donostia - Pacificado, de Paxton Winters y producida por Darren Aronofsky, se alzó ayer con la Concha de Oro -es la primera que gana una producción brasileña-, además de con el premio a la Mejor Fotografía para Laura Merians y el de Mejor actor para su protagonista, Bukassa Kabengele. Se trata de una “carta de amor” a las favelas, un drama ubicado en Morro Dos Prazerez de Río de Janeiro tras la celebración de los Juegos Olímpicos de 2016, a la que vuelve Jaca (Kabengele) después de haberse pasado catorce años en prisión.

Los productores de la cinta, Marcos Techellea y Paula Lunhares, explicaron que para ellos ya fue una “victoria” haber sido seleccionados para la 67ª edición del Zinemaldia que se clausuró ayer en el Kursaal. En este sentido, agradecieron el máximo galardón de este festival de Categoría A, que consideraron “muy importante”, no solo para el equipo de la película, sino para “el cine brasileño” en general.

Siete años de convivencia con la citada favela fueron necesarios para que Winters, cineasta de origen estadounidense, sacase adelante esta producción. Como anécdota, el director se dirigió al público pidiendo un saludo a los habitantes de Morro Dos Prazerez, a los que contactó por videoconferencia, y con los que comprendió lo que significa el concepto de “comunidad”.

Kabengele, que no pudo celebrar su premio con el de sus compañeros al no encontrarse ya en Donostia, dejó un comunicado que fue leído por su compañera de reparto Deborah Nascimento, en el que aseguró que Pacificado, le hizo “protagonista en el cine”, pero que con este premio, “el más importante” de su vida, el Zinemaldia le ha hecho “protagonista en la vida real”. “He podido ser voz de quien no la tiene”, afirmó el actor, quien aseguró haber sido un privilegiado por haber tenido acceso a la “educación” y la “cultura”, en un país, Brasil, en el que “el racismo” es ley.

Por su parte, la producción vasca La trinchera infinita, de Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, equipo que en 2017 se llevó en el Zinemaldia el Premio Especial del Jurado con Handia, se alzó en esta ocasión con el galardón a la Mejor Dirección y Mejor Guion, además de lograr el Premio Irizar al Cine Vasco.

Los Moriarti se fueron turnando en sus discursos de agradecimiento. Arregi explicó que “dirigir es plantear un punto de vista” y que su trabajo como trío de cineastas es “articular” que toda la gente siga la misma dirección, aunque reconoció que “el equipo”, tanto vasco como andaluz, se lo ha puesto “muy fácil”. Garaño le tomó el relevo para agradecer a todos los “desconocidos” que esta semana se han acercado a ellos para felicitarles por esta cinta, que como recordó Goenaga trata sobre el “miedo”. “Queremos dedicarla a quien siente miedo, para decirles que están acompañados”, comentó el también guionista, que con Luiso Bedejo se alzó con el premio al mejor libreto por construir una historia “con acento andaluz” sobre un topo que tras iniciarse la Guerra Civil, pasó 33 años escondidos en su casa.

Con respecto a la escritura, Goenaga -Berdejo no pudo acudir a la gala por encontrarse en Estados Unidos- quiso agradecer a Arregi y Goenaga, así como a los actores principales, Antonio de la Torre y Belén Cuesta: “Un guion se va haciendo durante todo el proceso”.

póquer de damas Además del premio para Merians, otras tres mujeres se alzaron con las mayores distinciones del Zinemaldia. Alice Vinacour se hizo con el Premio Especial del Jurado por su Proxima, un largometraje sobre la difícil decisión de una astronauta de anteponer su carrera espacial a el cuidado de su hija.

El tribunal destacó su “ambición estética” y su capacidad de “convertir un drama de exploración espacial en una exploración de la maternidad”, mientras la directora dedicó el reconocimiento a la protagonista Eva Green “que se entrenó duramente”, así como al colectivo de mujeres astronautas.

Por último, la Concha de Plata para la mejor actriz fue a parar ex aequo a manos de Greta Fernández, protagonsita de La hija del ladrón, de Belén Funés, y de Nina Hoss por The audition, de Ina Weisse.