Madrid - Arantxa Echevarría, directora y guionista de Carmen y Lola, ha escrito un guion “pez” que se le escurría de las manos; pero el de Javier Fesser, director y coguionista con David Marqués del “pelotazo” cinematográfico del año, Campeones, ha sido una “esponja” que parecía no acabar nunca de absorber ideas.

Y los dos, directores y guionistas, coincidieron ayer en destacar la “suerte” que han tenido no solo por la generosidad de los protagonistas de sus películas, sino por el gusto de ver volcadas en la pantalla tantas horas de trabajo. Eso, dicen ambos, vence la frustración de premios no ganados, o festivales que no te quisieron.

“No hay placer mayor que estar haciendo una cosa que ves que funciona; si lo consigues -dijo Fesser-, eso te hace tan fuerte que la falta de éxito o de premios te da igual: para ti sí lo has tenido. Eso es lo auténtico, con lo que te quedas. Los premios son más anecdóticos de lo que parece”.

Fesser y Echevarría formaban parte de una mesa redonda que tuvo lugar en la Academia del Cine, promovida por el sindicato de guionistas Alma, con una decena de guionistas, algunos de ellos también directores de cine, todos ellos nominados en la 33ª edición de los premios Goya por sus trabajos originales o adaptados.

Moderada por Isabel Vázquez, la mesa desveló personalidades, egos y amores diferentes pero con muchas coincidencias en sensaciones, modos de trabajar y carencias -sobre todo, de contratos “decentes”, seguridad en el trabajo y pagos en sintonía con sus desvelos- y un común amor por la escritura.

Desde textos que se hicieron en meses (Jefe, El reino) a otros que llevaron años (Carmen y Lola, Campeones, La noche de doce años), ninguno de ellos -aseguraron- escribe conscientemente para ganar un premio o conseguir el éxito.

“En nuestro caso, creo que, si lo buscásemos, nos daríamos una leche; si buscásemos algo, no lo encontraríamos”, afirmó Isabel Peña, coautora de El reino con Rodrigo Sorogoyen, la cinta más nominada en los Goya con aspiraciones en trece categorías.

Peña y Sorogoyen trabajan juntos desde Stockholm (2013), y Borja Cobeaga y Diego San José lo hacen desde Pagafantas (2009); ahora compiten por el guion adaptado de Superlópez, una especie de Guadiana que les ha llevado a dejar y retomar el proyecto durante años.

Campeones es, sin embargo, la primera vez en la que David Marqués y Fesser han trabajado juntos. Dos individualidades que se han complementado y compenetrado con el resultado conocido.

Trabajo en equipo Nacho López, guionista de Jefe, dirigida por Sergio Barrejón, escribe solo pero le corrige su esposa, Marta. A Sorogoyen le parece “más saludable y enriquecedor” escribir en pareja, aunque “admira a los solitarios”, como Echevarría, a quien le da “superenvidia” ese apoyo: “Dos piensan mejor que una”. Aunque la vasca es la única que confiesa escribir sus cintas porque no le queda otra: “No pude contratar a un guionista, no tenía dinero. Yo quiero ser directora, pero me encantaría tener un guionista”.

San José desveló un secreto: “No existe la manera de escribir un guion sin pasarlo mal o sin dudar”, y advirtió de que es raro el día que “no te sientes, en algún momento, una mierda”. “En un rodaje, la maquinaria siempre avanza, pero no hay un guion en el que no haya un día o muchos días que uno se sienta un tipo muy mediocre. Creo que hay que pasar por eso y que es la manera de escribir guiones, y el que no se sienta mediocre tiene un problema más grave”, concluyó el guionista de Ocho apellidos vascos.

Mientras, Javier Fesser aseguró que “la experiencia no se acumula. Cuando te enfrentas a un guion, el vértigo es el mismo, y la sensación es de que no sabes”. Los guionistas también hablaron de “lo poco que se habla de pasta” en el gremio, aunque algunos, como Diego San José, saben que “ganar un premio te da fuerza en la negociación”. Para Echevarría, un premio sería la oportunidad de hacer “una segunda peli”. Y es que como admitían todos; saben lo que es competir por un Goya y perder.