bilbao - El año pasado, India anuló una ley de la época colonial, conocida como el artículo 377, que criminalizaba la homosexualidad. “La historia les debe una disculpa a los miembros de la comunidad gay por el retraso en garantizar sus derechos”, aseguró entonces el ministro Indu Malhotra. De estas criminalizaciones sabe mucho el director de cine Sridhar Rangayan (Mandya, Karnataka, India, 1962), que lleva más de dos décadas abriendo puertas y dando voz a historias censuradas y apartadas de las pantallas de cine. En la India se producen más de 1.200 películas al año, pero todavía hay un organismo oficial que se encarga de calificar las películas y prohibir, si lo cree necesario, su estreno en salas comerciales. Hasta hace poco, cualquiera que tuviera un protagonista gay o lesbiana era censurada automáticamente.

Sridhar Rangayan ha recorrido un camino largo y difícil -su primera película todavía no se puede ver en las salas de cine de su país- que le ha valido el reconocimiento de los responsables del Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas LGTBI+ de Bilbao, Zinegoak, que le concedieron ayer el premio de honor de esta edición por su “cine comprometido y necesario”.

En 2001 Rangayan fundó la productora Solaris junto al escritor y director artístico Saagar Gupta. Se convirtió en la primera productora india especializada en películas LGTBI+ y es la organizadora del primer y único festival de cine queer de India, Kashish, que en sus diez ediciones ha conseguido convertirse en una referencia global.

Horas antes de recibir ayer el premio en el Teatro Arriaga, Rangayan rememoraba ante los medios de comunicación “a aquel joven confundido y perdido que vivía en una aldea de la India en los años 80, que se trasladó en los 90 a Bombay, donde empecé a tomar contacto con el colectivo. En los 90 no se hablaban de estos temas y tuve mucha suerte de conocer a dos personas con las que creé la primera publicación de temática homosexual. Empezó todo como una lucha personal, pero pronto se convirtió en un tema más político y social”.

En 1994 participó en la creación de la primera organización de apoyo a homosexuales en la India, en la que en la actualidad trabajan más de 220 personas. “Mi madre siempre me ha dicho que me quería mucho, pero me pedía que no hablara de estas cosas en público. Otras personas también me decían que hiciera este trabajo a escondidas. Yo no tenía la intención de ser activista, pero surgió. El objetivo es normalizar la homosexualidad y dar información a algún niño que viva en una aldea lejana y se sienta confuso, como me pasó a mí”, explicó.

pasos adelante Reconoce este cineasta y activista que con la derogación de la ley 377, “con la que se criminalizaba no solo las actividades homosexuales, sino también todas las que no fueran penetración de vagina”, la situación ha cambiado lentamente en su país, aunque todavía faltan muchos derechos por reconocer. “Como el matrimonio, la adopción... Yo tengo pareja desde hace 23 años y sueño con que algún día pueda contraer matrimonio con él”, confiesa.

Además de organizar el primer y único festival de cine queer de la India, también organiza el Flashpoint Human Rights Festival, centrado en la defensa de los derechos humanos desde un punto de vista “amplio” y con el fin de buscar la transformación social. “Al principio se proyectaban las películas en las salas pequeñas con solo cien asistentes. La gente tenía miedo, pensaban que podían quemar las salas de cine, pero la primera edición salió muy bien y hemos seguido luchando por la libertad de exhibición en los cines. Y, desde entonces, las películas se proyectan en cines más grandes, donde caben más de mil personas. Además, el 30% de las personas que acuden a ver esta películas no son del colectivo LGTBI”, explica. “Estas películas han creado un buen conocimiento del colectivo. En India piensan que ser lesbiana o gay solo está asociado al sexo y no solo es eso, yo no soy una persona gay y ya está. Yo soy director de cine, soy director de festival y soy un hombre gay también. En India no nos ven como a personas normales, con nuestras profesiones; se cree que todo lo relativo a LGTBI es malo y procede de Occidente”, desveló Rangayan.

“Lo que quiero hacer es normalizar y ayudar a comprender lo que es ser una persona homosexual. Tenemos diferentes vidas, diferentes historias y queremos contarlas. Por eso, hice mi primera película en 2002, The pink mirror, que aún así hoy en día sigue censurada en mi país. A partir de entonces, he hecho más películas y documentales en los que intento contar esta realidad y me siento muy contento de que cada vez haya más personas y directores que hagan cine con temática de género” continuó el director hindú.

Rangayan mantiene el estilo Bollywood en sus películas, “la herencia cultural de mi país, pero contando la historia desde otras perspectivas”. En 2018 estrenó su última cinta, Evening shadows, presentada el domingo en Bilbao, que es un largometraje “universal y familiar”, según sus palabras, y no trata solo de una historia de gais, sino de la vida de las mujeres hindúes y de sus derechos frente a una sociedad muy patriarcal. El filme ha sido seleccionado en más de cuarenta festivales internacionales y también ha sido distribuida en salas comerciales de India, donde ha tenido una buena acogida.