Bilbao - Mario Gómez (guitarra y voz), Carlos Jover (armónica), Aritza Castro (batería) y Fabián Acarregi (contrabajo) actúan hoy en el festival de blues de Getxo y pasarán después por el de Burlata.

¿Cómo y por qué se produce el cambio, el salto de las versiones a composiciones originales?

-Hacíamos las versiones que nos gustaban, empezando con nuestro sonido de referencia, el Sello Chess, en los años 50. Intentábamos emularlo, pero también el del Delta del Mississippi, New Orleans, Memphis y la Costa Oeste. Después de plasmar en nuestro primer disco todo este recorrido, nos planteamos hacer un trabajo más personal, partiendo del blues pero abriendo el proceso compositivo a todas nuestras influencias. No queríamos seguir siendo una banda de versiones, cuando podíamos aportar algo mucho más auténtico y genuino.

¿Ese cambio se ve desde el grupo como un crecimiento, un paso adelante y una consolidación del proyecto?

-Lo vimos como un reto para la banda, una manera de consolidarnos y de lograr la supervivencia con objetivos a medio plazo, como marcar fechas para elaborar el proyecto, grabarlo y editarlo. Y ese plazo han sido estos últimos 18 meses.

Dicen ofrecer un viaje por la cultura del blues. Y diverso también, en ritmos, arreglos e influencias: baladas, swing, blues, dobros... ¿Tiene que ver con que los cuatro miembros han participado en la composición del repertorio?

-Efectivamente. Los temas son de los cuatro, lo que se nota porque no es un disco conceptual en absoluto, sino que se ve el amplio abanico de influencias que tenemos. Permitir la apertura de colores diferentes, fuera de lo estrictamente académico del blues, fue una decisión sopesada y acertada, según nuestro criterio, porque aportamos una cierta frescura dentro de su escena.

¿Y las letras, son autobiográficas? Hay varias proposiciones de baile hedonistas, como la canción que da título al disco, muy poco blues, por cierto.

-Todas las letras son nuestras. Alguna sigue un patrón más convencional, tanto en la métrica como en el contenido, como I wrote you a letter, y en otras abordamos temas menos dolorosos y contemporáneos, como en Whatsapp Blues, haciendo mención a la pérdida de las buenas costumbres, como es comunicarse hablando cara a cara. O el hijo único que no quiere emanciparse con 42 años porque adora la comida de su madre, en Mamma.

Hay otras más ligadas al dolor del blues.

-Sí, con temas mucho más profundos donde se apela a Dios por permitir la muerte accidental de un joven de 17 años en Ivan’s dream. O el padre que se pregunta en My favourite son cómo su hijo favorito es capaz de empuñar un pistola y salir a la calle a buscar respuestas pegando tiros. Sí, no nos hemos conformado con componer y arreglar los temas, sino que hemos querido contar sentimientos y anhelos desde nuestras vivencias.

Han contado con el omnipresente músico vizcaino Saúl Santolaria en la producción.

-Aritza, nuestro baterista y cantante en dos temas, colabora con él en su estudio, Sweet Saúl Music, y nos lo propuso. Saúl nos propuso grabarlo como nos gusta, todos a la vez. El riesgo es que si algo sale mal, hay que repetir la toma entera.

Y han dejado espacio a los colaboradores.

-Francisco Simon, Ainara Ziskar, Elsa Lizundia y Gorka Iraundegui han engrandecido el disco con su talento y les estamos agradecidos, aunque siempre hemos pensado en defenderlo siempre solo los cuatro.

“Hemos querido contar sentimientos y anhelos desde nuestras vivencias personales”