BILBAO - A sus 60 años, la inspiración es compañera fiel en las noches de insomnio de Enrique Villarreal, alias El Drogas y exlíder de Barricada. En caso contrario no se entendería que el rockero navarro acabe de publicar Solo quiero brujas en esta noche sin compañía (Warner), un proyecto que aúna 42 canciones de timbres sonoros y líricos diversos en 5 discos. Incluyen medios tiempos, juegos jazz y folk, hardcore, sonidos industriales, r&b, tango y rock a degüello entre guiños al poder, los inmigrantes, el amor y a la poesía de Galeano y Leopoldo Mª Panero en unos “tiempos ajetreados para el corazón”.

No es normal editar 42 canciones de golpe. ¿Consecuencia de su insomnio?

-Ya logro dormir cinco horas cada noche; casi nunca seguidas, eso sí. Lo que pasa es que me ha dado tiempo, ya que empecé hace tres años. Y me dedico a esto, por lo que no me explico cómo a la gente le cuesta grabar 10 canciones hasta 5 años.

El que avisa no es traidor. El anterior, ‘Demasiado tonto...’ incluía ya tres discos.

-Sí. Si fueran canciones y acordes complicados, de siete acordes mayores o de diferentes escalas cromáticas, me costaría más hacer discos. Eso me importa menos que el resultado final del garabato, por lo que no tengo complejos. Si tuviera que hacer canciones redondas, estaría trabajándome todavía el primer disco. Sería un aburrimiento de oficio, lo habría dejado.

Son tiempos de ‘streaming’ y escuchas de canciones sueltas. Sabe que va a contracorriente ¿verdad?

-Y tan a contracorriente ya que no sé qué es eso del streaming y el Spotify. Twitter me pide que me inscriba y estoy hasta los cojones de que en la página de Facebook me manden avisos. ¡Qué mierda, no entiendo nada! Soy de la vieja escuela, como este trabajo, que incluye un libreto para el buceo de las letras durante su escucha. Y digo escuchar, no oír.

Cada uno de los discos tiene su propio sonido y funciona casi de forma conceptual. ¿Es fruto de la casualidad o fue a buscarlos así?

-Aparecen en el orden en que surgieron. Primero Timbre acústico, con sus letras luminosas. Y cuando lo estaba acabando, aparecieron las primeras del segundo, Timbre oxidado (Europa), cuya música hizo mi grupo, en un plano eléctrico, incómodo y hardcore. Luego, yo metí melodías y letras. Y cuando lo grabábamos, fueron apareciendo las del tercero...

Titulado ‘Timbre canalla y de bullanga’.

-Está basado en expresiones lunfardas, del tango y la Pampa. Son temas muy sencillos, basados en el tango por alguien que no lo entiende pero al que le gusta su estética. Y al pasar por el grupo cogieron un color muy r&blues, en el que nos movemos cómodamente.

El cuarto es ‘Timbre fundido’.

-Echaba en falta una parte de rock industrial, a los NIN de Trent Reznor, que ya los escuchaba con La Venganza de la Abuela. Fue una ruptura con mi vida anterior, ya que leí más poesía que escuché música. Al final, los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, especialmente Fénix, la historia de un circo, me dieron pie a escribir las letras. Y antes de concluir su grabación, a piano y guitarra, con pocos acordes, salió el último, Timbre equivocado, que agrupa canciones que son un cajón de sastre.

Es el disco más suave.

-Es como coger esas manzanas de sabor especial de la sidra, con gusano, de Asturias o Euskadi. Me dio igual si no había electricidad o mala hostia. En los dos últimos he grabado yo casi todos los instrumentos.

¿Cómo sugiere la escucha de este proyecto? Seguidos es como una maratón.

-Yo lo he hecho (risas). ¡Es mucho tiempo en la vida de una persona! No sé si es buena idea. Cada disco tiene su momento, incluso cada canción. El oyente puede hacerse su propio disco, picando de aquí y allí, como hacía yo antes con cintas cuando iba en el coche. Todavía es donde más a gusto oigo música, yendo tranquilo, a 100 por hora.

En las letras también hay de todo. Algún disco podría considerarse muy político, ¿no cree?

-Es mi manera de escribir, en la que me siento cómodo. Y es triste sentirse cómodo escribiendo sobre las desgracias de otra gente. Si me metiera más allá de donde rompen las olas para los críos... ya no me sentiría seguro. Me gustaría llevar a 50 metros de la orilla a quienes dicen que los emigrantes vienen a robarnos. Que sintieran ese meneo; y no te digo si estuvieran con 100 personas más y en un cayuco. Es triste tener que escribir de ese tipo de tragedias. ¡Ojalá no tuviera que hacerlo!

No todo el mundo se atreve.

-Pues no me siento nada valiente. La gente me está diciendo que la canción que finaliza el disco sobre Europa es optimista. No es así, es absolutamente cobarde porque tengo la suerte de tener dos nietos y mi máxima preocupación es comprar una bici más grande al mayor. Ves la foto de la personica esa de la playa, muerta, con la misma edad que mi nieto... Necesito sentir empatía, cagarme en Dios y sentirme cobarde por haber nacido en este lado de la raya.

Ilegales ya cantaba “Europa ha muerto”. Usted le canta al racismo, dice que “huele a cementerio” y ve”el mar como pena de muerte”. No ha cambiado tanto tres décadas después ¿verdad?

-No sé, igual Europa está más viva que nunca. Para asesinar hay que estar vivo y el continente es hoy un compendio de ideas y personas que asesinan; y tenemos que sentirnos partícipes de ello.

Volvamos al cuento de Ribeyro y su circo. El poder nos mantiene en una pista en la que nos trata como a payasos.

-Así es. A veces eres el payaso fuera de casa, pero dentro te sientes el dueño. Yo, tú, cualquiera... eres el forzudo, el abusón, o la contorsionista, la que sufre los malos tratos. Es así, todos somos todo; y estaría bien que reconozcamos cuándo somos esa parte negativa y tener herramientas suficientes para poder reprimir esa dosis de Abascal que llevamos encima. Y así poder sacarla por el orto en lugar de por la boca.

“Nos quieren débiles e imbéciles”, también canta.

-Así es. Pero en esa misma canción también digo que la gente tiene dos manos para empujar. Y que somos los bastardos que dejaron de llorar.

En más de una canción cita a las mordazas y nos deja una frase tremenda: “si no sabes callarte estás jugando con fuego”. ¿Hemos mejorado en libertad de expresión sin el PP?

-Bueno... el mayor problema es la autocensura. Cuando te van avisando de la cárcel, aparece en los trabajos del personal. Y es muy complicado saber hasta dónde llega. Solo lo sabe quien se autocensura.

¿Qué me dice de la sentencia sobre el euskera en Nafarroa? ¿Se pregunta muchas veces a lo largo del día por qué, como en una de estas canciones?

-Bueno, es lo normal, siempre lo han defendido así. Desgraciadamente tenemos personajes como Ana Beltrán, que releva a otros anteriores. Y UPN no termina de entender que si te enroscas la boina hacia la derecha te aprieta más el cerebro. Hay que desenroscarla hacia la izquierda. Es complicado que vayan a entender nada. Y Maya está de regreso... y ¡qué poco ha aprendido! Y salen porque ahí están las urnas, salen quienes dicen que tienen que salir. Bueno, también ha estado EH Bildu en el Gobierno y el monumento a los caídos de Iruñea sigue de todo menos caído. Lo del desgobierno... no es de ahora, es constante.

¿Cuál es su visión del rock a los 60 años, porque canta que “mi tiempo de hacer el bellaco ya terminó”?

-Es así, aunque es solo una frase. Soy una persona mayor y estoy a gusto. Me acuesto a las 23.00 horas, como mucho, y madrugo. A las 5 o 6 estoy levantado y me he tomado 4 cafés. Es mi tiempo de hacer el aitatxi y de disfrutar de todo ello.

Aunque sus conciertos son maratonianos, no será fácil presentar 42 canciones en gira.

-El planteamiento es sencillo: presentar los tres primeros íntegros, con 15 canciones más para llegar a las 40. Me gusta lo de cantar las 40 (risas). Y si la cosa va bien, nueva gira para tocar los dos últimos, con una estética diferente en escena y recuperando temas de La Venganza de la Abuela, más industriales.

¿Cómo va la gira compartida con La Polla?

-Está siendo una gozada. Con Evaristo ya habíamos tenido relación, compartido escenarios con Gatillazo, y siempre es interesante escucharle, tanto hablando como berreando. Es un maestro de la vida. Que hayan contado con nosotros para abrir los conciertos está siendo muy bonito porque el repertorio que tocamos es muy de los 80 y la gente disfruta de las canciones desde el minuto uno.

¿Hay espacio para Barricada?

-Claro. Más de la mitad de las 20 canciones son de su época. Alucinan, están a gusto y las cantan todas. Y le sumamos Azulejo frío y alguna más. Son canciones muy festivaleras.

Usted y Evaristo son dos leyendas, pero ambas activas.

-Sí, sobre todo por él. Y encontrarme con Abel y Sumé fue otra gozada. Igual no les veía desde hacía más de 20 años, antes de acabar con La Polla.