En el Guggenheim Bilbao, hasta Puppy usa mascarilla. La gran escultura del artista Jeff Koons, que desde la inauguración en 1997 vigila la entrada del museo, luce una flamante mascarilla de flores, como gesto de empatía hacia la actual situación de pandemia mundial producida por el covid-19.Jone Santiago es una médica bilbaina que trabaja en un centro de salud de Las Palmas de Gran Canaria. “A veces, tengo que tratar a pacientes con algún tipo de síntoma respiratorio, que puede ser covid o no. Veo habitualmente también a personas que sufren trastornos depresivos y de ansiedad por la situación de incertidumbre que está provocando esta dramática situación. Siempre insisto en que una mascarilla puede salvar vidas”, explica esta sanitaria bilbaina.

Así que cuando regresó el pasado mes de agosto a la capital vizcaina para pasar unos días, se le ocurrió la idea de que Puppy luciera también una mascarilla. “Iba a Artxanda con mis padres y nos desviamos porque yo quería otra foto con Puppy. Tenía seis años cuando se inauguró el museo y desde entonces, siempre ha sido muy importante para mí. Tengo muchísimas fotos con él, pero quería otra más, mis padres se reían porque me decían que parecía una turista. Entonces pensé que se podían juntar arte con medicina para concienciar a la gente de la importancia de cumplir con las medidas de seguridad. Habían subido los casos de covid -19 en Canarias y no me cansaba de repetir a mis pacientes la importancia de usar mascarilla para no contagiarse ellos y para no contagiar a los demás”.

Jone Santiago pensó que se podía aprovechar el siguiente cambio de flores de Puppy, que sabía que iba a ser en octubre, para que pusieran unas azules tapándole la boca y unas blancas hacia atrás, como si llevara él también la mascarilla. “Mi objetivo era animar a la gente a que la utilizara, sobre todo lanzar un mensaje a los niños, que quieren tanto a Puppy, de que es necesaria. Un mensaje positivo dentro de la situación tan triste, a la que todos estamos expuestos, y en la que es imprescindible que nos tomemos muy en serio que hay que cumplir con todas las medidas de seguridad”.

Así que escribió a los responsables del Guggenheim y se lo sugirió: “Y ellos me respondieron que les parecía una buena idea pero sin la autorización de Jeff Koons no se podía hacer nada. Mi hermano me instó a que le escribiera, miré en Google y encontré el correo de su estudio y le mandé un mensaje. Al no contestarme, le volví a mandar otro email, y no obtuve tampoco respuesta, así que insistí y le envié otro, pero cuando vi que no me contestaba, creí que no le había gustado la idea o no le habían llegado los mensajes. En ese momento, pensé que ahí se acababa todo”.

Respuesta de jeff koons

Pero al padre de Puppy le pareció una idea fantástica. “Recibí una llamada del museo en octubre diciéndome que me iba a llevar una sorpresa”, cuenta esta sanitaria. Y así fue. Fue él mismo artista neoyorquino quien diseñó la nueva imagen de su escultura con la mascarilla quirúrgica de unos diez metros cuadrados que cubría su hocico. “Una de las acciones más importantes que podemos realizar durante esta pandemia es compartir información acerca de cómo podemos protegernos”, señaló el propio Koons, considerado el artista vivo más cotizado del mundo.

El Guggenheim Bilbao aprovechó el habitual cambio de flores de Puppy, en octubre para introducir esta novedad. Desde su instalación, cada año en primavera y en otoño la escultura de 12,4 metros de altura, que representa un West Highland Terrier, y que se ha convertido en un icono del nuevo Bilbao, cambia su manto floral para adecuarse a la nueva estación. Tiene un vestido de casi 40.000 plantas, que se alimentan con un sistema de riego que las mantienen en plena forma sus seis meses de vida.

En verano, componen el mapa de color de la pieza de arte, conforme a lo dictado por el artista la alegría y la begonia que le dan los tonos blancos y rosas, el salmón y el fucsia; la lobelia y ageratum que aportan el azul, el tajete es de color naranja y amarillo; y la hiedra, que se coloca en la papada. Y en el otoño, estas flores se cambian por coloridos pensamientos, que aguantan bien el frío.

Pero en esta ocasión, las flores, además de tener una función estética, también son preventivas. “Ahora se le ve la mascarilla, pero el momento de esplendor le llegará en enero o febrero, cuando las plantas estén en su punto óptimo de floración” explican desde el museo bilbaino. “Si esto ha animado solo a una persona a utilizarla, yo ya me doy por satisfecha. No hay que relajarse, en Canarias veo a gente que no se la pone o que se la pone mal, hay que ponérsela bien, que cubra la boca y la nariz. Puppy puede cambiar la conciencia de la gente dando ejemplo”.

“Pensé que no iba a salir adelante, pero me llamaron del museo y me llevé una gran sorpresa”

Médico