Helena Jiménez de Aberasturi tiene su taller, Txarnela, en la calle Aizkorri de Donostia, en pleno corazón de El Antiguo. Recibe a este periódico en su local ataviada con un delantal de faena y muestra qué tiene entre manos. Sobre una mesa de trabajo descansa un grueso volumen que luce muy antiguo y, por antiguo, parece que ha sufrido el desgaste del tiempo: le falta uno de los broches de cierre y tanto la portada como el lomo parecen ajados. Jiménez de Aberasturi confirma, por la encuadernación, que es un libro del siglo XVI.

La experta explica que lo primero que le indica que es un ejemplar posterior a 1500 es que el texto está impreso, ya que la imprenta se inventó pocos años antes: “Se trata de un volumen con tapas en madera y la encuadernación es mudéjar, en piel”.

Además de impartir talleres sobre esta práctica desde hace años, la artesana -la Diputación Foral de Gipuzkoa concedió a Jiménez de Aberasturi el título de maestra artesana en 2012- es también restauradora. Las bibliotecas y las instituciones requieren de sus servicios para recuperar obras que se hayan visto degradadas a causa del paso del tiempo.

El libro que tiene estos días entre manos pertenece a la colección de la Biblioteca Central de Donostia y, según comenta, tiene por delante, al menos, un mes de trabajo para hacer que el volumen vuelva a coger lustre: “Es un proceso lento”.

¿Y qué tiene que hacer para restaurar esta pieza? Jiménez de Aberasturi deberá poner unos “injertos en piel” en varias zonas. Además, llevará a cabo una limpieza en seco y añadirá una caja de conservación. “No se trata de un libro de consulta habitual, es más bien para guardar en las condiciones adecuadas”, expone.

Como en cualquier restauración, también aplicable a obras de arte, la filosofía es clara: la mínima intervención es lo más recomendable. En el caso que tiene sobre la mesa, la artesana no puede sumar elementos que no sean propios del volumen. Por ejemplo, no puede añadir el segundo broche que le falta al tomo.

No solo trabaja en su taller. Hay veces que las instituciones le permiten sacar los ejemplares pero, en otros, debe trabajar in situ. Por ejemplo, recientemente la llamaron del Centro de Colecciones Patrimoniales de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Gordailua, para llevar a cabo la restauración de una acuarela.

Además de hacer trabajos de reparación, también lleva a cabo labores de conservación, por ejemplo, en la Central de Donostia: “A veces, sin tocar los libros, se hace una especie de limpieza en seco”. Ella también da ciertos consejos sobre cómo conservar los ejemplares: “Hay que ir mirando si tienen bichos y si están bien conservados. Y no siempre hay que intervenir, pero sí vigilar”.

En este sentido, comenta que la colección de la biblioteca de Donostia, así como la de Gordailua, está muy bien conservada y que los propios trabajadores, con el tiempo, han ido formándose para que así sea.

particulares Además de las instituciones, los particulares también se acercan hasta el estudio Txarnela, pero lo hacen con otro tipo de idea en mente. En algunas ocasiones sí que se acercan para encargar una restauración de algún libro de importancia familiar, pero no tienen, como el que trabaja ahora, cuatro siglos de antigüedad.

La artesana elabora también encuadernaciones “más sencillas” como las de revistas, cartas de restaurantes, álbumes de fotos diferentes que no sean el “típico Hoffman”, libros de firmas, tesis o recopilaciones de periódicos, también para bibliotecas: “Siempre son trabajos distintos”.

criada entre libros A Jiménez de Aberasturi la afición por los libros le viene de familia. No en vano, pertenece a un clan de editores y libreros. Su padre es Luis María Jiménez de Aberasturi, fundador de Txertoa, y en sus inicios su taller se situaba en el local que la editorial tenía en Amara. La encuadernadora es nieta del fundador de la librería Easo de Donostia, Nicolás Jiménez de Aberasturi: “Recuerdo cuando mi aitona viajaba a París y compraba diferentes encuadernaciones” rememora.

Al hecho de crecer rodeada de libros se suma su afición por la decoración. Por recomendación de su padre, probó con la encuadernación. Tras una insatisfactoria experiencia en un taller en Donostia, Helena Jiménez de Aberasturi viajó a Madrid a trabajar con una encuadernadora, tras haber leído un artículo sobre ella en un medio de comunicación. De allí dio el salto a la escuela-taller de Antolín Palomino, antes de viajar al Instituto Spinelli, de Florencia, para estudiar Restauración. Previamente a su periplo italiano, compaginó sus estudios en Madrid con un trabajo en el laboratorio de restauración de la Biblioteca Nacional, en aquel momento dirigido por Mariví Calderón. “Tengo la suerte de que mi trabajo se ha convertido en mi hobby”, confiesa.

original Preguntada por la pervivencia del sector artesanal y de papel frente a las ya consolidadas nuevas tecnologías, tanto en lo que se refiere a producción como en lo que tiene que ver con el consumo, niega tajantemente que vaya a desaparecer: “Es todo lo contrario”. “Parecía que con la llegada del libro electrónico esto iba a desaparecer. No es así”, apunta para después añadir que, pese a que quedan pocas personas que trabajen como ella -en Donostia hay solo dos-, la gente sigue buscando “algo diferente, especial y artesano”. En este sentido, reconoce que cada vez tiene más trabajo: “Estamos hartos de que todo esté hecho a máquina, de que todo sea igual”. Y es que, tal y como expone en el manual que ha publicado recientemente, “el producto artesano es duradero y un objeto original”.

el manual Además de su labor como restauradora, desde 1991 Jiénez de Aberasturi imparte clases de encuadernación en la Biblioteca Central y, actualmente, también en un centro de día para inmigrantes que la Cruz Roja tiene en Intxaurrondo. Fue Susana Soto, actual directora del Museo San Telmo pero en aquella época responsable de la Central, la que requirió de su conocimiento para impartir talleres tras la jubilación del encuadernador que tenían en plantilla.

Para todos los que aprenden con ella, la artesana ha preparado su propio libro de instrucciones. Encuadernando con Helena, un manual en el que, mediante imágenes y texto, la experta da indicaciones sobre cómo llevar a cabo un trabajo de encuadernación. Aún más, Jiménez de Aberasturi plantea varias opciones, desde contar con el material y el local adecuado hasta encuadernar con menos recursos.

“La necesidad” fue la que le llevó a escribir esta guía: recopiló sus diferentes apuntes y les dio esta forma. En vez de recomendar libros o técnicas de terceros, apostó por su propia experiencia. “La gente que encuaderna conmigo puede leer mi manual, mi técnica, que es como la que utilizan otros, pero adaptada a su forma de trabajar. A los estudiantes les resulta más fácil de esta manera”, indica la autora. Aún más, como guiño a la propia práctica, Encuadernando con Helena ha sido cosido a mano por la propia autora e, incluso, cuenta con una versión que no ha sido encuadernada por si alguno de sus alumnos quiere hacerlo por su cuenta.

Otra de las particularidades con las que cuenta esta guía es que incluye un glosario en euskera. Las clases que imparte son bilingües y, ante la necesidad de nombrar correctamente los distintos apartados de la práctica en lengua vasca, ha preparado un listado de términos con ayuda de uno de sus alumnos.