Donostia - Juanjo Mena dirigirá mañana y pasado al pianista Javier Perianes y a la London Philarmonic Orchestra en los conciertos que clausurarán la 80ª Quincena Musical. El gasteiztarra será la batuta responsable de conducir el integral de piano y orquesta de Ludwig van Beethoven. Mañana el conjunto interpretará el Concierto número 2, el número 3 y el número 4. El sábado, por su parte, se interpretarán el 1 y el 5, conocido como El emperador.

¿Clausurar la Quincena Musical es algo especial para usted?

-Sí. Para mí, clausurar el 80 aniversario, es un lujo. Muestra la conexión y el grado de confianza que la Quincena siempre ha demostrado para conmigo desde hace más de 30 años, cuando José Antonio Etxenike apostó por mí y me invitó a participar en el Ciclo de Música Contemporánea, que en aquella época se hacía en el salón de actos del Ayuntamiento de Donostia.

Dirigirá el integral para piano y orquesta de Beethoven.

-Disfrutar en un periodo pequeño de tiempo de los cinco conciertos para piano de Beethoven es una oportunidad poco habitual. El público va a encontrarse ante una obra realizada a lo largo de toda una vida. Podrá observar y descubrir las similitudes, los contrastes, las memorias de otros conciertos que hemos escuchado antes? Sin duda, los conciertos para piano de Beethoven son obras cumbres del repertorio, incluso para el solista y para la orquesta. En ese sentido, poder escucharlos seguidos es una manera de ver pasar la vida de Beethoven ante tus ojos; viene bien para redescubrir las relaciones estilísticas y cómo cambian los conciertos.

Mañana interpretan el ‘Concierto número 1’ y el ‘número 5’, conocido como ‘El emperador’. Entre una composición y otra casi dos décadas. ¿Se percibe una clara evolución entre ellas?

-Sí. El Concierto número 1 y el número 2 apenas se tocan y creo que va a ser una sorpresa. Cuando cogimos el primero hace poco, nos pareció maravilloso. ¿Por qué no se hace más este concierto? Es de una brillantez, una alegría y una soltura increíble, con un centro muy claro y con una potencia enorme, tal y como es Beethoven, que tiene esa habilidad de llevar la música hasta el límite de lo que no esperas. Va a ser un descubrimiento para mucha gente.

Javier Perianes actúa como solista.

-Hay que recalcar su importancia, toca los cinco conciertos durante los dos días. Va a ser algo espectacular. Él está muy bien, está en un momento fantástico de su carrera y va a ser un disfrute para todos.

Llevan varios meses con este programa y concluirán con su gira el sábado.

-Hicimos varios conciertos entre febrero y marzo en Zaragoza, Barcelona, Valencia, Alicante, Madrid y Londres. Lo hemos continuado en Mallorca y Santander, y mañana y pasado lo haremos en Donostia. A la orquesta la conozco, suelo trabajar con ella, es perfecta para acompañar; creo que el concierto está a un altísimo nivel.

¿Cuál es su relación particular con Beethoven?

-Mi relación está en continuo crecimiento y mejora. Hace muchos años hicimos la integral de Beethoven con la Orquesta Sinfónica de Bilbao, cuando llegué como titular. Ahora me doy cuenta que en aquel momento justamente los hice, no llegué a entender los conciertos, a disfrutarlos, a analizarlos o a desarrollarlos como ahora. Durante estos últimos 20 años he hecho conciertos en diferentes sitios y con otras orquestas, me he ido enriqueciendo de otros músicos y solistas. A día de hoy, sigo leyendo libros sobre Beethoven, todo lo que sale nuevo. Es la única manera de descubrir nuevas cosas. Increíblemente, ahora marco las partituras mucho más que antes, es porque veo muchas más cosas y eso solo se entiende desde la experiencia.

¿Son estos conciertos exigentes para un pianista?

-Enormemente exigentes. A nivel técnico, algunas de ellas son muy complejas. También hay un Beethoven muy delicado y cuidadoso. El propio Czerny decía que nunca había escuchado un legato como el Beethoven; habla de que esa era su característica especial: cómo tocaba el legato y cómo casi no se percibían los cambios de una nota a otra. Si la gente se enfrenta a estos conciertos sin un conocimiento muy centrado no van a ver todas las cosas que puedes ver con una experiencia y trayectoria como la que tiene Javier.

Hace muchos años que se conocen Perianes y usted. ¿Cómo es trabajar con él?

-Hace más de diez años que trabajamos juntos. Es muy fácil trabajar con él. Es una persona muy divertida, muy abierta, muy locuaz y creativa. Cuando hacemos algo tan estilísticamente delicado como esto, de tan altísimo nivel, sabe cómo estar ahí; está haciendo algo espectacular.

Ambos ostentan el honor de ser Premios Nacionales de la Música. ¿Es también un reclamo?

-Sí, suelo hacer chistes con ello (ríe). No es casual. Javier es uno de los solistas españoles con mayor proyección internacional. No está ahí por nada, sino por un trabajo muy profundo y muy bien pensado.

En esta Quincena también ha participado Omer Meir Wellber, batuta israelí que le ha sustituido al frente de la BBC Philharmonic Orchestra. ¿Se conocen?

-Conozco su nombre y la carrera que está haciendo, pero no hemos tenido ocasión de coincidir nunca. Él ha comenzado este verano con la BBC, ha hecho los Proms. Creo que hará un estupendo trabajo con el conjunto. Es una orquesta que le va a apoyar y que le va a escuchar. Es bueno que los conjuntos tengan gente diferente, no solo como invitados, sino como titulares; se genera un enriquecimiento mutuo.

Usted llevaba siete años al frente de la orquesta de la BBC.

-Realmente son nueve, porque durante dos años estuvieron probándome con todo tipo de repertorio y en situaciones diversas. No ocurrió de la noche a la mañana, fue un proceso largo y, al final, me escogieron. Han sido nueve años intensísimos con un trabajo espectacular: tres programas por semana, como se hacen habitualmente con esta orquesta, teniendo la radio grabándote de forma continua como una daga esperándote en el cuello; los Proms; las grabaciones para Chandos? Todo ello ha sido fundamental en mi carrera.

¿En qué estado de salud ha dejado la orquesta de la BBC?

-Creo que la he dejado mejor que cuando me la encontré, con una mayor diversidad tímbrica, mucho más colorista, creativa? Quizás sean otros los que deban opinar, pero la gente ha hablado del cambio que se produjo a nivel de repertorio y de manera de afrontar la música. El camino sigue, ellos siguen, yo sigo y todo hacia adelante.

¿Cómo se ha producido su salida de aquella orquesta? ¿Era algo que tenía previsto?

-En Bilbao estuve nueve años, con la BBC otros nueve. En nuestro mundo es normal que tenga que haber un cambio. Después de la intensidad con la que trabaja un director titular en la BBC, el músico también necesita escuchar a otros. Al cabo de tantos años ya saben lo que su titular les va a pedir. Cuanto más años lleva uno, o tienes una mayor paleta, tomas repertorios muy diferentes, propones cuestiones que contrasten con lo que ha habido antes, o sino el músico ya sabe lo que quieres; es entonces cuando, quizá, se empieza a deteriorar la comunicación. Es normal.

¿Volverá a trabajar con ellos?

-Sí. Ahora vamos a grabar unos conciertos. La relación continúa, pero a otro nivel.

¿Qué van a grabar?

-Dentro de nuestra colección de Chandos de música española y latinoamericana, vamos a hacer un disco que faltaba en la discografía de esta colección con música de Roberto Gerhard. Aún siendo natural de Catalunya, después de la guerra marchó a Inglaterra donde hizo su carrera. Es un proyecto bonito.

Se abre un nuevo ciclo para usted, pero no le faltarán propuestas.

-No, la agenda está completa para las próximas dos temporadas. No hay huecos. Siempre surgirán cancelaciones que habrá que cuestionarse. El trabajo no falta, tengo muchísimos proyectos, tanto operísticos como sinfónicos con orquestas con cada vez mejor nivel.

Lo inmediato llegará en octubre con ‘El caserío’, de Guridi.

-Hace mucho tiempo que proponían proyectos de zarzuela. A tener la oportunidad de dirigir una composición de tu paisano no le puedes decir que no. El Teatro de la Zarzuela, dirigida por Daniel Bianco, va a montar una nueva producción de El caserío y yo tenía que estar allí y poner la música de Guridi al mejor nivel. Voy a dirigirla con una partitura de orquesta, por fin, porque siempre se ha hecho con una de piano que está mal detallada. Estoy muy contento de llevar a otro nivel la obra de Guridi.

En noviembre participará en la temporada de la OSE.

-Volveré con la OSE y con una obra muy interesante de Gabriel Erkoreka, que estrené con la orquesta nacional hace unos años, y con el grupo Kalakan. Es un proyecto muy bonito. Y a la semana siguiente estaré en Chicago con su sinfónica y a la siguiente no sé ni adónde voy. Esto no para.

De cualquier modo, siempre vuelve, en cierta manera, a casa.

-No puedo olvidar lo que soy y de dónde vengo, todo lo que este país me ha dado. Sigo intentando luchar a mi manera e intentar ayudar a la educación musical de este país. Como dije, durante la entrega de uno de los recientes premios que he recibido con el lehendakari presente, hay que poner un profesor de música en cada ikastola de este país para que los niños canten. Ahora es muy fácil hablar de Juanjo Mena, pero soy lo que soy porque un señor desinteresadamente vino con una flauta a mi clase cuando tenía siete años, tocó unas notas, las acerté y me preguntó si quería cantar en el coro. Con ese primer lenguaje un niño va a escucharse internamente, sentir su vibración, escuchar al otro, respetar y crear con el otro; es una enorme escuela de convivencia. Sigo insistiendo con ello como sigo insistiendo en otras cuestiones.

¿Cuáles?

-Cuando creé la EGO con el Gobierno vasco, no existía ninguna orquesta en este país. Se lo he dicho a todos, no tiene sentido la EGO si no está unida al proyecto educativo. Las orquesta EIO (Euskadiko ikasleen orkestra/Orquesta del alumnado de Euskadi) está con unas condiciones económicas muy malas y, sin embargo, la EGO tiene mucho más dinero. No tiene sentido, hay que aunar. Ahora la EGO no tiene sentido, cuando existe toda una organización interna de los conservatorios, Musikene... La EIO es la orquesta que tiene que hacer crecer a la juventud instrumental de este país.