La escritora, ilustradora y coach, Lorena Gil (Bilbao, 1982) ha hecho suya la frase “un día sin una sonrisa es un día perdido”que popularizó el actor Charlie Chaplin, e intenta aplicarlo siempre que se acuerda para ponerle chispa a su día a día. Desde muy pequeña le apasionó escribir, pero tras muchos años sin plasmar sus historias en papel, un buen día decidió retomarlo: “Es la vida la que me lleva a ello”, dice. Y esa misma vida es la que empuja a Lorena a caminar hacia Vissey, un pueblo pesquero imaginario en el que la escritora centra las historias de Los ojos de las gaviotas que con el que ha ganado el concurso anual de la editorial EC.0.

¿Qué esconden ‘Los ojos de las gaviotas’?

—Cuenta la leyenda que las gaviotas son las almas de los pescadores. Guardan los secretos que puede esconder un pueblo; un pueblo lo forman las personas y el que más o el que menos tiene secretos...

La historia está basada en un pueblo pesquero.

—Así es, concretamente en Vissey, en un pequeño pueblo pesquero anclado en otros tiempos. Un lugar idílico donde la gente se conoce de toda la vida y convive como una gran familia. Pero todos ocultan algo.

No le falta misterio, ¿eh?

—No, y además tiene un final inesperado, se lo aseguro.

¿Le gusta sorprender al lector?

—Me gusta jugar con el misterio y el suspense, me gusta sorprender al lector con el final, que no se espere lo que se va a encontrar. Las noveles las empiezo siempre desde el final... y a partir de ahí les voy dando forma.

¿De dónde surge su pasión por la literatura?

—He sido una lectora desde que tengo uso de razón, aunque con el tiempo lo fui dejando. Con 9 años empecé a escribir, pero luego por circunstancias de la vida también lo tuve que dejar. Y lo retomé cuando cumplí los 30.

¿Qué fue lo que le llevó a retomar la escritura con 30 años?

—La vida. Con esa edad empecé a darle forma a un blog y a escribir en una revista on line, a editar antologías, aprendí a maquetar, a corregir, a ilustrar...

Se reinventó.

—Aproveché para redirigir mi carrera y hacer lo que realmente me apasiona. Encontré una trilogía de zombis que en su día escribió Manel Loureiro. Él lo empezó escribiendo en un blog y al final se lo publicaron... Fue eso lo que me sirvió para lanzarme al mundo de la literatura. Pensé: ¿Por qué no lo voy a poder hacer yo?

Querer es poder.

—Sí, y me puse a ello y poco a poco he dado forma a bastantes libros.

¿En qué momento estaba cuándo escribió ‘Los ojos de las gaviotas’?

—Era un momento en el que tuve un brote de esclerosis múltiple. En el libro cuento la relación que Peter tiene con su madre que perfectamente podría ser la relación que yo puedo tener con amigos... Era un momento en el que estaba mal y siento que hay gente que me falla... En el libro aparecen esas pequeñas vivencias de una vida marcada por la enfermedad. En el libro hay muchas cosas mías...

Entonces, ¿lo que cuenta tiene matices autobiográficos?

—Hay muchos matices, muchas cosas que lanzo en las historias que cuento, que tienen que ver con mi vida, con las cosas que me pasan. O con el momento que estoy atravesando. Cuando escribo me gusta dejar mensajes para que la gente tome conciencia de ello.

¿Escribir le ayuda?

—Para mí escribir es como ir al psicólogo. Me ayuda mucho.

¿‘Los ojos de las gaviotas’ es su primer libro publicado?

—No, es el tercero, pero uno es autoeditado... En el cajón tengo seis más para corregirlos. En el confinamiento he aprovechado para escribir y terminar trilogías.

Hable del premio.

—Eso fue una grata sorpresa, aunque me coincidió en un momento complicado.

¿A qué se refiere?

—Mandé el manuscrito a la editorial EC.0. Me llamaron para comunicarme que había ganado el premio y casualmente dos días antes me habían llamado para decirme que tenían que operarme de un cáncer de mama. Pensé: Jolín, Lorena, una de cal y otra de arena. Fue un mazazo, pero no todas las cosas van a ser malas. El premio fue una muy buena noticia que me animó.

Y saca fuerzas para seguir escribiendo. Es una mujer positiva.

—¡Qué remedio! Eso es cierto, pero lo que tiene que pasar, pasará, no puedes hacer nada contra ello. Lo único que nos queda es llevarlo de la mejor manera posible.

Bastante dura es la vida, ¿no?

—Mucho, demasiado.

¿A quién está dirigido el libro?

—Es un libro que tiene un toque de terror, pero es para personas desde los 18 hasta los 200... (Ríe).

¿Cuál es su mejor momento para hallar la inspiración?

—Sin duda, las noches. Para mí saber que todo esta a oscuras, el silencio me parece mucho más inspirador para que fluyan mis historias.

“Con 9 años empecé a escribir, pero por circunstancias de la vida lo tuve que dejar”

“Comencé a escribir el libro en el momento que tuve el primer brote de esclerosis múltiple”

“Muchos matices, muchas cosas que lanzo en las historias que cuento, tienen que ver con mi vida”