Con humor todo se asimila mejor. Se asimila y se transmite. Y, en estos momentos de pandemia es una terapia sanadora. Es lo que pretenden Gurutze Beitia y Maribel Salas en la obra que representan estos próximos días en el Palacio Euskalduna. Las dos Toyevski reivindica a la mujer de 50 años que reniega de la tiranía de la juventud. Se reivindican como actrices y su experiencia les avala para ser cómicas o lo que quieran.

¿Existe vida después de los 50?

—MARIBEL SALAS: Mucha, mucha vida. Estamos activas, nos gusta nuestro trabajo y no nos hemos apagado, al contrario, seguimos brillando. Hay una edad muy buena a los 50 que es cuando ya tienes asimilado todo el aprendizaje.

—GURUTZE BEITIA: Lo bonito sería a los 25 tener la experiencia que tenemos ahora las dos, pero no es así. Hay mucha vida después de los 50, los 60 y los 70... Es vital seguir riéndonos y seguir haciendo reír.

¿Cuántas veces en su vida se han sentido invisibles?

—M. S.: Muchas. Por la edad, por ser mujer, por un montón de cosas que pasan en esta profesión y en casi todas. Hay momentos en los que los hombres cogen un poco el mando y te sientes un poco de lado, pero hemos sabido capear eso.

—G. B.: Ella es muy discreta. No es que cojan el mando, es que vivimos en un patriarcado y estamos viviendo ciertas normas hechas por hombres. Y los hombres consideran que es mucho más atractiva una mujer joven que una más mayor. Nosotras no estamos de acuerdo en absoluto. El atractivo no tiene nada que ver con la edad.

El hombre madura mientras que la mujer envejece.

—M. S.: Eso es algo que se impone. Porque, por ejemplo, mi querido Sean Connery, que me parece maravilloso, pero es que hizo de galán hasta los 70 años. Imagínate una mujer, como las hay, maduras, interesantes, haciendo de mujer fatal con esa edad. No existe.

¿Es un tópico que somos nuestras peores enemigas?

—G. B.: Yo eso sí lo veo tópico. Creo que las mujeres estamos muy unidas y también nos apoyamos las unas a las otras. Esa es mi experiencia con compañeras que a la vez son amigas. Creo que es mentira que nos ponemos mal entre nosotras o que somos venenosas con nosotras. Hay buenas personas y malas personas, independientemente del género.

—M. S.: Nos ha tocado luchar juntas y creo que eso es algo que hemos interiorizado. Es una lucha de género.

La profesión influye. ¿Cómo se vive el género y la edad en la suya?

—G. B: Para hacer humor no hace falta ser joven, pero en cine, lo hemos comentado más de una vez, parece que hay una franja de edad en la que desapareces. No hay tantos hombres operados como mujeres, por ejemplo. No hay esa obsesión tan grande en un hombre maduro. Esto pasa mucho en Hollywood y hay un problema. Ya no sabes si tiene que hacer un papel de 30 o de 48 años.

—M. S.: A veces incluso es una cuestión de moda. Se pone de moda que todas las series sean de jovencitos y se pierden los actores de peso que son los que tienen la experiencia de los años. Pero esa moda pasará, como pasan todas, y volveremos a estar en auge las cincuentonas.

¿Cuánto de autobiográfico hay en esta obra?

—M. S.: Mucho. Ten en cuenta que no es una obra al uso. Son dos monólogos. Y cada una habla de sus vivencias personales maquilladas con el humor, que es el filtro que le ponemos a la vida, y nuestra experiencia personal. Hay muchísimo de cada una. Distorsionado, pero al final somos nosotras.

¿En qué se caricaturizan?

—M. S.: Yo fundamentalmente hablo en el recorrido de las interpretación de toda mi experiencia y mis contactos con un montón de gente que pueden ser realidad o ficción. Hablo de mis experiencias con Naomi Campbell, Gerard Piqué, Shakira... Un recorrido de una experiencia personal ficticia o no y de los encuentros con esa gente.

—G. B.: El mío sí está enfocado a la edad y a los cambios hormonales de la edad para que las mujeres y los hombres se rían. Para que quien está pasando por esa etapa lo vea con humor, como una terapia sanadora.

¿Qué público esperan? ¿Mujeres de 50, jóvenes, hombres...?

—M. S.: El humor mueve a todo tipo de edades. Mi experiencia es que he tenido un público supervariado que es lo que más puede gustar.

—G. B.: Yo creo que sí. Vendrán muchos amigos y amigas y muchas mujeres, pero será variado.

La gente joven puede pensar que no va con ellos.

—G. B.: Creo que sí, porque si tienen padres y madres son situaciones muy reconocibles para todo el público aunque no las hayan vivido.

Buscan que la gente se ría, pero ¿qué mensaje quieren transmitir?

—M. S.: Todo lo que se dice siempre tiene un punto de verdad.

—G. B.: Cuando son experiencias de las íntimas no es que haya un mensaje o una moralina, no es un cuento, pero sí reivindicamos que estamos aquí. Somos mujeres, tenemos más de 50, y sobre todo, en el humor, que ha sido un mercado de hombres, estamos alcanzado unas cuotas. Lo mismo te puedo interpretar Antígona que una obra humor.

¿Se identifican como humoristas?

—M. S.: Hemos aprovechado esta época de pandemia en la que es mucho más fácil hacer monólogos porque hay menos protocolo y son más fáciles de llevar a un teatro. Pero nosotras somos actrices interpretando personajes, contando historias. No somos humoristas.—G. B.: Somos actrices que contamos historias con humor. Podemos hacer lo que queramos porque somos actrices.

"Somos actrices contando historias de humor; podemos hacer lo que queramos porque somos actrices"

"Hemos aprovechado esta época de pandemia para hacer monólogos porque es más fácil llevarlos al teatro"