Itxaso posee una voz cautivadora e intimista cultivada en los campos del folk, el pop, la clásica y el jazz. La vocalista se adentró en “una nueva tierra” con su debut, A new land - Lur berria (Fresh Sound), que ahora tiene continuidad en Gaztelugatxe (Moskito Records), un disco que aúna jazz vocal con versiones de Laboa, Itoiz y Oskorri. “Las hago un poco mías y puedo mostrarlas como universales, como estándares”, explica a DEIA.

Empezó con el canto clásico ¿no? ¿Fue autodidacta o recibió clases?

—Empecé estudiando en Bilbao, con Mariasun Inda, cantando arias de ópera para después formarme en técnicas de voz modernas, sonido vocal, indagación y búsqueda de un sonido propio.

¿Cómo llegó al jazz?

—Surge primero por la actividad musical en directo en los 90 en Bilbao. Se acercaban muchos músicos de todo el país y se hacían jam sessions, la mejor forma de relacionarte con la música y los músicos. Este acercamiento me llevó a escuchar mucha música; y muy diversa.

¿Cómo cuál?

—Uno de mis primeros discos fue Safari, de Steps Ahead, con Michael Brecker al saxo. Fue un despertar que me llevó a Miles Davis, Eddie Harris, John Coltrane... Al principio me motivaba la sonoridad del saxo, para más adelante adentrarme en guitarristas como John Abercrombie, Jim Hall, Metheny y Bill Frisell, antes de los pianistas y vocalistas como Carme Mc Re, Sarah Vaughan, Anita O’Day o Shirley Horn. Con esta música sentí que podía evolucionar y expresarme personalmente.

Al ser de las pioneras del jazz en Euskadi, se fue a Barcelona, para seguir aprendiendo.

—Me acogió muy bien. Participé con muchos de los músicos emergentes del momento, evolucionando y formándome.

¿Musikene ha cambiado las cosas? ¿Ya no es necesario el exilio?

—Sí, en Euskadi no teníamos escuelas de música moderna ni jazz, y Musikene es un gran avance. Ahora un músico interesado en jazz e improvisación se puede preparar en su entorno. Y salen buenos músicos, muy preparados.

Editó su debut, ‘New land. Lur berria’, hace como una década…

—Fue mi primer trabajo en Barcelona y tiene ese alma nostálgica que produce la distancia a tu tierra. Desde entonces he ofrecido conciertos y colaboraciones, como en dúo junto a Iñaki Salvador en Faro y con su proyecto Noneto. Y en grabaciones he cantado con Jon Urrutia, Diego Vasallo, Joserra Senperena, Et Encarnatus, la Big Band Experimental de Joe Smith, el pianista Roger Mas o el dúo Albert Sanz & Javier Colina.

Y ahora ha grabado ‘Gaztelugatxe’.

—Estoy también en un proyecto a dúo con el pianista José Luis Canal sobre temas brasileños, pero Gaztelugatxe está ya grabado y se editará próximamente. Se grabó en Urduliz, en Tio Pete, con producción de Tato Gracia. Incluye ocho versiones de grandes voces del jazz como Abbey Lincoln o el trío compuesto por Marilyn Bergman, Alan Bergman y Johnny Mandel. También hay sitio en él para Laboa, Itoiz y Oskorri, de cuya canción homónima tomé el título.

¿Sigue fiel a esa visión ecléctica del jazz, que se alimenta tanto de los estándar como del pop de The Police o del folk, de Joni Mitchell al vasco?

—La emoción es el hilo conductor en este viaje, son mis raíces y bagaje musical. Muestro fuerza y vulnerabilidad, al mismo tiempo. Un amigo nos suele decir que sonamos muy Basque-Cool.

Laboa, Lertxundi y ahora Oskorri ¿Eran los grandes de nuestro folk que le faltaban?

—Siento un gran respeto por todo el cancionero vasco en sus muy diferentes vertientes. Me acompaña en mi viaje y me gusta poder incorporarlo con mi visión, hacerlo un poco mío y poderlo mostrar como universal, como si de un estándar de jazz se tratase.

Regresa con sus dos compañeros habituales: el guitarrista Daniel Pérez y el saxofonista y flautista Gorka Benítez.

—Con Dani siento una interacción particular, nos conocemos hace tiempo y sabe llevarme muy bien. Hace que mis sentidos estén en lo que ocurre, además de ser un grandísimo guitarrista y compositor. Y Gorka tiene una sonoridad particular, ese duende que me hace aflorar las entrañas y buscarle. Los tres juntos nos dejamos llevar por el espacio tiempo. Lo importante es la música.

El trío se completa con un batería enorme y muy polifacético, Borja Barrueta.

—Borja es una incorporación muy auténtica a todo este sonido, a esta búsqueda de sonoridad, de tiempos. Es afinidad con todos en una fórmula tan inusual.

¿Son hoy más necesarios que nunca los conciertos?

—Son muy importantes las caricias sonoras y visuales en este momento. Hay que cuidarse y cuidar, y la música y los conciertos son una forma de hacerlo.

“En Euskadi no teníamos escuelas de música moderna ni jazz, y Musikene es un gran avance”

“La emoción es el hilo conductor en este viaje, se trata de mis raíces y bagaje musical ”

“En estos momentos, hay que cuidarse y cuidar, y la música y los conciertos son una forma de hacerlo”