San Telmo acoge hasta el 5 de marzo la última exposición de Tratado de Paz, el proyecto de Donostia 2016 que ha incluido 16 muestras en una veintena de localidades. Bajo el título José María Sert y la Sociedad de las Naciones. Óptica y diplomacia, el museo exhibe bocetos y estudios de tres proyectos del pintor catalán: los lienzos murales para la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra (1936), los realizados para el Rockefeller Center de Nueva York (1933) y los posteriores del Alcázar de Toledo, que no llegaron a transformarse en murales. Estas pequeñas obras preparatorias se exponen en la capilla Echeverri, adyacente a la iglesia de San Telmo que desde 1929 alberga los once grandes lienzos que Sert dedicó al pueblo guipuzcoano. De esa manera, el artista dialoga consigo mismo en una exposición comisariada por Patricia Molins y que llega a Donostia tras haber pasado por la Universidad de Salamanca.

La directora de San Telmo, Susana Soto, y la delegada de Cultura, Miren Azkarate, aseguraron que era “necesario e inevitable” que esta modesta muestra recalara en el museo donostiarra, ya que al “poner en comunicación” los bocetos con los grandes lienzos de la iglesia, el visitante conocerá más aspectos del proceso creativo de Sert, al tiempo que comprobará los parecidos formales de sus distintos proyectos. Por su parte, el director de Donostia 2016, Pablo Berástegui, aseguró que este “caso de estudio” permite “redondear” Tratado de Paz, “el proyecto más ambicioso” de la Capitalidad “por la envergadura de los trabajos e investigaciones realizadas”. Según recordó, el punto de partida de la propuesta es la Escuela de Salamanca, Francisco de Vitoria y los creadores del derecho internacional de gentes en el siglo XVII.

A la presentación de ayer también asistieron el ideólogo del proyecto, Santi Eraso, y el comisario Pedro G. Romero, que aseguró que el trabajo de Sert, que en la Guerra Civil terminó alineado con el bando fascista, “revela las contradicciones entre la idea de paz y de victoria” que ha puesto sobre la mesa Tratado de Paz, cuya propuesta central fue la gran exposición central que el año pasado reunió en San Telmo obras de Goya, Rubens, Picasso, Kokoschka, Leger, Maruja Mallo, Elena Asins y otros creadores que de un modo u otro representaron los acuerdos de paz con su arte.

Según recordó la comisaria, las obras de Sert (1874-1945) no son del todo accesibles porque al ser murales solo pueden verse in situ. Por ello, aseguró que visitar estos días San Telmo es una oportunidad de conocer el trabajo estilístico del artista catalán y de confrontar los bocetos con el resultado final de sus enormes lienzos de pintura negra y dorada. Además, también consideró pertinente que la muestra coincida en el tiempo y el espacio con la exposición Una modernidad singular. Arte nuevo alrededor de San Sebastián 1925-1936 que San Telmo alberga hasta el 5 de febrero.

El apartado central de la capilla Echeverri está dedicado a los bocetos de las pinturas que realizó para Ginebra, que fueron un regalo del gobierno republicano a la organización. Bajo el lema Lo que une y separa a los hombres, Sert decoró la gran sala Francisco de Vitoria del Palacio de las Naciones con alegorías de la guerra y la paz, del progreso de la humanidad, la justicia y el derecho internacional. Tanto es así, que en la pintura La lección de Salamanca aparecen cinco titanes que representan a los cinco continentes dándose la mano, y bajo ellos, los profesores y alumnos de la universidad debatiendo. También se incluyen algunas fotos de los proyectos originales y documentación que refleja, por ejemplo, la discusión parlamentaria que suscitó esta obra por la que la República pagó 500.000 pesetas.

Paradójicamente, la inauguración de la estancia en 1936 coincidió con el inicio de la Guerra Civil. Según recordó Molins, ambos bandos tuvieron relaciones tirantes con la Sociedad de las Naciones: los franquistas porque veían en ella la personificación del mal y no la reconocían, y los republicanos porque no consiguieron que se reconociera que una fuerza extranjera había intervenido frente al gobierno legítimo. Aunque Sert había permanecido al margen de la política, la quema durante la guerra de la catedral de Vic, donde preparaba su gran obra, le inclinó a apoyar a los sublevados franquistas, que hicieron de él su pintor “casi oficial”.

Otras obras Antes, en 1933, decoró el vestíbulo del Rockefeller Center en sustitución de los murales que había pintado Diego Rivera. El mexicano quería incluir en su obra la figura de Lenin, a lo que los dueños del edificio se negaron. Sert le sustituyó con representaciones de cuestiones como el progreso de la medicina o la abolición de la esclavitud, cuya similitud formal con el lienzo Pueblo de leyendas de la iglesia de San Telmo se puede comprobar allí mismo. La exposición de Donostia también incluye dos bocetos del proyecto inconcluso que debía servir para decorar la cripta el Alcázar de Toledo: en uno aparecen los rebeldes sitiados derribando un muro con la ayuda de la Virgen y en el otro, un ascenso hacia la gloria que, nuevamente, recuerda a uno de los grandes lienzos de San Telmo, en concreto a Pueblo de fueros.

Como ejemplo del “conflicto” que durante aquella época hubo entre “política y estética”, la comisaria recordó algunos episodios de la vida de Sert, afincado en París. Por ejemplo, cuenta Molins que promovió la carta de apoyo de los intelectuales franceses a los franquistas y en la Exposición Internacional de París de 1937 pintó un mural dedicado a Santa Teresa en el Pabellón del Vaticano.