L crecimiento personal y artístico, así como los cambios que conlleva el paso del tiempo, vertebran el segundo disco del músico euskaldun y ex-Kalakan Thierry Biscary, (Kalapita), que presentó ayer en Bilbao, en Itsasmuseum, y hoy en Harriet Baita, en Donibane Lohizune. “La vida es cambio”, según el músico, que entrega un disco inspirado en el fado, en el que colaboran escritores vascos y bertsolaris, y que pivota sobre ritmos pausados, la voz y las melodías.

Biscary debutó en solitario con el nombre de Manez eta Kobreak, tirando del apodo de su aitona, pero su segundo trabajo en solitario aparece firmado con su nombre real porque “me he asumido a mí mismo”. Este álbum “personal que trata del cambio, del mío y de otros personajes”, se centra en la identidad. “Habla del momento en el que lo compuse y grabé; antes tuve problemas para definir esa identidad, para tomar las riendas de mi vida en solitario”, explica.

Si el debut relataba su infancia, Muda acerca al músico a “un presente feliz, tranquilo y con dos hijos”, con versos en los que se reafirma personalmente. “Artísticamente no es algo definitivo porque me gusta probar cosas. Últimamente escucho música muy tranquila, bastante semejante a la del disco actual, aunque veo en él conexiones como mi debut. Y las letras sí, hablan de esa muda. !A saber cómo será el próximo! La vida es cambio”, reflexiona.

Al contrario que en su debut, donde los metales y vientos sonaban protagonistas y exultantes, en Muda ofrecen una presencia “más sutil” y buscan transmitir “dulzura y melancolía” con un repertorio que requiere “una escucha más reposada”, según Biscary. “Se disfruta tomándose su tiempo, en un sillón o en la butaca de un teatro”, indica el músico, que reconoce que “el fado” sirvió como inspiración de estas nuevas canciones.

Admirador de la fadista Aldina Duarte y de “la música portuguesa en general”, el exKalakan recuerda que Atzoko gaua fue la canción que impulsó el repertorio actual, arreglado por Jérémie Garat. “No deja de ser un fado con toque argentino y cubano. También me gusta el baile y el jazz, pero el fado tiene una melancolía especial”, prosigue. “Me interesan mucho las músicas del mundo, escucho artistas de todo el planeta. Paso del jazz a Malí, por ejemplo, y veo bien no cerrarse y estar abierto a todo. A mí me vienen melodías al componer y proceden de lo que escucho. Está todo ahí”, indica.

Biscary reconoce que su música parte “de la melodía” a la hora de componer, y destaca el buen gusto de las cantadas por Benito Lertxundi. “Luego me llegan las imágenes y aparecen las letras. En la canción sobre las viudas del debut vi a mujeres bailando. En este, en Xarma, visualicé a personas cantando alrededor de algo; no sé si era un fuego pero la primera palabra del tema es sua”, revela. Y tras las melodías, aparece su pasión por la voz, como se plasma en la canción citada, interpretada a capella. “En Iparralde tenemos una manera de cantar natural. Vengo de eso, en mi infancia cantábamos mucho, y ya lo hice en Kalakan. En Hegoalde hay menos tradición. Lo principal para mí es la voz”, contesta.

Además de sus letras, Muda cuenta con textos de poetas y bertsolaris como Uxue Alberdi, Leire Bilbao, Jon Benito, Itxaro Borda y Jon Maia. “Es gente abierta y dispuesta a ayudar. No solo tienen talento a la hora de contar, sino en su relación. Hacen bocetos cuando les digo qué quiero y me los pasan, entrando en el juego. Soy un privilegiado al trabajar con gente de ese nivel”, se enorgullece. “Expreso en el verso bizi nahi dut uno de los mensajes del disco. Es una letra de Lujanbio que tenía que cantar”, concluye el músico.

“En el verso ‘bizi nahi dut’, con letra de Maialen Lujanbio, expreso uno de los mensajes de este segundo disco en solitario”