La recuperación de estratos pictóricos, la limpieza superficial con soluciones acuosas o la eliminación del barniz oxidado son algunos de los tratamientos necesarios para que obras de arte centenarias luzcan como si el tiempo no hubiera pasado. A lo largo del año anterior, el Museo de Bellas Artes de Bilbao mediante verdaderas operaciones de cirugía artística 34 obras de arte gracias a la colaboración que mantiene con la Fundación Iberdrola.

Se trata de seis pinturas, dos esculturas y 11 obras de papel de la colección propia, a la que algunas piezas como Paisaje con pastor, de Ignacio de Iriarte, se acaban de incorporar.

Pero también se ha intervenido en obras de colecciones privadas pertenecientes a las exposiciones temporales de Ameztoy y Obras maestras de la colección Valdés.

Según ha destacado en rueda de prensa Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes, durante el último año "el trabajo constante y callado del museo en el ámbito de la investigación, la formación y especialmente en la conservación y restauración ha adquirido especial relevancia". En ese sentido, ha detallado que desde el cierre del museo, "los estrictos protocolos para la conservación de la colección, además de la actividad de la conservación y restauración han seguido adelante como un pilar básico de la institución".

Según han subrayado, desde 2013, esta labor se realiza gracias a la Fundación Iberdrola, que también impulsa varias becas en el Departamento de Conservación y Restauración. "Durante este periodo se han restaurado del orden de 180 obras del museo", ha explicado Fernando García, presidente de la Fundación Iberdrola España.

MÍNIMA INTERVENCIÓN

En palabras de María José Rúiz-Ozaita, jefa del Departamento de Conservación y Restauración, la metodología para la restauración de obras se basa en un estudio profundo de la obra y del artista, con un criterio de mínima intervención y de sostenibilidad. "Para eso realizamos una serie de análisis no destructivos. Como es el caso de la luz ultravioleta, que nos permite obtener una información muy valiosa para plantear la intervención", ha explicado.

Así es como se ha actuado sobre Paisaje con pastor, de Ignacio de Iriarte, una obra adquirida recientemente gracias a la aportación de los Amigos del Museo. En esta obra del siglo XVII del artista gipuzcoano se ha realizado un tratamiento de los estratos pictóricos, además de una limpieza superficial para recuperar las tonalidades originales.

La mencionada obra estrena, precisamente, la sala L anteriormente destinada a la Letra y ahora a Landscape (Paisaje). "Se daba la particularidad de que un gran número de obras que se abordaron a lo largo de 2020 tenían como común denominador la figura del paisaje", ha relatado Javier Novo, coordinador de Conservación e Investigación, quien ha expuesto que esta renovación demuestra lo vivo que está el proyecto El Alfabeto del Museo de Bilbao.

A esa sala pertenecen también otras obras de reciente adquisición que han sido restauradas, como Playa de Sopelana (1863) y Paisaje con montañas (1863) de Juan de Barroeta Anguisolea; Montmatre bajo la nieve (1880-1890) de Jean François Raffaëlli; La fábrica de Pasajes (1960) de Gonzalo Chillida; y El tejado (1975-1977) de Marta Cárdenas.

EN OTRAS SALAS

En la sala correspondiente a la letra N (Negro), se ha intervenido sobre la obra La chica del gato (1895), de Ángel Larroque que, según Novo, pinta "un asunto de ambiente doméstico", bajo la influencia parisina de la época. Respecto a esta obra en la que se llevó a cabo un estudio radiográfico, Ruiz-Ozaita ha explicado que "a la izquierda se encontró una composición similar, girada a 45 grados".

Los soliloquios del pobre (1897), de Joaquim Sunyer, que se muestra en la sala O (Otredad), son litografías a color con las que el autor ilustró el poemario homónimo de Jehan Rictus. Según han relatado durante la presentación, las estampas tenían deformaciones, manchas de oxidación y suciedad superficial que se han corregido.

En el caso de la sala S (Sueño) muestra el cuadro-collage Los monegros (2007) de Pablo Milicua. En palabras de la responsable del Departamento de Conservación y Restauración, "es la única obra de un artista vivo en la que hemos intervenido, lo que nos ha permitido ponernos en contacto con él para consultarle". En este caso se ha estabilizado químicamente el conjunto, sustituyendo el soporte de madera que aportaba acidez al papel.

Dentro de las restauraciones realizadas el año pasado, destacan también las dos esculturas de Remigio Mendiburu sobre las que se intervino. La primera de ellas, Jaula para pájaros (1969), ubicada en la sala T (Tierra), está compuesta de madera de avellano y madera de roble. Presentaba uno de sus elementos fracturado y algunos desajustes en algunos puntos de encaje.

También se ha restaurado Raíces (1970-1971), ubicado en el hall del auditorio, recuperando la peana original diseñada por el artista, manteniendo el criterio de mínima intervención.

OBRAS DE COLECCIONES PRIVADAS

Asimismo, también se han restaurado obras que no pertenecen a la colección dentro de la línea de actuación iniciada en 2019. Además de tres obras de la exposición dedicada a Ameztoy, se han restaurado algunas de Obras maestras de la colección Valdés. María José Ruiz-Ozaita citó, a su vez, otras obras de Agustín Ibarrola o Mariano Fortuny.

"En la gran mayoría de ocasiones, cuando acudimos a domicilios particulares el estado de conservación de las piezas es bueno pero quizás no es el ideal para un museo de nuestra categoría", señaló Novo. Ello justifica la intervención de la pinacoteca.