proyecto Artoteka, una plataforma de préstamo de obras artísticas

La iniciativa, que puede parecer insólita, lleva años desarrollándose en países como Francia, Alemania, Finlandia o México. Mientras las coordinadoras de Artoteka trabajaban en un proyecto europeo junto a las organizaciones Sarean, Wikitoki y Karraskan para analizar el valor del arte en el tejido social, Laura Díez relató su experiencia en la artoteca de la región de Limosín, en el país vecino. “Es un proyecto que existe desde los 80, está muy consolidado y tiene apoyo institucional. En Francia se trabaja mucho en descentralizar el arte, llevándolo a zonas rurales”, explica Urrutikoetxea, quien indica que tras investigar que era algo que nunca se había hecho en Euskadi decidieron importar la idea.

“Coincidía con el propósito de buscar otras formas para difundir el arte contemporáneo, sacándolo del espacio tradicional que es el museo o del centro de arte”, explica. Por otra parte, entre sus propósitos también se encontraba promover nuevas formas de generar ingresos para los artistas, “más aún en un momento de crisis total para el sector cultural”. De esa forma, han creado Artoteka, un prototipo financiado con subvenciones del Ayuntamiento de Bilbao y del Gobierno vasco, con una colección inicial de 30 obras de diez artistas locales. En Azkuna Zentroa se pueden ver hasta el 11 de abril diez de esas obras que abarcan disciplinas diferentes como el dibujo, la pintura, la escultura o el vídeo.

¿Y cómo funciona? Pueden participar particulares o colectivos. “Hay que pagar una tarifa que la hemos planteado trimestralmente. Para los usuarios particulares serían 50 euros y para las asociaciones 150 euros”, explica según su idea inicial. A partir de ahí, los usuarios pueden seleccionar una o varias obras para cogerlas en préstamos en sus hogares, lugares de trabajo o estudio. Los préstamos duran como mínimo tres meses y el transporte y el montaje se realiza bajo la supervisión del equipo de Artoteka. Además, las obras cuentan con un seguro en el caso de que ocurriera algún accidente. “La artoteca de Limosín lleva 30 años funcionando y solo han registrado una incidencia”, expone Marina Urrutikoetxea, quien detalla que la gente siempre cuida con mimo las obras. Además, existe opción de compra.

Otro de los objetivos es que los artistas también puedan interactuar con los usuarios. Helena Goñi, Raisa Álvarez, Raquel Asensi, Mawatres, Juana García-Pozuelo o Victoria Ascaso son algunos de los artistas que participan en esta primera incursión. “Contactamos con artistas que sabíamos que iban a tener cierto interés en actividades de educación artística o mediación cultural”, revela la coordinadora de Artoteka. “Las obras de muchos de ellos están guardadas en talleres y, cuando no están expuestas, es una forma de que no estén cogiendo polvo”, exterioriza sobre por qué la propuesta tuvo tan buena acogida.

La idea es ir creciendo. “Nos encantaría poder llevar el proyecto a otros sitios. Estamos en contacto con agentes que trabajan en el ámbito rural”, expone Urrutikoetxea, quien detalla que de momento se han ceñido a Bilbao porque los recursos que poseen son limitados. Otro reto consiste en trabajar con colecciones de arte públicas. “Es algo que ya hemos planteado a las instituciones. Sería una solución para que parte del patrimonio artístico saliera de los almacenes”, considera la coordinadora. De momento, además del prototipo de la iniciativa creado, las coordinadoras ofrecerán talleres en diferentes asociaciones.

La iniciativa, consolidada en otros países, sirve también para promover nuevas formas de ingresos para los artistas