchaba ese silencio que hacía el Ziraun cuando levantabas un fardo. Vigilaba por la ventana cómo entraban las ardillas en su campo y disfrutaba viéndolas. Durante años estuvo restaurando su baserri, en el que restauró piedra a piedra, siempre preocupándose del mínimo detalle, como cuando, por ejemplo, casi se le cae un puente del siglo XVIII”, transmite Isasti y de algún modo pide atención a sus siguientes valoraciones: “Pero a Xeberri todo el mundo le conoce por su voz y por su guitarra, euskaltzale, preocupado por la situación política de su querida Euskal Herria, y por estar a favor del derecho de los colectivos más desfavorecidos. Era una persona muy cercana que no tenía ningún problema para abrir las puertas de su caserío a todo el mundo. Y lo que realmente le enamoraba era su hija Mónica y su nieta Irati”.

En ese plano de naturaleza y de vivir de lo sencillo, Xeberri conoció al veterinario Alberto Cimarro de Durango quien comunica que “durante muuuucho tiempo no supe quién era y lo que como Xeberri realmente representaba”. Este amigo de Castillo valoriza su amistad. “Lo conocí hace más de veinte años. Yo era un joven e inexperto veterinario y él un cliente que acudía a la clínica con sus gatos. Durante años no supe que aquella persona cariñosa, amable, cercana, humilde, educada con verbo fácil con quien siempre acababa hablando de la vida era Xeberri. Gran amante de los animales y especialmente de sus gatos, sus incondicionales compañeros de vida, a los que traía cuando enfermaban y alentaba para salir adelante. En la clínica tenemos claro que le echaremos de menos”, lamenta.

En los últimos tiempos, la guitarra y voz de Xabier sonó allí donde le requería, lo mismo en un aniversario de Plateruena Kafe Antzokia, como en el ciclo Hitzez eta Ahotsez o el local de la CNT, las tres en Durango, o en un local ocupado de Santutxu. “Lo que está claro -enfatiza Gari- es que Xeberri ha dejado un capítulo importante en el Libro de Petete de la música vasca, que no es poco. Más cuando se olvida a las personas rápidamente”, reivindica.

Hoy se oficiará un funeral por su persona en la parroquia de Santa Ana de Durango a las siete de la tarde. Y quizás se vuelva a actuar y sobreactuar como se hace en estos casos en el mundo humano; sin embargo, los pájaros, gatos y ardillas seguirán echando en falta que haga temblar con gusto de nuevo a las seis cuerdas de su guitarra.