Los que no se rindieron
El éxito del vinilo en la era del ‘streaming’ se hace cada vez más notorio. Goyo Cardiel y Leire Gandarias de Sarbide Music, y los grupos Melenas y Last Fair Deal hablan sobre este fenómeno que vuelve para quedarse
COLOCAR un vinilo en el tocadiscos es hacer que suene un recuerdo. Para los que vivieron su época dorada antes de que el disco compacto lo destronara, fue el inicio de un acorde, una nota que empezó a sonar de otra manera. Una melodía desgastada antes de empezar. Un objeto maleable y ligero que avivaba la rutina de los días aburridos, de esos domingos que se percibían fríos a través de una ventana.
Suena el recuerdo también para los jóvenes de hoy que observaron cómo su infancia se resumía en ver a sus padres disfrutando de aquel ritual: limpiar el vinilo, soplar para que ninguna mota de polvo distorsione la velada musical, posar la aguja en el disco con delicadeza y la tensión que experimentaban por miedo a encontrarse con un disco rayado o peor, con uno que no dejara sonar las canciones.
Poseer un vinilo es recuerdo y emoción. Es pasado, pero también presente y futuro. El negocio musical ha ido adaptándose a las nuevas tecnologías y se ha ido rindiendo a varias prestaciones que lo mejoran. Pero los vinilos siguen resistiendo en las casas y vendiéndose en tiendas, tanto especializadas como generalistas. No hay que olvidar que el formato digital está rindiendo al máximo, el streaming no para de crecer y los vinilos, muy relajados, siguen flotando.
El retorno del vinilo (si alguna vez se fue) en esta época donde la plataforma digital despunta con joyas como Spotify es cada vez más evidente. Goyo Cardiel Heredero, gerente de Sarbide Music, una distribuidora que se encarga de la fabricación de vinilos, opina que el éxito de estos reside en que todos los artistas necesitan tener una conexión con sus fans y un soporte físico lo consigue más que la música que queda almacenada en una nube. “La música que tienes en la nube está muy bien”, dice, aunque manifiesta que “el lazo emotivo” lo creas con el formato físico, en este caso, con el vinilo. Para Leire Gandarias hay un componente fetichista: “Es un objeto bello, agradable. Tiene un punto de slow life, el diseño, el ritual...”.
El grupo vizcaino Last Fair Deal publicó en 2016 su tercer disco Odyssey In The Key Of Three y no dudó en hacerlo en vinilo, principalmente porque “siempre lo habíamos soñado”. “Es mucha pasta y no pudimos hacerlo con el primer disco. Con el segundo no lo dudamos porque nos lo pedían mucho. Naiara Goikoetxea nos hizo un diseño brutal y para este tercer disco nos hemos venido muy arriba y hemos editado otro con carátula doble y todo”, explica Virginia Fernández, la batería de esta banda. Asimismo, ella cree que además de ser una “conexión con los fans”, también es un ritual: “Llama a degustar la música con calma. Tienes que ser cuidadoso cuando lo pones, te sueles poner cómoda y escuchas tranquilamente mientras ojeas la carátula, lees las letras y aprecias el diseño”. Cardiel también está de acuerdo, ya que cree que la gente se fija mucho en el diseño, en las letras, en los papers: “Tiene un punto de exclusividad y atractivo físico”. Por su parte, Fernández añade que “es una puerta muy buena al universo creativo de una banda”.
En el caso del grupo navarro Melenas, surgió la oportunidad de producir un disco en formato físico y “preferimos el vinilo frente al CD”. Las integrantes opinan que es “un clásico de calidad, con más probabilidades de perdurar y de seguir reproduciéndose”. Para Fernández, de Last Fair Deal, es la manera de escuchar “un disco que suena que flipas”.
Del mismo modo, las integrantes de Melenas cuentan que editarlo físicamente “requiere una inversión económica”. En cambio, editarlo en una plataforma digital implica “poco o ningún coste a nivel de producción y un acceso masivo al poder de publicación”. Ante esta facilidad por consumir música mediante las plataformas digitales, ellas piensan que “la inmediatez y la multitud de información y oferta que hay en Internet ha favorecido probablemente la vuelta del valor del objeto y del ritual”. Las navarras equiparan esta convivencia entre lo digital y lo físico a los libros: “Aunque el contenido sea el mismo, la manera de leerlo cambia y además, los libros siempre estarán ahí, quién sabe qué pasará con los ebooks...”.
convivencia El gerente de Sarbide Music no descarta ninguno de los formatos. Es más, dice que “conviven y necesitan convivir”. “Los artistas necesitan comunicarse con su público emocionalmente”, indica. Tanto para Melenas como para Last Fair Deal ambos formatos “son grandes compañeros”, a pesar de que la ventaja de lo digital es “innegable”, según apostilla Fernández.
Sobre las posibilidades de crecimiento del negocio del vinilo, Cardiel lo tiene claro: “El mundo digital va a crecer una barbaridad y el mundo físico ha llegado a su límite pero no va a caer”. Los datos lo confirman. Spotify sigue avanzando a una velocidad “bestial”. “Este año seguramente pase de tener 80 millones a 150 millones”, comenta. Hecho que hace que “el pirateo vaya a ser una cosa testimonial”. Del mismo modo, expresa que va a haber un consumo “muy grande” de los formatos digitales en “buenas condiciones”.
Ya que además de ese lazo afectivo y de la emoción con el simple hecho de poseer algo, la gente quiere escuchar la música con calidad, “no como suena en el móvil”. En relación con esta reflexión, Gandarias cuenta que “curiosamente, el fenómeno de la música en directo ha ido asociado al auge del streaming”. En consonancia, explica que cuando la gente ha tenido más acceso a la música también ha ido a más conciertos.
faltan plantas de fabricación El regreso del vinilo se puede percibir, simplemente, por el hecho de que varias plantas de fabricación que estaban cerradas han tenido que volver a abrir. En Sarbide Music se encargan de la fabricación del vinilo, de la promoción y de la distribución -también lo hacen digitalmente; se encargan, por ejemplo, de llevar el trabajo de los artistas a plataformas como Spotify o Pandora-.
Gandarias y Cardiel son muy claros a la hora de explicar los problemas que supone fabricar un vinilo: los costes y los periodos de entrega. Según cuentan, se tarda dos meses en hacerlo y el coste es el triple que el CD. Ellos tienen mercado en el Estado y en Sudamérica, y como distribuidora, se encargan de enviarlas a dos plantas que hay en Europa, concretamente en República Checa y Holanda. Según relata Cardiel, “por ahí tiene que pasar todo el mundo, siempre hay cola, por eso se tarda tanto”. También cuenta que cuando Sony manda alguna colección les “paralizan”, ya que en Estados Unidos también utilizan las plantas de Europa. “Ahora sabemos que en China se ha puesto una planta, también en Corea y en Japón”, donde, junto con los países nórdicos, el consumo de vinilo es muy superior al del resto del mundo.
El vinilo ha pasado del destierro a estar en primera línea. Sin embargo, dentro de los formatos físicos parece que el pen drive le hará sombra. Sarbide Music ha empezado a ofrecer esa opción y con la posibilidad de personalizarlo. “Está muy bien el slow life y dedicarle una hora a la escucha del vinilo pero lo normal es que tengamos diez minutos en el coche y terminemos utilizando el pen drive”, concluye Cardiel.