El visitante que se acerque al Itsasmuseum de Bilbao va a toparse en su segunda planta con un espectacular mural realizado por el ceramista Daniel Zuloaga, compuesto por cuatro escenas con paisajes relaciones con la minería, la industria y el mar.

La obra, realizada en 1900, ha sobrevivido al montaje y desmontaje de su edificio original en Bilbao para ser instalado posteriomente en una vivienda en Lezama, en la que ha convivido con varios propietarios. Ahora, gracias a la donación privada de sus actuales dueños, luce ya en el museo y puede ser disfrutado por todos los bilbainos y bilbainas.

La presidenta de Itsasmuseum y diputada de Cultura, Euskera y Deporte, Lorea Bilbao, junto al director del Itsasmuseum, Jon Ruigómez y la catedrática en Historia del Arte e Investigadora Maite Paliza, fueron los encargados de presentar la importante incorporación al museo bilbaino.

No faltaron a la cita Goizane Bengoetxea y Jon Corell, que han donado la espectacular obra al Itsasmuseum y el director de Bellas Artes, Miguel Zugaza, quien fue quien puso sobre la pista de la existencia de este mural a los responsables del museo.

“Se trata de una aportación muy importante por su gran valor artístico e histórico”, señaló Lorea Bilbao. “Esta obra de cerámica muestra la conexión que ha tenido y tiene nuestro pueblo con la mar y es parte de la memoria industrial e histórica de nuestra tierra”, afirmó.

El mural está expuesto en la segunda planta de la exposición permanente, en la zona dedicada la minería y a la industria, junto al área de construcción naval y astilleros, lo que permite profundizar en el discurso del museo.

"TODO UN MILAGRO"

De milagro lo calificó Jon Riogómez el hecho de que haya llegado hasta nuestros días, además en tal buen estado de conservación.

A finales del siglo XIX Bizkaia vivía una importante eclosión económica, política y social, de la que surgió una clase burguesa de la que formó parte Manuel Allende, muy ligado a minería, la industria, la siderurgia y la construcción naval. Fue Severiano Achúcarro, arquitecto de confianza de la familia Allende, el que encargó el mural a Daniel Zuloaga (Madrid 1852-Segovia, 1921), considerado como uno de los mejores ceramistas de las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX. Lo hizo para una de las cuatro viviendas que construyó en Indautxu para sus cuatro hijos.

La obra original contaba con 54 metros y ocho escenas, aunque en la actualidad se han conservado 20 metros y cuatro escenas. Cuando en 1960, su entonces propietario Daniel Errazu decidió derribar la vivienda no quiso desprenderse de él y lo instaló en su nueva casa, que estaba construyendo en Lezama bajo la dirección del arquitecto Rufino Basañez. Desde entonces, sus propietarios la han cuidado y la han valorado como lo que realmente es, el mural más importante del ceramista Daniel Zuloaga.

El trabajo de desmontaje y su traslado de Lezama a Bilbao se han hecho gracias a una subvención y apoyo de la Diputación de Bizkaia.

CUATRO ESCENAS

Según destacó Maite Paliza, Daniel Zuloaga tuvo una gran repercusión internacional y cuenta con obras en algunos de los edificios representativos en Euskadi como el Palacio Foral y el antiguo casino de Donostia.

Concretamente, en este mural se combinan tres estilos de la época, el modernismo, el realismo y el regionalismo. Las cuatro escenas del mural recogen una figura femenina ante una explotación minera, el transportador de mineral Rive de Cier La Rocholle, un pequeño puerto con cargadero de mineral, y por último, una vista de Altos Hornos de Bizkaia. Y un dato: Daniel Zuloaga dio un importante papel a la mujer en su obra, como lo demuestran las figuras femeninas que se reproducen en esta pieza, ejerciendo trabajos invisibilizados por aquella época para la mujer.