No suele ser habitual que un coleccionista compre solo obra de mujeres...

—Lo bonito de esta colección es que la decisión de comprar estas obras no nació de una forma consciente. Ahora, sería más normal, pero cuando José Ramón Prieto empezó a adquirirlas no se dio cuenta de que siempre elegía trabajos de mujeres. Luego ya lo hizo de forma consciente, como sus últimas adquisiciones, una pieza sonora de Susan Philipsz o el dibujo a lápiz de Jenny Saville.

Tampoco es habitual que un estomatólogo se convierta en un coleccionista de arte tan importante...

—Prieto tiene una gran pasión por el arte. Y cuando hablo de arte, hablo de todas las artes; le gusta la música, la ópera, toca el piano, va a las ferias, le gusta la escultura, la pintura...

¿Han colaborado en el montaje de la exposición?

—En esta exposición, los comisarios hemos sido José Ramón y yo. Conocía la colección, al coleccionista, hemos hecho una selección y hemos trabajado en qué queríamos enfatizar, etc... No hay un recorrido cronológico, creo que la propia colección ya tiene características por sí misma como para que alguien quiera además hacer otra relectura. Obviamente, en el montaje ha habido también trabajo de comisariado con el artista Xabi Salaberria.

Si tuviera que elegir una de las obras, ¿cuál sería?

—Me quedaría con una de Kara Walker porque es una mujer afroamericana, que ha sufrido el tema de la raza de una forma importante, sobre todo, desde que su familia se tuvo que trasladar a Georgia, cuna del Ku Klux Klan. También es una artista que reivindica la feminidad, trabaja con el cuerpo, y porque su obra tiene una originalidad impresionante.

Como dice Zugaza, no hay tantas mujeres en los museos, ni exposiciones dedicadas a las creadoras.

—Afortunadamente, cada vez hay más, pero todavía hay un camino por hacer. Como cuenta Manuela Mena, en una subasta una de las obras de Jenny Saville alcanzó los 12 millones de dólares, pero al día siguiente solo se habló de la obra de Bansky. La información de Saville fue en una pequeña nota. Hay que dar más visibilidad a las artistas.

Los museos apuestan por comprar obras de mujeres.

—Hay épocas en que ya resulta irreparable. A mí no me gustan las cuotas y que me elijan porque soy mujer. No me gustaría que se escogiera a una pintora determinada porque es mujer y tenemos que tener obras de mujeres. Pero, dicho eso, si no se hace un esfuerzo, y una voluntad obligada de que tiene que haber más en el mundo del arte, pasamos a un segundo plano. Las mujeres tenemos que estar donde estemos por nuestra valía. Por ejemplo, Beatriz Herráez desde que ha cogido la dirección de Artium lo está demostrando. Yo creo que eso va a dar resultados a futuro.