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Olatz Zugasti: “He sentido miedo al fracaso por la sombra tan alargada de Benito”

Olatz Zugasti, compañera sentimental y musical de Benito Lertxundi, debutó en solitario en 1991. Casi 25 años después, publica ‘Ur goiena, ur barrena?’ (Elkar)

Olatz Zugasti: “He sentido miedo al fracaso por la sombra tan alargada de Benito”

bilbao - Su quinto disco es un trabajo lírico y plácido que la compositora, arpista y cantante presentará en directo, por vez primera en su carrera. “He dado un puñetazo en la mesa. Estaba insegura pero si no las canto en vivo, ¿para qué hago canciones?”, se pregunta en esta entrevista. Los conciertos se iniciarán el día 21, en el Teatro Campos Elíseos, de Bilbao, y seguirán en Donostia (Victoria Eugenia, día 29), Durango, Baiona y Hernani, en diciembre.

Editó su debut en 1991. Va a disco por lustro?

-¿Ah, si? Bueno, es porque he estado haciendo otras cosas. Además, al no embarcarme en los conciertos propios, al estar acompañando a Benito en los suyos, es normal este ritmo. Voy poco a poco.

¿Tan alargada es la sombra de Benito? ¿Se siente cohibida como artista ante él?

-(Risas). Esta pregunta va a ser recurrente en estas presentaciones. Sí, su sombra es muy ancha y alargada. ¡Cómo no! De alguna forma, ver su manera de hacer las cosas y el eco que logra después, me provocaba miedo al fracaso. Tenía miedo de hacer conciertos y que la gente no fuera a verme, miedo de no mantener el pulso creativo. Eran fantasmas que rondaban por mi cabeza.

¿Es usted insegura?

-Sí, lo he sido mucho pero al final me he propuesto dar conciertos. Si no, ¿para qué hago canciones? No pueden quedarse ahí, en el cajón, en un disco grabado y sin tener oportunidad de ser mejoradas, rodarse por el camino, que se erosionen y cobren vida. Además, el disco tiene una época de promoción y vida, en la que te ponen en las radios?

Que es cada vez menor.

-Tienes razón. Por eso he pegado un puñetazo en la mesa y me he decidido (risas). Mi hija también me ha ayudado; decía que no entendía que no cantara en directo.

¿Cómo han surgido estas canciones, en los últimos cinco años?

-Nacieron poco a poco. Son fruto de mi actitud ante la vida porque siempre estoy haciendo algo. A veces nacen cuando estás trabajando, creando melodías que guardo. Otras, de cosas que ves, del entorno o de conflictos internos que tienes. Escribir me sirve de terapia, me convierto en mi propia psicoanalista. Eso se advierte en dos o tres canciones en las que abordo el tema nuestro, la cuestión nacional. Quería escribir alguna canción social, que en nuestro mundo significa nacional, pero no es fácil llevarlo a la canción. He echado varias a la basura.

Es un CD muy suyo, desde el inicio artístico a la plasmación técnica.

-Mías son la composición, los arreglos, parte de la interpretación y la producción. Con el músico y poeta irlandés Brendan Graham me une una cierta amistad, a través de una colaboración que hicimos con la ikastola de Orio, hace un tiempo, y ahora he usado dos de las melodías que me ha ido enviando en los últimos años.

¿Es celosa de su intimidad artística o pregunta y pide consejo en casa?

-No consulto, no. Es que me suelo dejar influenciar, soy muy voluble. Si le consulto alguna idea a Benito, él tiene una personalidad artística muy fuerte y tiene su idea de por dónde debo andar, que no siempre coincide con la mía. Yo me quiero dar otras oportunidades y por eso no le he enseñado ni una idea de mis últimos tres discos. No supo nada de ellos hasta que estuvieron terminados. Él me respeta, claro. Es algo raro, de psiquiátrico.

Se ha rodeado de gente muy joven en la grabación...

-Algunos podrían ser mis hijos. Es gente que viene del rock instrumental, pero que respeta y se emociona con mi música. Son Julen Alonso, acordeón y teclados, el guitarrista Ander Ederra, su hermano Joanes al bajo y el batería David Gorospe.

Y el trío Uhats, a las voces.

-Son de la ikastola de Orio y ya cantaron en el disco anterior, bajo el nombre de Olaxka Taldea.

Es un disco continuista, muy de su estilo.

-Sí, hablan de lirismo, placidez, dulzura, caricia? Sí, eso soy yo, aunque ahora se nota un poco de rabia también porque busco otros matices en mi voz. Noto ya ese paso adelante en mi expresividad.

¿Suena a folk euskaldun?

-No sé, ¿tú crees? En Bat, biga, hirur? usamos un bouzuki que la lleva a Grecia o Turquía.

Arpa y dulzura unidas? Alguno tildó su música de ‘new age’.

-No me gustan las etiquetas, pero la gente es libre de decir lo que quiera. Si mi música transmite y emociona, eso me vale. El resto me da igual.

Antes hablaba del aspecto social de las letras. También le canta a la paz, a la salud e introduce términos muy ligados a la naturaleza.

-Al utilizar metáforas he recurrido a estos términos. La naturaleza es sabia y nos enseña. No todo en ella es bucólico, también ofrece peligros, como la propia vida. Y en ella suceden cosas sin más, porque sí, que siguen su curso. Solo el ser humano se pregunta el porqué de las cosas.

¿Qué espera de los conciertos?

-Ni idea. Ya hicimos uno en Iruñea, en junio. Quería ver cómo me sentía ante el público y fue un bautismo en toda regla, porque nunca había tocado mirando a los ojos de la gente. Era de día y al aire libre, pero tuve buenas sensaciones y muchas emociones. Y supe llegar al público.