La historia pierde a otra de aquellas personas que estuvieron en el sitio preciso el día incorrecto. Iñaki Gorritxategi Alberdi fue uno de los supervivientes de los bombardeos fascistas contra el pueblo inocente de Durango durante la Guerra Civil ocurridos el 31 de marzo de 1937 y días posteriores.

Ofensiva del militar golpista Mola junto a Franco y Vigón posibilitaron que la villa vizcaina fuera laboratorio de pruebas a la aviación italiana coordinada por la Legión Cóndor. Es decir, se unieron para este raid las potencias totalitaristas nazi de Alemania y la fascista de Italia junto a los militares españoles sublevados contra la legítima Segunda República.

Gorritxategi -fallecido a los 89 años el 27 de enero- recordó siempre este genocidio. En la villa murieron más de 336 personas, lo que supone más de 5% de la población que tenía el término municipal de Durango. Como antifascista y abertzale que era, lo denunció una y otra vez y nunca faltó a los actos de conmemoración por las víctimas.

Berriztarra de nacimiento, el bueno de Iñaki era miembro de JAED, junta de ayuda de Durango e Iurreta. Era uno de los solidarios históricos que ayudaban en el banco de alimentos de este colectivo tan vital y asimismo solía formar parte del equipo de trabajo del stand que anualmente se pone en el pórtico de Santa María de Uribarri en el que se vende el sorteo de medio centenar de productos liderados por un coche y que la mayoría de euskaldunes de las siete provincias vascas conoce por coincidir con la Durangoko Azoka de diciembre.

Gorritxategi fue también miembro del Orfeón Durangués y del coro parroquial de Iurreta. Una persona que abrazaba tanto a personas como a todo aquello que tuviera relación con la cultura y tradición vasca. Su primera palabra siempre fue en euskera como acérrimo defensor del idioma que era.

Según la página web de Durango 1936 Kultur Elkartea, Iñaki Gorritxategi Alberdi nació en Berriz, en 1931. "Tenía seis años cuando ocurrió el golpe de Estado militar, pero guardaba recuerdos vivos del Berriz que conoció. Cómo tras la denuncia de un vecino se llevaron preso a su padre, o le precintaron el molino a su madre, negándole también los salvoconductos necesarios para ir a vender verduras a Eibar. Iñaki tampoco olvida la brutalidad de la escuela franquista, la prohibición del euskara", reconocen su trayectoria.

Desarrolló su actividad laboral en la empresa Laminación y Derivados como técnico electricista cuyos estudios hizo en los Salesianos de Deusto, "entonces el Oxford de la enseñanza profesional", valoran amistades del finado.

Solidario

En la primera etapa de las representaciones de La Pasión de Durango, corría a su cargo la luminotecnia y la megafonía, labores que desarrolló "perfectamente a pesar de la penuria de medios de la época". Más adelante fue promotor, junto con otros durangueses, del proyecto PROEM de promoción de empleo que en la época más dura de la crisis y con cifras que se aproximaban al 20 % de paro montaron una escuela en Barrenkalea de Durango, en la antigua ubicación de Cafés Baqué, que cedió su uso de forma desinteresada. Allí se impartían clases teóricas y prácticas de diversos oficios, carpintería, cantería, costura, confección... De ello pudieron aprovecharse muchos jóvenes de la localidad para iniciar su vida laboral. "Esta es una obra no conocida en Durango suficientemente", enfatizan sus amigos.

Desde Jaed, su compañero de proyectos solidarios Ricardo Escota se emociona al recordarle. "Temía que pudiera pasar, pero al saber que había fallecido se me saltaron las lágrimas", valora y asegura que vivía por Durango, pueblo al que amaba, como a Berriz. "Era un hombre generoso, que no se achantaba para nada. No se cansaba de ofrecerse para todo, su disponibilidad era máxima", apostilla Escota quien recuerda que, a pesar de que fue vicepresidente de Jaed en la junta de María Eugenia Uncilla, nunca quiso ser presidente. "Era de hacer y hacer. Todos los lunes nos juntábamos los de Jaed en el bar Axpe y ahora cuando no esté€", se vuelve a emocionar su compañero de agrupación.

El investigador iurretarra Jon Irazabal recuerda de Gorritxategi un suceso que este contaba de cuando era niño. "Él recordaba que viviendo en Berriz, siendo un crío, vio caer un avión nazi de la Segunda Guerra Mundial", aporta la persona que más ha estudiado el bombardeo de Durango.