El exalcalde de Amorebieta-Etxano Alberto Gurtubai Arregi falleció el lunes 22 de febrero a los 72 años de edad. Con cargo en la antigua Alcoa, el exmandatario de EAJ-PNV formaba parte, además de la agrupación Udazken Zornotzako Txistulari Taldea, instrumento que aprendió a tocar cumplidos los cincuenta años.

Su homólogo en la actualidad, el también jeltzale Andoni Agirrebeitia define a Gurtubai como "un amante de su pueblo Amorebieta-Etxano, municipio al que dedicó muchos años de su vida en cuerpo y alma. Nacionalista convencido y euskaltzale comprometido. Goian bego", valora a este periódico el primer edil.

El finado ocupó el cargo de alcalde dos legislaturas y media. De hecho, Gurtubai fue en listas como número dos de la plancha jeltzale zornotzarra liderada por Enrique Rekalde y tomó posesión del cargo al dejar su puesto el primer edil que entró en el consistorio en 1979 tras la gestora que lideró José Ramón Orue, también de EAJ-PNV.

Fue a finales de los años 80 cuando Rekalde anunció que quería cerrar su etapa política y Alberto Gurtubai tomó la makila de mando. Le tocaron los años de la escisión del EAJ-PNV y EA. De 10 concejales, el equipo de gobierno pasó a seis, por lo que gobernaron en minoría hasta 1991. Tras llegar Bego Azarloza a la alcaldía, Gurtubai retornó años más tarde como edil al consistorio local.

Durante su gobierno tuvo a su lado al hoy jefe de Servicio de Acción Cultural en la Diputación Foral de Bizkaia "Yo destacaría primero su fidelidad a la siglas EAJ-PNV. Y, segundo, que era un jeltzale euskaldun fededun, es decir, de los del partido de antes", valora Mikel y va más allá en su análisis: "Llevó a cabo un gran trabajo y le recordaré como un buen amigo".

Del mismo municipio es el periodista y responsable del departamento de comunicación de EAJ-PNV, Unai Larrea, quien valoriza tres aspectos del exregidor: que tenía el pueblo de Amorebieta-Etxano en la cabeza, que era euskaltzale incondicional y abertzale demócrata de pro.

Larrea argumenta cada uno de los puntos señalados. "Alberto tenía el pueblo en la cabeza. Participaba de forma activa en la vida municipal del batzoki y era de los que aportaba". En este capítulo, el periodista subraya la importancia que a su juicio tuvo en la canalización del río. "Fue decisivo, algo que comenzó a hacer su predecesor Enrique Rekalde y que él logró, porque hasta entonces Amorebieta-Etxano era un pueblo que vivía asomado al río, preocupado. Y Alberto fue clave en ello".

Larrea, asimismo, resalta que era un hombre incondicional hacia lo euskaltzale. "¡Alberto era en euskera! Así le recordaré siempre", enfatiza y fusiona esta idea con la de un abertzale de pro "en su expresión más abierta", amplía. "Estaba en ese aspecto por encima de las siglas. Era un demócrata a modo de concepto que abarcaba los derechos de las personas. Recuerdo que en 1999 se vio envuelto en una polémica porque dijo que en el Estado aún se torturaba. Fue valiente en aquella época por decirlo. Él, un hombre con una mente privilegiada, por lo que es una pérdida muy grande", concluye.

El exalcade participó en un encuentro que se organizaba de personas apellidadas Gurtubay y también en un documental que se tituló Zornotzarra naiz eta harro nago (Soy zornotzarra y estoy orgulloso de ello), dirigido por Zigor Airza. En él, sus palabras fueron las siguientes: "Todos forman parte del pueblo y le dan vida. Unos en un ámbito y otros en otro. Se necesita la ayuda de todos y todos juntos hacen Zornotza. Hacemos Zornotza".