La pintora de Elizondo, Ana María Marín, de 87 años, falleció ayer en el Hospital de Navarra donde permanecía ingresada desde el 21 de agosto cuando se le trasladó desde la clínica Benito Menni de Elizondo al advertirse un serio deterioro en su estado. La conocida artista, que sufría desde hace unos meses de Alzheimer que en su caso ha tenido un efecto fulminante, deja una huella imborrable en el Valle de Baztan, donde era una referencia absoluta en el terreno cultural y social.

"Ya se ha ido", trasmitió escuetamente su hermana María José, que ha permanecido junto a ella hasta el último instante, para informar a sus numerosas amistades y colaboradores de Baztan. Nacida el 13 de agosto de 1933, hija de Julia Gutiérrez, de San Sebastián, y de Blas Marín, una personalidad y alcalde republicano del Valle de Baztan hasta el 23 de julio de 1936 cuando tuvo que exiliarse, Ana Mari Marín, además de reconocida pintora, ha sido una inagotable activista cultural y persona que ha sentido a su pueblo y le ha dedicado su vida con generosidad ejemplar.

En 1967 y por el tercio familiar, único que tenía en aquella época algún carácter de libertad, concurrió a las elecciones municipales junto con Joaquín Azcarate, de Aniz, amigo de su padre y significado nacionalista vasco, siendo elegidos, ella la primera mujer concejal de la historia, por abrumadora mayoría en unos comicios que conmocionaron al Valle de Baztan como no se recordaba. Su preocupación por el urbanismo desbocado que amenazaba a Elizondo, y con la ayuda de su amigo el diputado foral Miguel Javier Urmeneta, lograron poner orden en la construcción.

En su legislatura, en plena dictadura franquista, tuvieron que soportar momentos muy delicados, al negarse en redondo a apoyar al dictador Franco cuando las penas de muerte en el Proceso de Burgos. A ella y a Joaquín les costó soportar las iras y amenazas del poncio, el gobernador civil de turno, Francisco Queipo de Llano, pero los dos se mantuvieron firmes.

De su carácter y forma de entender la función pública, se recuerdan sus recorridos diarios por los pueblos de Baztan, madrugadora como era, para en muchas ocasiones tomar nota de las deficiencias que observaba y dar cuenta en el Ayuntamiento de Baztan, cosa que le dolía no ver hacer en la actualidad.

Fallecido su padre en 1960 a los 66 años, tuvo que dedicarse a la Gestora Baztan familiar y ser delegada de Líneas Aéreas Iberia en Navarra. Fue en aquel tiempo cuando multiplicó su actividad preparando la documentación de cientos de jóvenes y poniéndoles en contacto con la North American Basque Organization que a la sazón presidía el baztandarra de Azpilkueta Joxe Mendiburu, para trasladarse a trabajar de pastores en los Estados Unidos.

Era admirable y sorprendente, como cuando en los años 70 conoció que los miembros de la Ópera de Pekin se alojaban en el Hotel Baztan después de actuar en Bilbao, y le faltó tiempo para convencer a sus dirigentes para que ofrecieran una actuación en los jardines, lo que aceptaron y pudieron disfrutar decenas de baztandarras.

el canto y la coral

Su inquietud por las Artes y la Cultura era proverbial. Así, en 1952, con 19 años, tuvo la fortuna de formar parte de la Agrupación Coral de Elizondo que fundó y dirigió el maestro Juan Eraso Olaetxea, cuando en lo que fue un auténtico milagro, pero muy trabajado y sufrido, lograron dos primeros premios en el Eisteddfod Musical Internacional de Llangollen (País de Gales), lo que a día de hoy no ha vuelto a conseguir ningún coro del Estado español.

Admiradora entregada del maestro Eraso, con cuya familia mantenía estrecha amistad, también compartió los extraordinarios éxitos de la coral en Roma, Bruselas y Lyon, Roodeport (Sudáfrica) y en Cuenca y en el festival internacional de Tolosa. Al fallecer Juan Eraso y siendo alcaldesa de Elizondo en su última época, le supo corresponder instalando la capilla ardiente del maestro (que igualmente fue alcalde de la localidad) el 21 de diciembre de 2002 en la sala del batzarre de la Herriko Etxea.

Toda su vida su ha significado por su inquietud y activismo cultural. Cuando unicamente los vecinos y habitantes de la comarca sabían de las cuevas de Zugarramurdi, hace medio siglo, organizó con el Skäl Club, organización mundial de turismo, recién constituido en Navarra, una Noche de las Brujas en el solsticio de verano, que tuvo notable repercusión.

Se movía y tenía amistades a decenas en todos los ámbitos, lo que siempre pensando en Baztan aprovechaba para invitarles a intervenir en algún acto, el organista José Manuel Azkue, el cantante Paco Ibáñez, el escritor Iñaki Linazasoro, el escultor Jorge Oteiza, y aunque disfrutaba con el canto y el folklore vascos, nunca se significó por ideología política ninguna: sencillamente, trataba con todos y atendía a todos y su bandera era la de la amistad. Con todo, en el balcón de su casa de Elizondo siempre ondeaba con ocasión de sus exposiciones de verano la enseña de los Albret de Navarra.

Hacia los últimos años del escultor Jorge Oteiza, con quien tenía relación familiar, intensificó su relación con él, convirtiéndose en su choferesa y cuidadora junto a Begoña Eguren. El pintor acudía todos los años a dar su "visto bueno" a las exposiciones de Ana Mari, donde se le vió llorar desconsolado al enterarse del fallecimiento de su amigo y colaborador, el arquitecto Francisco Javier Sáiz de Oiza (año 2000) y también en Elizondo donde celebró varios de sus cumpleaños.

Ana Mari le tenía cariño y auténtica vocación y en cierta ocasión le trajo al Instituto de ESO de Lekaroz a impartir una improvisada lección de dibujo. Gracias a su amistad, Oteiza regaló al pueblo de Elizondo las dos esculturas que se encuentran en los jardines de la iglesia parroquial (la maltratada Oración a Santiago) y Maternidad en el ahora incomprensiblemente cerrado Museo Etnográfico de Elizondo-Baztan

Quizás su más conocida seña de identidad sea la de organizadora de Baztandarren Biltzarra, la fiesta de hermandad de los pueblos del Valle de Baztan, impensable en sus primeras ediciones por la censura y represión franquista. Cierto es que la idea fue común y compartida por varios baztandarras que participaron en una excursión a San Miguel de Aralar, pero de forma innegable también lo es que , al regresar a Elizondo y en días sucesivos, si no es Ana Mari Marín la que tomó decidida las riendas del proyecto, el asunto habría quedado en una bonita idea.

La solicitud primera al Gobierno Civil fue a nombre de Arriarte, la primera sociedad creada en Elizondo, pero quienes asumieron la responsabilidad y se "hicieron cargo de la carga" fueron Miguel Javier Urmeneta y Ana Mari Marín.

Fundamentalmente generosa, donó sus pinturas a decenas de entidades necesitadas de ayuda para su actividad, Baztan Ikastola, Xauli Elkartea, Residencia Iriarte de Elizondo y otras, y sólo ella sabe lo que le costó la compra de muchas de las piezas del Museo Etnográfico Jorge Oteiza que impulsó y cuyo cierre le supuso uno de sus mayores disgustos. Sencillamente, no podía entender lo que ella gastó y no quisieron hacerlo las instituciones. Hoy martes, a las 18 horas, se le dirá adiós en sus honras fúnebres en la parroquia de Santiago Apóstol y se le trasladará luego al suelo familiar en el camposanto de Elizondo.