De casta le viene al galgo. Txabi Villaverde, pionero del pop en Euskadi desde que formó el cuarteto Soroak junto a los hermanos Robles-Aranguiz, fue el padre de Ana, quien esconde su nombre real tras el proyecto La Bien Querida. Su apreciado pop electrónico, que tiene su última gema en el disco Brujería (Elefant), se tornará acústico esta noche, a las 22.00 horas, en el festival BBK Sala Etxean, que se puede seguir en Internet y en TeleBilbao. Sus conciertos en MAZ Basauri y Bilbao BBK Live han sido suspendidos.

Sin público, pero con cámaras. Así será la actuación virtual de La Bien Querida en la Sala BBK. “Es una iniciativa curiosa y bonita”, explica Ana, que en unos días cantará para una marca de bebida, aunque desde su casa. “Esto es diferente, es ir desde Madrid a Bilbao, ir a una sala y estar con técnicos de sonido y luces, los cámaras... Se da trabajo a gente de la industria”, prosigue la cantante, que vuelve, “con muchas ganas”, tras ofrecer tres conciertos en la primera semana de marzo.

El bolo será en formato de dúo acústico, solo con su voz y guitarra, y el añadido del guitarrista Manuel Cabezalí, del grupo Havalina, un mito de la música independiente. “Cantar sin público será extraño, aunque estoy acostumbrada a hacer conciertos acústicos en sitios más pequeños de lo habitual. Sin teclados ni programaciones, sigo sonando a mí misma. Se oirán las canciones tal y como las compongo, con guitarra y llevándolas a la esencia. Como mis melodías están muy marcadas, se reconocen fácil”, apostilla.

Ana, que hará un repaso a su discografía, empezará con las canciones de su sexto disco, Brujería, cuya gira, que incluía el MAZ de Basauri y el Bilbao BBK Live, tuvo que ser suspendida a mediados de marzo. “Es un disco más calmado y de baladas, menos electrónico”, según Ana, que reconoce la influencia en el sonido del grupo Cigarettes After Sex. “Es un álbum casi conceptual sobre el amor, que tiene mucho de hechizo. Cuando te enamoras parece que te han hechizado. Por eso le hice ese guiño, con las canciones pasando por todo el proceso”, aclara.

Su gira de 2020 era la que contaba con “más fechas y festivales” de su carrera. Ana, que sigue publicando singles para “dar un poco de vida al disco”, explica que “habrá que ir improvisando en esta situación de excepción” porque vive del directo. “He ido captando público gracias a que temas del anterior disco, Fuego, suenan en series como Paquita Salas, Élite y La casa de las flores. Ahora son las series las que nos hacen populares. Además, una chica de OT cantó otra mía, y Muero de amor fue la banda sonora de la lotería del Día de los Enamorados”.

Sobre su futuro y el del sector, Ana habla de “incertidumbre absoluta” y, como ejemplo, pone que frente a su casa hay un cartel que prohíbe la música callejera mientras “se permiten las caceroladas”, indica con ironía. “No sé adónde vamos a llegar. Vamos a ser los últimos en incorporarnos, porque abrir salas o teatros al 30% no compensa. Va a caer mucha gente de esta industria. La cultura es vital para el desarrollo de un país, para que no se muera de asco, pero se ha impuesto el todo gratis. Haría falta una implicación mayor de los gobiernos y de plataformas como Facebook, YouTube o Spotify. Llenamos mucho espacio pero apenas recibimos algo”, concluye.