bilbao - "Se puso mi hijo enfermo y cuando volví del médico mi exmarido tiró las medicinas, me pegó una paliza terrible, y me acusó de acostarme con otros hombres... Llevo cuarenta años de maltratos continuos". El testimonio de Ana Orentes, asesinada por su pareja en 1997 trece días después de denunciarle en un programa de TVE, todavía resuena en la memoria. Su caso implicó que empezara a fraguarse la llamada Ley Integral de Violencia de Género, la misma que algunos hoy se atreven a poner en duda. Veinte años después, el caso de La Manada llenó también titulares y sacó a las mujeres a las calles para protestar.

Macho man, el último proyecto del dramaturgo Àlex Rigola, presentado ayer en Azkuna Zentroa (AZ), habla sin ambages de crímenes machistas. Un espectáculo-instalación que no deja indiferente a nadie y que busca nuevas maneras de tomar conciencia del machismo extremo a través de la fusión de artes escénicas, plásticas, la psicología y la documentación.

El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, se mostraba ayer terriblemente afectado tras recorrer la instalación. "Salgo impactado. Es muy difícil definir con palabras lo que he visto. Es tremendamente duro, pero lo más duro es que es una realidad que está ahí, una lacra que no podemos permitir ni tolerar. Es terrible", aseguró.

Fue precisamente Aburto quien realizó la primera visita, acompañado de la concejala de Igualdad, Nekane Alonso; el concejal de Cultura y presidente de Azkuna Zentroa, Gonzalo Olabarria; la concejala y vicepresidenta de AZ, Gotzone Sagardui; la directora de Emakunde, Izaskun Landaida, y el director de AZ, Fernando Pérez. "Casi te da asco ser hombre", dijo el alcalde, conmovido.

El recorrido requiere aproximadamente cincuenta minutos. La voz de una actriz, víctima de violencia machista, guía a los visitantes por el espacio laberíntico, compuesto por doce habitaciones, que se vuelve profundamente terrorífico porque todo lo que muestra es real. Son reales los datos, las sentencias, las declaraciones y las preguntas que formulan y son reales también las conversaciones y los testimonios que narran. La exposición remueve conciencias.

nivel de machismo Pero, ¿es teatro? ¿Exposición? Según define su creador, Àlex Rigola, "es un viaje escénico, experimental e interactivo. Y una experiencia educativa, que deja claro que la violencia machista es un problema social grave y debe desaparecer". De hecho, por las mañanas AZ programa visitas para estudiantes a partir de 15 años, acompañadas de apoyo psicológico.

En el recorrido hay momentos interactivos, en los que hay que dilucidar qué demenciales sentencias judiciales son reales y cuáles no; se evalúa el nivel de machismo de los visitantes o su implicación con la lucha contra la violencia a través de preguntas en una instalación que es como un vis a vis carcelario. "¿Has sufrido alguna vez violencia machista? ¿Has sido testigo de algún caso de violencia machista? ¿Has hecho algo para impedirlo?". Con estas interrogaciones se invita al espectador a mirar no solo hacia afuera, sino también hacia dentro.

En otro de los habitáculos, instalados en el atrio de AZ, se abordan también los temas de maltrato infantil y los abusos sexuales a menores. Y en otro, a modo de un portal, el público conoce el caso de la víctima de La Manada mientras lee algunas de sus declaraciones en el juicio.

El recorrido desvela números y estadísticas, como que una de cada tres mujeres en el mundo ha sido víctima de violencia machista o que más del 50% de las mujeres afirman que han sufrido acoso sexual en el ámbito laboral. Hasta llegar a las fotografías que corresponden a esas cifras, con imágenes de mujeres asesinadas en los últimos cinco años.

Y cómo epílogo, un fragmento del videojuego GTA, catalogado para mayores de 18 años, al que juegan más de 90 millones de niños y adolescentes del planeta. El protagonista del juego puede contratar prostitutas y pagar por una masturbación o una felación y, si quiere recuperar lo pagado, puede matar a la chica en mitad de la calle, cuando esta se baja de un automóvil.

"Macho man contribuye al papel que el arte y el teatro pueden tener como herramienta social para combatir la violencia de género, los micromachismos y el contexto donde se mueve el violento", explica Rigola, que confirma que tenía claro que debía investigar y denunciar lo que sucede.

El proyecto, que se desarrolla en colaboración con el Área de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao y con el apoyo de Emakunde, está instalado en el Atrio de las Culturas y puede ser visitado hasta el próximo día 15. La entrada cuesta 10 euros, 8 con tarjeta de AZ.