En la sala Film & Video del Guggenheim Bilbao, se despide una energía que contagia al espectador e incluso le invita a bailar. El museo ha presentado la instalación Animaciones de agua, compuesta por tres videoesculturas de la artista multidisciplinar Cecilia Bengolea (Buenos Aires, 1979), afincada en París. Una instalación que surgió durante su estancia en Jamaica y que explora experiencias con el agua, lo líquido, lo fluido a través de la fusión entre vídeo, la coreografía y la escultura.

Entrar en la sala donde se enuentra Danza del rayo (Lightning Dance, 2018) no deja indiferente a nadie. La obra surgió de una colaboración entre Bengolea y algunas de las figuras más destacadas del estilo dancehall contemporáneo, que ejecutaron coreografías en solitario y en grupo bajo la lluvia.

En esta proyección de vídeo en blanco y negro, la autora indaga en la influencia de la electricidad atmosférica sobre el comportamiento y la imaginación. La pieza pertenece a una serie de obras aún en proceso con las que Bengolea explora la cultura del dancehall en la isla de Jamaica, convertida hoy en un fenómeno global que inspira numerosos subgéneros y estilos de música y baile de la cultura pop.

Marcada por un tenso crescendo, como el aire cargado de electricidad en una tormenta, la banda sonora se acompaña de secuencias explosivas de danzas grupales que tienen lugar a los lados de la carretera.

La impactante presentación de esta obra se acompaña de dos animaciones digitales: Bestiario (Bestiare, 2019) y

Posturas favoritas (Favorite positions, 2018). Inspirándose en las descripciones de El libro de los seres imaginarios (1957) de Jorge Luis Borges, en Bestiario, la artista escaneó su cuerpo mientras evolucionaba hasta convertirse en un conjunto de criaturas fantásticas. Así, empleando una iconografía similar a la de los hologramas, visibiliza las fantásticas transformaciones de su figura en un estado de constante metamorfosis.

Por su parte, Posturas favoritas toma como punto de partida la idiosincrasia del pulpo para sugerir un cuerpo sin límites, una criatura completamente líquida e inmensamente sensible dotada de una inteligencia descentralizada y múltiple, cuyos movimientos fluyen libremente entre el interior y el exterior, el ser y el ambiente.

El comisario Manuel Cirauqui ha explicado que "el ánima, entendida como alma o hálito vital de un cuerpo, está íntimamente vinculada a las capacidades de conducción eléctrica de los organismos vivos. Mientras que la música se manifiesta como la fuerza contagiosa de la animación y, en su inagotable potencial para transformar, mutar e imitar a otros, los seres animados se identifican con el elemento agua y su infinita plasticidad".

Por su parte, el director general del museo, Juan Ignacio Vidarte, destacó la importancia que este año tendrá la obra de mujeres artistas en la programación expositiva de la temporada y el protagonismo de mujeres artistas también en la Sala Film & video.