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El deconstructivismo de Pello Irazu en el Guggenheim Bilbao

El deconstructivismo de Pello Irazu en el Guggenheim BilbaoDanimantis

PELLO Irazu (Andoain, 1966), uno de los escultores mas seductores y significativos de la década de los 80 del estado español, presenta una excelente retrospectiva en el Guggenheim Bilbao, comisariada por el propio autor, en la que expone ochenta obras, esculturas, pinturas y fotografías, de carácter mix y transversal, creando relaciones espaciales y objetuales de sintaxis postotecianas, constructivistas, pop, dadaistas y postminimalistas.

Sin perder su rigor conceptual, su escultura a través de la incorporación del color fuerte y detonante, gana en acentos sensoriales y lúdicos, hasta posicionarse en espacios diversos, muros, techo y suelo, creando un objeto híbrido, racional, lúcido, y siempre dispuesto a perturbar con insinuaciones y fuertes propuestas nuestra relación con el entorno mas próximo y cercano: casa, silla, puerta, ventana.

Desde el cuadrado, el rectángulo, y el cubo, hasta la incorporación de los colores suprematistas: rojo, azul, amarillo. Desde los materiales mas firmes y duros (acero, aluminio, tornillos), hasta los mas efímeros y de bricolaje, herencia de los Artchwager, Arakawa, y otros marginales (madera, formica, cartón, y cintas adhesivas), el siempre construye objetos-esculturas para el recuerdo y la asimilación simbólica.

En la presente muestra pueden verse desde obras de los 88, como Big Brother, 89 Bad Brother, pasando por distintas instalaciones y construcciones en madera de los 91-93, como Sweet Dream (America), su espléndida Dreambox (Caraqueño), y La Casa, o sus Pliegue 02 (2004), La Fábrica (05), o piezas tan brutalistas como Noli me tangere. En fin, todo un recorrido de 30 años de producción coherente y progresiva, excelente en sus pequeños formatos, y mas sorprendente y brutalista en los grandes, que lleva a preguntarse al espectador por su posición en el espacio doméstico, artístico, y hasta político. En el espacio central de la muestra se muestran diversos dibujos y fotografías de fragmentos y aspectos que configuran sus obras de mayor envergadura.

Ciertamente nos encontramos con un creador excepcional como ya lo advirtió el propio Jorge Oteiza, con un ojo devorador y exquisito, que no se priva de beber en fuentes marginales y ortodoxas de las Vanguardias artísticas, que es capaz de transgredir lenguajes, códigos, sintaxis, y cuanto le convenga a su propio condominio, y este resulta fértil y feraz aunque a menudo raye la provocación y el buen-mal gusto.