UNA escultura del siglo XII de la fachada románica de Praterías de la catedral de Santiago de Compostela apareció ayer con una pintada con la palabra Kiss escrita en azul y unos bigotes, emulando a uno de los miembros de este grupo de rock. El conselleiro de Cultura de Galicia, Román Rodríguez, calificó el acto como un “auténtico atentado cultural”, de forma que al autor se le aplicará “con la mayor contundencia posible” la ley. El autor se expone a una sanción entre 6.000 y 150.000 euros, ya que se contempla como “una infracción grave” en la ley de patrimonio cultural.

No obstante, la repercusión sobre la pieza no parece que será “tan grave”, ya que se espera que se pueda limpiar sin daños para la escultura, y el coste de su restauración “no será elevado”, debido a que usarán máquinas de rayos láser que tienen a su disposición gracias a la restauración que se ha hecho del Pórtico de la Gloria. Esta figura de más de 800 años data de la época en la que el arzobispo Xelmírez estaba al frente de la diócesis en Santiago.

Las obras de arte han estado siempre en el punto de mira de los vándalos. Ni el Guggenheim Bilbao ha podido escaparse de los ataques. En octubre de 2010, un joven de 25 años con las facultades mentales aparentemente alteradas se abalanzó con una navaja de unos tres centímetros contra el cuadro Booz recibe la herencia de Elimelec, del holandés Jan Victors (1619-1676), que se exhibía en el museo. La intervención de una de las vigilantes consiguió que el sabotaje solo causara daños menores. El ataque se saldó con seis rasguños en la pintura y una incisión de unos tres centímetros. Una vez restaurado, no quedó ni rastro.

En 1974, el artista Tony Shafrazi salpicó el Guernica de Picasso con pintura roja y escribió Kill lies all. Con ello, quería llamar la atención sobre los terrores de la guerra civil y el asesinato en masa de los ciudadanos en Songmi, Vietnam.

Los vándalos se han cebado desde los años sesenta con La sirenita de Copenhague. La protagonista del cuento de Hans Christian Andersen ha sido decapitada dos veces, primero en 1964 y nuevamente en 1998. En 2003, la estatua fue arrancada de su base con explosivos. También la han embadurnado de pintura en varias ocasiones. En una ocasión, se le colocó una burka y en 2006 le pusieron un juguete sexual en la mano. Finalmente, ha tenido que abandonar el puerto y adentrarse varios metros en el mar.

En 1914, la sufragista Mary Richardson cortó el cuadro Venus del espejo de Velázquez con un cuchillo, en protesta del arresto de su amiga Emmeline Pankhurst. A Mary Richardson la encarcelaron durante seis meses.

La Mona Lisa, de Da Vinci, ha sufrido numerosos ataques. En 1956 un hombre la roció con ácido, dañando su parte inferior y el 30 de diciembre de ese mismo año un pintor boliviano tiró una piedra contra el lienzo dañándole ligeramente a la altura del codo izquierdo. Mejor suerte tuvo en 1974 cuando una mujer usó un spray de pintura roja cuando estaba expuesta en el Museo Nacional de Tokio, como acto de protesta porque no se admitía la entrada de discapacitados al centro. Todo quedó en un buen susto. Precisamente, la vitrina con el cristal a prueba de balas con la que se guarda en el Louvre fue un regalo de Japón para compensarlo.

Aún así, en 2009 por motivos desconocidos, una turista rusa lanzó contra el cuadro una taza de té de porcelana que había introducido en su bolso. El cuadro no sufrió ningún daño.

En 1972, Lazlo Toth, un hombre de origen húngaro, se abrió paso entre la multitud de peregrinos que esperaban la bendición papal en la Plaza de San Pedro, y con un martillo de geólogo, asestó varios golpes a la Piedad de Miguel Ángel. La virgen perdió un brazo, un ojo y parte de la nariz. La pieza fue reconstruida y protegida con una panel a prueba de balas.

La Ronda nocturna, de Rembrandt, ha sido desfigurada tres veces; La artista francocamboyana Rindy Sam fue multada en 2007 por besar y dejar una mancha de pintura de labios en un tríptico sin nombre del artista estadounidense Cy Twombly; el orinal de porcelana de Duchamp fue atacado por un hombre a martillazos en el Centro Pompidou en París, en 2006... La lista de obras atacadas es interminable. Ni el arte se libra de los vándalos.