Un retablo de personajes, la mayoría inventados, le sirven a Pedro Ruiz para exponer las locuras nuestras de cada día, nuestras obsesiones y excesos en su espectáculo actual, Loc@s, cuyo estreno absoluto acoge hoy el Teatro Campos de Bilbao. El veterano actor, presentador, escritor y cantante asegura en esta entrevista que solo busca hacer reír al público.

Hablemos de ‘Loc@s’.

—El Mee Too presente, para que nadie se moleste. Reaparezco tras dos años sabáticos y solo, pero no soy un monologuista sino un pensador y actor que hace cosas. Y tras la pandemia decidí aparcar lo que tenía previsto por este espectáculo, cuyo fin es que la gente se ría y se divierta; y yo, también.

¿Qué ofrece en él?

—Un retablo de personajes, la mayoría inventados y otros pocos en tributo a Sara Montiel, José Luis López Vázquez, Fernán Gómez y Luis Escobar. Su manera de hablar me permite referirme a unos temas determinados. Busco reírnos, no enfrentarnos ni estar de acuerdo o en desacuerdo. Me dirijo a quien tenga valor de reírse de sí mismo.

¿La tristeza mata y la risa cura?

—Claro. Hay un personaje que hago, el responsable de Telecinco, Vasile, que dice que “la alegría es fortuna, pero la tristeza es ruina, por lo tanto yo hago alegría y me río de la ruina” (imitándolo). Van a ver una propuesta de actor y autor que interpreta más de 20 personajes distintos, que van desde observadores de guerra a niñas pijas, un cura aburrido de escuchar los mismos pecados, cantantes de Eurovisión por Gibraltar…

¿Y nada de política?

—Solo dos estampas: una sobre el Borbón emérito y otra de un oficinista de la comunicación, un portavoz que siempre dice lo mismo. Le pido al público que no nos pongamos en contra de nadie, sino que nos riamos porque somos tan ridículos como aquello de lo que nos reímos. Yo he tenido una etapa muy introspectiva y ahora me quiero divertir.

¿Cómo presenta a esos personajes?

—Cada uno tiene su viñeta, su proyección en la pantalla y música. Y un pequeño aderezo: un lazo, un sombrero, un látigo, una pistola... Me acompaño de la pianista Joana González, y canto en serio y también en broma. Me gusta mucho cantar, y he compuesto para muchos. Este reloj que llevo es regalo de Rocío Jurado.

Recuerdo el famoso ‘A la mierda’, de Fernán Gómez. Se vería reflejado en esa respuesta ¿no?

—He pagado mi precio en papel higiénico por cosas así (risas). El Fernán Gómez del que hablo aquí tiene tanta autoridad que cuando pones cosas serias en su voz los teatros se callan. Lo que decía parecía siempre solemne y verdadero.

Él filmó ‘El viaje a ninguna parte’, que mostraba un final de ciclo, como ahora, en ese caso del teatro ambulante ante la llegada del cine.

—El que yo interpreto viene a decir que sigan yendo al teatro, aunque él sabía que los cómicos no van a cambiar el mundo. Pero si la gente se ríe un poco ya es un buen placebo; y eso, hoy, no es poca cosa.

¿Más loc@s por la pandemia?

—Siempre lo hemos estado, ahora estamos más oxidados y con una gran desconfianza por la incertidumbre. Tras Bilbao no sé si podré actuar en Madrid, en octubre. Si podemos, no lo haremos en las mejores condiciones. Es la primera vez que no me produzco el espectáculo, y voy con una productora de la que forman parte Juan Echanove e Imanol Arias. Ahora es obligatorio estar y hay que regenerar la costumbre aunque vengan 30 o 100 personas. Toca picar piedra.

Ha ligado este espectáculo a las obsesiones y excesos humanos.

—Los de todos nosotros. Yo siempre digo que somos chimpancés con un micrófono; o con un móvil. Dentro de poco nos obligarán a respirar por él, y cuando no haya cobertura nos ahogaremos. Los niños acabarán sacando la cara por la vagina de su mamá y preguntarán si les ha llamado alguien. Si no, no nacerán.

Cree que los políticos son becarios.

—Me pongo en su sitio porque del virus nadie sabía nada. Eso sí, la altura de los anteriores era mayor que la de los de hoy. Y lo que nos viene es peor. A los artistas nos preguntan de política, pero ellos no hablan nunca de nosotros. Cuando nos preguntáis por la política, nos metemos en un charco sucio y permanente. Yo abogo por practicar el afecto, pero somos pretenciosos que se miran el ombligo y se preocupan por la bandera, la moda, el coche y la Liga. Bien para entretenerse, pero ¿morir por ello?

Antes era un habitual en televisión...

—Estoy prohibido o mal visto y llevo 16 años sin trabajar en TVE, que considero la mía, la de todos. Y todos los años presento varios proyectos, pero las televisiones, todas, están manejadas por productoras que tienen amigos del equipo A, B y C. Y si eres un paso de cebra, te pisa el autobús que va y el que viene (risas).

¿Ser libre tiene su precio?

—Ser libre es la soledad, aunque quizás la libertad más grande sea algo tan sencillo como tirarse un pedo en una playa, y lo demás sean pajas mentales. Hoy es más importante tener share en los despachos de los ejecutivos que entre la gente; y un buen interlocutor más que buenas ideas. La censura está en el modo de producir y facturar, y todas las televisiones públicas son una mezcla de Goebbels, por doctrina, Kafka, por confusión, y Al Capone por trinque.

¿Cómo sería la suya ideal?

—La que fuera de todos, con Wyoming, Alfonso Ussía, Bertín, Milá, Trueba y Garci. Es la ingenuidad que deseo vivir, como una selección de quienes hagan bien las cosas. La televisión como un pegamento social.

¿Sueña a sus 73 años?

—Con no tener pesadillas que me quiten el sueño por hacer algo malo.

¿Alguna pesadilla redundante?

—No, duermo bien, pero cinco horas.

Usted se inventó ‘Estudio Estadio’.

—Y lo presenté. Estuve solo once meses porque el Opus mandaba en TVE y no me dejaban hacer teatro a la vez. El fútbol hoy es negocio. Todo lo que puede ser invadido lo es.

Ha practicado muchas artes.

—Solo soy otro que se morirá, alguien inquieto que admira la bondad y el talento. Y que está un poco loco, claro, como todos. No hay más.

“Tras la pandemia creo que la gente necesita reírse. Eso busco con ‘Loc@s’, divertirme yo con el público”

“Llevo 16 años sin trabajar en TVE. Todas las públicas son una mezcla de Goebbels, Kafka y Al Capone”

“Solo soy otro que se morirá, alguien más inquieto que ambicioso y que admira la bondad y el talento”