EÑAUT Martí salió de Orio y viajó hasta China para hacer unas prácticas de dos meses. Eso fue hace más de cinco años. Hoy, sigue allí en una aventura personal y, sobre todo, musical que, obviamente, ha cambiado mucho después de la pandemia. Este graduado en Leinn (Liderazgo Emprendedor e Innovación) por Mondragon Unibertsitatea es uno de los fundadores y responsables de MusicLAB World, un proyecto educativo destinado a formar musicalmente a ciudadanos chinos mediante la enseñanza de la práctica con instrumentos.

La motivación surge de la reflexión y de la experiencia y de la afición del propio Martí, que ha impulsado o ha sido parte de grupos musicales desde muy joven en Euskal Herria, donde también trabajó con campamentos de creación musical "que encantaba a los niños". El oriotarra, en conversación desde Shanghái por videoconferencia, reflexiona sobre la oferta de formación musical que, generalmente, suele ser reglada, por ejemplo, en un conservatorio o en una musika eskola. "Pero la mayoría lo que quiere es disfrutar -se rebela Martí, contra este modelo-. Cuando te planteas tocar la guitarra, quizá lo que quieres es tocar un par de canciones de Benito Lertxundi y ya está, no tocar en una orquesta profesional". Sobre estos pilares se construye el proyecto de Martí para el que la música acaba siendo "una excusa para jugar, para interactuar"; es un "canal" mediante el que intenta que sus alumnos "encuentren la felicidad", que tengan "menos restricciones en su cabeza" y que "abran las puertas a la creatividad".

Con la idea y la experiencia adquirida aquí, viajaron a China y probaron a organizar un par de talleres que tuvieron "tirón". Como extranjeros, Martí y sus colaboradores no tuvieron ningún problema para levantar su empresa -"Shanghái es muy internacional"- y MusicLAB llegó a tener hasta cuatro escuelas en esta megalópolis de 27 millones de habitantes, cuatro centros que se cerraron cuando la pandemia se inició, precisamente, en aquel país.

No obstante, después de nueve meses sin trabajar, la situación pospandémica tampoco ofrecía muchas garantías. Martí explica que, en cuanto afloran unos pocos casos positivos, las autoridades proceden a cerrar ciudades e impiden a empresas que trabajan con niños que viajen por el país. "Con los alquileres tan desorbitados que hay en Shanghái, era insostenible", explica.

Pero no hay mal que por bien no venga: "Siempre digo que la pandemia nos vino bien, porque nos tuvimos que atrever a cosas que si no nunca nos hubiésemos atrevido". Decidieron reinventarse, hacer su trabajo aún más específico y crear un "currículum on line". Además de las clases por Internet, se han centrado en la enseñanza de otros docentes. Van a escuelas y forman a los profesores para que sepan cómo enseñar música a los más pequeños.

En este punto, Martí matiza una decisión que tomaron hace unos tres años. En un inicio, ofrecían clases a todas las edades, pero ahora han reducido el margen: "Nos dimos cuenta de que éramos muy buenos enseñando a niños entre los 18 meses y seis años". Así, encontraron su niño, con un servicio muy "especializado". "No mucha gente sabe música y, mucho menos, sabe cómo enseñársela a niños tan pequeños", comenta.

MusicLAB cuenta actualmente con nueve profesores, de los cuales la mitad son extranjeros y la otra mitad, nativos -cuando mantenían las cuatro escuelas abiertas llegaron a ser 32-. "Mi obsesión es que todo el equipo sea nativo", añade, para explicar que cuando inició el proyecto el "valor diferencial" era que eran extranjeros, algo que ha cambiado a medida que pasaba el tiempo: "No queremos que la gente nos conozca porque somos extranjeros o porque demos clases en inglés. Queremos que el valor diferencial sea que somos buenos en educación musical". "Lo que más gusta de nuestra metodología, -continúa- no es que el niño o la niña aprenda a tocar rápido el piano. El objetivo es que tenga una vida ligada a la música y que sea ese alumno el que descubra qué significa la música para él".

El trabajo durante estos años ha permitido que sean reconocidos entre la comunidad académica china como una enseñanza de "calidad" centrada en que "todo esté bien". "Somos una de las instituciones que entienden el proceso creativo y la gente lo valora", afirma. Aún más, la metodología de MusicLAB se centra en que los profesores hablen lo menos posible para que la música haga lo suyo: "Si hablas, hay ciertas partes del cerebro que se activan. Pero si no lo haces y solo tocas, solo se activan las partes musicales". Es decir, las imprescindibles para ser feliz.

"Nosotros utilizamos la música como excusa, es un canal para buscar la felicidad"

Músico y responsable de MusicLAB

"La pandemia vino bien, nos tuvimos que atrever con cosas que si no nunca hubiésemos probado"