Lo barato puede terminar saliendo caro, lo gratis puede acabar siendo peligroso y lo libre, opresivo. Es el caso de internet, una herramienta a la hemos entregado casi todo de nosotros mismos y que en pocos años se ha convertido en una máquina de vigilancia y manipulación al servicio del nuevo autoritarismo global.

Sobre cómo la red se nutre de nuestro rastro y cómo gobiernos y empresas utilizan esa información para redirigirnos hacia sus intereses, han aprendido mucho los más de 500 jóvenes que de forma presencial en el Auditorio de Azkuna Zentroa, o vía streaming, han escuchado la charla de Marta Peirano, periodista especializada en tecnología y vigilancia digital. Estudiantes de 3ª de ESO y 2º de FP de unos 15 centro educativos han recibido una información muy necesaria sobre redes sociales, algoritmos, espías, manipulación y desinformación.

Las manos se han levantado a la vez cuando Marta Peirano ha preguntado a su joven público cuántos de ellos usan las más populares redes sociales. Sin embargo, la mayoría ha respondido "no" a la pregunta de si las descargaron con permiso de sus padres o madres, un requisito según empresas como Facebook, Amazon, Netflix, Google o Spotify. "Esto demuestra el poco interés de estas y otras empresas en que se cumplan sus propias normas. Empresas que desde 2013 nos espían", advierte Peirano, autora de libros como Pequeño libro rojo del activista en la red, prologado por Edward Snowden, o El enemigo conoce el sistema, un ensayo crítico con la manera opaca y no democrática en que los servidores de internet gestionan la información que obtienen de sus usuarios.

Peirano comparó el aparato de propaganda de Hitler, que controlaba todos los medios de comunicación a su favor, con la actualidad. "En el régimen de Hitler, por ejemplo, todos escuchaban la misma información, sin embargo, ahora nos llega personalizada. Las empresas utilizan nuestras búsquedas y uso de aplicaciones gratuitas para enviarnos información personalizada y basada en lo que los algoritmos saben que nos gustaría oir, ver o leer", advierte. "Yo puedo recibir una información con una u otra orientación o sesgo, mientras que mis amigos o familiares reciben otra distinta. Así el debate político se hace muy difícil, porque ya no compartimos las mismas premisas, cada uno tiene lo que ha sido diseñado según su perfil", señala Peirano.

LAS NUEVA

Esta industria de "capitalismo de datos", está basada en el diseño más adictivo conocido hasta ahora, las máquinas tragaperras, y las aplicaciones que llevamos en nuestro movil se diseñan en base al aislamiento del ususario, la continuidad del contenido infinito y la velocidad. "El movil está diseñado para ser unipersonal y cuando lo utilizamos estamos aislados de los demás. Nos lanzan una catarata infinita de contenidos que crea adicción, porque hace que creamos que nos estamos perdiendo cosas que están pasando si no lo consultamos constantemente". Además, señala Peirano, "estas aplicaciones siempre nos dan más a poquitos, hacen que traguemos contenidos a cada instante y a gran velocidad. Y cuando acabas un contenido te llega otro que lo supera, como pasa en Youtube o plataformas digitales, donde sin que lo pidamos la aplicación nos lleva al siguiente video o al siguiente capítulo, o otra serie del estilo. Es un sistema adictivo que trata de que no podamos parar".

"Los móviles son dispositivos perfectos de vigilancia que pagamos nosotros mismos, con cámaras y geolocalización que tenemos activa todo el día. ¿Qué mejor control pueden tener empresas y gobiernos sobre nosotros para saber lo que hacemos, dónde vamos, qué nos gusta o disgusta, qué buscamos o a quienes seguimos?", cuestiona la especialista.

En estas aplicaciones la publicidad tiene otro formato que a veces no reconocemos como tal, apunta Peirano. "Hay aplicaciones como Spotify, cuya mayor parte de usuarios no son suscriptores premium y escuchan música con machacones audios de voz que buscan amargarte la vida hasta conseguir que te hagas premium. Pero una vez eres premium la publicidad cambia de cara y se convierte en listas de 'lo más escuchado', detrás de la cuales está la industria discográfica promocionando a sus artistas. Lo mismo pasa en Facebook o Twitter con publicidad en formato noticias que te aparecen, o con lo que te ofrece Google, es decir, lo que sus algoritmos quieren que veas".

Ante este torrente de información sobre cómo aprovechan las empresas más poderosas y multimillonarias del mundo nuestros datos, la cuestión es qué hacer para evitar en la medida de lo posible esa manipulación. "El pensamiento crítico es algo que si no duele no lo estás haciendo bien", asevera la periodista. Peirano recomienda saber abordar puntos de vista que no son los tuyos y ser capaz de considerarlos. "Un ejemplo es cómo Donal Trump ha manejado la información en las redes, con falsedades que, sin embargo, han reforzado las ideas a muchos grupos sociales radicales y de ultraderecha que piensan como él, hasta el punto de haber lanzado a miles de personas contra el Congreso estadounidense en contra del resultado electoral y la victoria de Biden.

LA VOZ DE LOS JÓVENES

"¿Pero qué tengo que hacer, dejar el móvil?, se preguntaba Garaitz, alumno de Peñascal Bolueta tras el acto. "Creo que con el tema de lo que nos controlan a través de las redes sociales pasa igual que hace unos años con el sexo. Son cosas que ahora nos enseñan en clase, pero antes consumíamos esa información sin orientación. Deberíamos recibir orientación sobre el control social y la desinformación en redes sociales. Lo que he entendido de todo esto es que no sabemos nada de lo que estamos haciendo", opina .

Su amiga Ismene, alumna del mismo centro, reconoce estar bastante informada sobre el tema, pero la charla le ha aportado más datos y detalles. "Hace tiempo que vi el reportaje 'El dilema de las redes' y desde entonces he cambiado algunos hábitos. Intento no mirar tanto el móvil, desactivo notificaciones y cositas así, pero al final siempre estoy con el aparato. La charla me ha puesto más en alerta sobre el control de las redes apartir de lo que miramos y nos gusta".

Jon, del instituto Pagasarribide, destaca la poca seguridad que tienen las redes sociales. "Me ha gustado bastante la charla y me ha servido para darme cuenta de lo mucho que nos controlan a través de la información que estas empresas sacan de nuestros movimientos en la red y de cómo esto va a influir en nuestras vidas".