BILBAO. A sus 34 años, Andrés Suárez se ha convertido en uno de los cantautores de más éxito en los últimos años. Su reciente disco, Desde mi ventana, que presenta mañana en el SKA de Santurtzi con la colaboración de DEIA, fue número 1 de la lista de ventas estatal. Además, acaba de publicar su primer libro. “Ahora ya sé que las musas no están solo en la madrugada y en los bares”, explica el gallego, que reivindica la figura del cantautor porque “han dado mucho social, política y artísticamente”, y asegura vivir “una etapa luminosa”. Suárez aboga porque “afloren los sentimientos, la música y la poesía” para “apaciguar muchas aguas”.
Lejos quedan sus primeras canciones en la calle o en Libertad 8 de Madrid. Ahora, el músico arrebata el número 1 a Shakira y hasta a The Beatles. Así sucedió con su reciente Desde mi ventana, su séptimo trabajo, que ahora compagina con su primer libro. Su álbum anterior llevaba el título de Mi pequeña historia. Es pasado porque se está haciendo grande. “Sin querer sonar materialista, me emociona contar con lo que llamo la gran familia Suárez. La gente está muy jodida y con todo, ahí sigue estando. No creo que tenga fans, sinónimo de fanáticos y de gente que no piensa. Al final, la historia se comparte porque la canción es de quien la escucha, no de quien la escribe. Cada uno la hace como quiere, lo que es muy bonito”, explica a DEIA.
El autor de Te doy media noche asegura que su éxito “es un honor y una responsabilidad de la hostia” pero, ante todo, “me puede la gratitud”. El músico prefiere renegar de “las cifras, el número 1 y las miles de personas que fueron a verle a Madrid. “¿Y? Si crees que has tocado techo ya no te queda nada por hacer”, explica. Él se considera joven y dice “abrazar el momento porque sé que las cifras y el éxito oscilan. Mi interés es hacer un legado de canciones que sean eternas, como las de Antonio Vega y Antonio Flores, a quienes venía escuchado en el coche. Esa es mi lucha, que los nietos se sientan orgulloso de mis canciones”.
Suárez, hermano menor y más roquero de Ismael Serrano, asegura que el título Desde mi ventana es parte real y parte metáfora. “Supone venir de un disco íntimo y personal como el anterior, escrito de noche, con dolor y melancolía, algo que le sienta bien a las canciones, a pasar a escribir de día, arrojando una luz y alegría fruto de mis viajes a Brasil, Formentera, Asturias o Galicia”. Viajó con una libreta y una guitarra, y se levantaba cuerdo y consciente, “y me enteraba de todo tomando un café”. En su opinión, “el cambio ha sido radical, porque ahora sé que las musas no están solo en los bares y la madrugada. Y eso que no reniego de nada y cuento en el libro algunos capítulos oscuros sobre mi vida. Me aportaron aprendizaje, pero ya no tengo la velocidad y las ansias de comerme el mundo de los 17 años. Vivo en la sierra de Madrid, paseando con mis perros al borde un lago, y esa lentitud me hace más feliz”, asegura.
Suárez reniega de la etiqueta tristona de los cantautores. “Mi etapa actual es muy luminosa. A los cantautores nos dan caña porque dicen que somos tristes, pero esta etapa de felicidad que vivo la reivindico y la canto”, indica. “Sería cínico e hipócrita negar que en algunos ámbitos se mira al cantautor con una cara extraña. Me ha pasado e, incluso, me han llegado a comentar que no dijera que lo soy. ¿Cómo hacerlo cuando hay que tener un respeto enorme por lo que han hecho social, política y artísticamente en este país? Mi respeto a Sabina, Aute, Serrat, Ruibal... Se la jugaron y dejaron canciones eternas. Cuando cruzo el charco y llego a México, Argentina, Chile, Cuba o Uruguay, hablan de ellos con un amor y una devoción... El concepto debería ser más reivindicado. También son cantautores Ed Sheeram, Robe Iniesta o Iván Ferreiro. La palabra no tiene épocas, no puede silenciarse; y por eso, el cantautor no pasará nunca de moda”, dice orgulloso.
conciertos novedosos El músico gallego invita a sus seguidores a descubrir las novedades que ha incorporado a sus conciertos. “Al igual que en mi último disco, sí es cierto que hay más rock, pero también espacio para la melancolía y el violín”, reflexiona Suárez, que señala también novedades en la luminotecnia o el atrezo. Además, su último año de parón de carretera ha desembocado en cambios de arreglos en algunas canciones e, incluso, de repertorio. “Es el mejor espectáculo que he hecho. Quien vaya a Santurtzi verá algo distinto porque mi intención es que la gente salga del teatro riendo o llorando, distinta a como entró. Se encontrará con luz y oscuridad, temas nuevos y antiguos, rock y violín de madera. La gente paga para emocionarse, no solo para escuchar música”, apostilla antes de aclarar que “nunca había tenido tantas ganas de escribir, cantar, viajar... Estoy muy vivo y la gente lo agradece en estos tiempos tan rápidos y de descarga de tanta ira”.
Seguidor en su juventud de Leño y Reincidentes, pasó después a Silvio Rodríguez, Sabina, Vega o Álvaro Urquijo, y hoy, superventas, Suárez es una suerte de combinación de ambos mundos. “Soy muy inestable en las referencias, tengo muchos desequilibrios. Tiendo a eliminar las etiquetas. Nací en El Ferrol, me fui luego a una aldea y hago la música que ponía mi padre en aquellos viajes de coche de 45 minutos. Iba de Luar na Lubre y Milladoiro a Metallica, Extremoduro, Beethoven, hip hop... No tienen nada que ver unos con otros, es solo música. No tengo ni puta idea de qué tipo de música hago”, explica este músico que canta “que levante la mano quien quiera escapar” en su último disco. “Es un tema de reivindicación; eso sí, siempre de forma pacífica y en tono jocoso”, concluye.