UNOS ojos negros, potentes, que miran a la cámara, parapetándose tras un brazo que los protege. Una muñeca rota. Unos zapatos de tacón rojos chillones con la leyenda No sé si mañana estaré viva. Mujeres que fueron compradas, sin saberlo, en sus países de origen, como vulgares mercancías, y a las que han maltratado y violado tanto que han asimilado que “no valgo nada”.

Una serie de personas ha narrado a los organizadores de la exposición Punto y seguimos. La vida puede más, que se expone en la Universidad de Deusto hasta el miércoles, sus sórdidas experiencias como víctimas de trata. Sobre todo mujeres, bastantes menores de edad y también chavales que son explotados económicamente por depredadores humanos. Lo que pasa es que en los casos de ellas suele producirse una explotación en una doble vertiente: la económica y la sexual. La trata suele valerse de chicas con problemas en sus familias de origen para que algunos maltratadores las secuestren, violen, prostituyan y esclavicen a su gusto. Es un fenómeno mundial y el español no es un país que se sitúe al margen: Es el europeo con más víctimas de trata, y quizás nuestro aparentemente pacífico vecino del cuarto o el del quinto tenga a una chica esclavizada en ese piso tan mono.

Naciones Unidas ya se ha hecho eco en más de una ocasión del enorme problema que conlleva esta lacra delictiva en el planeta. En el Convenio de 1949, la ONU es definitoria: “Las partes en el presente Convenio se comprometen a castigar a toda persona que, para satisfacer las pasiones de otra 1) concierte la prostitución de otra persona, aun con el consentimiento de tal persona; 2) explote la prostitución de otra persona, aun con el consentimiento de tal persona”.

Yolanda Rodríguez Villegas, de la Plataforma Navarra de Mujeres por la Abolición de la Prostitución, subraya lo vital que es erradicar la actividad prostituyente, para detener la trata, ya que ambas se retroalimentan. “Las víctimas de trata abastecen el mercado de la prostitución y, por tanto, son dos realidades indisociables. No puedes luchar contra la trata sin plantear abolir la prostitución”, destaca.

Y es que esta exposición, realizada por el arquitecto Fernando Mármol Hueso, fue impulsada por la Conferencia Episcopal. Itinerante, la ha promovido el Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones a través de la Sección de Trata de Personas. Marije Calvo, del Secretariado, incide en cómo la trata “es una realidad invisibilizada para la ciudadanía. En la mayoría de los casos, no se detectan ni se identifican situaciones de trata, siendo difícil por lo tanto combatirla si no se conoce”.

La Iglesia suele mostrar su preocupación por los problemas relativos a la trata, si bien mantiene una postura menos incisiva con la prostitución. Esto es algo que critican numerosas abolicionistas, ya que consideran que el debilitamiento de ambos aspectos debe ser conjunto.

Malos datos en España

La exposición inició su recorrido en el claustro de la Catedral de Santiago, donde fue inaugurada por el obispo Joseba Segura, para quien “la trata de personas es un atentado grave contra la dignidad humana”. Durante este acto de presentación, el prelado aludió al último de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en el que se señala que se ha triplicado el número de niños y niñas entre las víctimas de trata de personas en el mundo. También se refirió al dato de que se estima que España es el primer país receptor de Europa de estas víctimas. De ahí, la importancia de exponer ante la sociedad estas fotografías que muestran las vivencias de algunas de estas personas y arrojar así un poco de luz ante la realidad oculta de la trata. La exposición también quiere ayudarnos a mirar en lo escondido porque, como detalló: “Necesitamos muchos oídos y muchos corazones para que salgan a los caminos a gritar lo que se quiere esconder y dispuestos a denunciar, prevenir y sanar”.

Así lo subraya a DEIA Marije Calvo, quien persigue con esta muestra que la gente conozca el “dolor y sufrimiento que padecen estas personas, así como la indiferencia en algunos casos. Pero también la esperanza. Sacar a la luz ese negocio que mueve millones y poner de relieve cómo afecta a las mujeres pero también a menores y a chicos en edad laboral”. Otro aspecto en el que inciden los testimonios recogidos es el repudio al que asisten algunas víctimas por parte de sus propios familiares. Expresiones durísimas de desprecio y asco hacia sus propios seres queridos, que están padeciendo estas situaciones.

¿Y es que, cuestiona la exposición, ¿qué precio se puede poner a una persona? “Se vende”, se puede leer en una de las impactantes imágenes de Fernando Mármol, con una chica africana en primer plano. Fernando llegó a este encargo sin fotos de archivo. Empezó de cero el trabajo, y para ello se guió de la estética pero también de su interés en denunciar una realidad insostenible en su entorno de personas migrantes en Jaén, “de esclavitud en pleno siglo XXI. Había miedo entre algunas víctimas a poder ser reconocidas, pero también entre algunas cuidadoras”, relata Mármol, quien tuvo que asistir a muchas dudas de religiosas sobre algunas instantáneas. Le impactó esa percha utilizada para abortar y los maniquíes con las chicas de fondo, como mercancías para vender.

Con todo, Fernando ha puesto “pasión” en este proyecto, por que se sepa que algunas de las víctimas “hablan cuatro idiomas, son muy válidas y jóvenes. Interiorizar el drama, sí, pero con la esperanza de que pueden recomponerse”, resalta. Marije recuerda que la pornografía y la prostitución comienzan en edades tempranas, y que hay que trabajar en eso. Por un futuro justo.