dE actualidad esta semana porque su albergue ha sido el que más peregrinos xacobeos ha acogido de toda Bizkaia el último año, Markina es tierra de pelotaris y su visita permite disfrutar de un casco histórico de reminiscencias medievales, diferentes palacios, la iglesia de El Carmen y múltiples itinerarios naturales.

Cuna de grandes jugadores de cesta-punta, ya que a su mítico frontón se le conoce como la Universidad de la pelota, Markina, situada en la comarca de Lea-Artibai, cerca de la muga con Gipuzkoa y a la vista de los ríos Artibai y Urko y los montes Kalamua, Baldaburu y Akarregi, se fundó a mediados del siglo XIV tras la fusión de Markina y la anteiglesia de Xemein.

Su herencia medieval se hace visible todavía en la planificación de las calles que conforman su casco histórico, estructurado en torno a tres calles longitudinales (Guen Kalea, Erdiko Kalea y Okerra) y una travesera (Zear Kalea). En su interior se conservan edificios que mantienen la mayoría de las veces la parcela o el reparto gótico.

Sin salir del casco, en un corto y plácido paseo, el visitante podrá alabar la riqueza monumental de su patrimonio arquitectónico, evidente en monumentos como la iglesia y convento de El Carmen, en cuya fachada se erige una escultura de la Virgen y el escudo de la orden de las Carmelitas.

Además de la iglesia de El Carmen, fundada en 1691, obra de Ignacio de Munibe y Axpe, abad de la Colegiata de Ziortza, y que llegó a ser cuartel de las tropas francesas en el siglo XIX, el seguidor del arte religioso puede seguir el descubrimiento por la iglesia de San José, con interior en forma de cruz latina e impulsada por Epifania de Argaiz y Munibe, condesa de Peñaflorida.

El paseo por las calles de Markina enfrenta al visitante con numerosos palacios, como Sortalekua, donde se ubica el Ayuntamiento actual, Ansotegi, la torre Antxia, la antigua casa consistorial o el palacio Andonegi, edificio de sillería de estilo barroco que luce en su centro el escudo de armas de los Murga. Destaca por su belleza la antigua casa consistorial, que presenta en su planta baja un amplio pórtico abierto, apoyado en ocho columnas barrocas de piedra arenisca del monte Oiz realizadas por Juan de Basaybar y Sebastián de Leixardi, entre los años 1636 y 1646.

itinerarios El paseo a pie por Markina no puede concluir sin admirar la pequeña ermita de Santa Cruz, conocida popularmente como Eliza Txiki y situada a la entrada del pueblo. En el exterior del casco destacan algunos rincones de gran belleza natural que pueden descubrirse en los diferentes itinerarios que ofrece la localidad. En la mayoría de los casos son antiguos senderos, caminos de servidumbre o andabides. Gracias a la red de senderos de corto recorrido y al Camino de Santiago han podido ser recuperados para disfrute de los visitantes.