donostia - Euskaltzaindia homenajeó ayer a Koldo Mitxelena (1915-1987) con motivo del centenario de su nacimiento. El acto, que se celebró en el Palacio de la Diputación foral de Gipuzkoa, tuvo un marcado carácter académico, como es costumbre cuando Euskaltzaindia conmemora fechas y efemérides vinculadas a sus miembros históricos. En este caso, fueron los académicos Mikel Zalbide y Joseba Lakarra los encargados de rescatar la figura del intelectual de Errenteria en su vertiente lingüística, confrontando sus análisis y diagnósticos sobre la recuperación y pervivencia del euskera con los desafíos que le aguardan al idioma en la actualidad, en el caso de Zalbide, o desempolvando su legado lingüístico y filológico, en el caso de Lakarra.
El homenaje tuvo el contrapunto musical de Antton Valverde, que al piano musicó poemas de Lizardi, Gandiaga y Miren Agur Meabe. La presencia de Valverde no fue casual. Como él mismo explicó, su padre Antonio Valverde ‘Ayalde’, también nació hace cien años en Errenteria. “Fueron amigos que compartieron aficiones, su amor por Euskal Herria, por el euskera y por la poesía de Lizardi”, recordó Valverde. Un cuadro con el retrato de Koldo Mitxelena que ‘Ayalde’ pintó en su caserío de Oiartzun presidió el acto como símbolo de aquella amistad.
Por su parte, el diputado general, Markel Olano, recordó la vinculación de Koldo Mitxelena con la Diputación, que hace años y bajo la dirección de Joseba Lakarra, reeditó todas sus obras. Según Olano, Mitxelena fue un ejemplo por su “compromiso activo en favor de su pueblo y de su lengua”, además de destacar el papel de encuentro que representó entre las generaciones anteriores y posteriores a la Guerra Civil.
Andres Urrutia, como presidente de Euskaltzaindia, constató que pese a que Mitxelena hace ya unos años que murió, su magisterio y testimonio siguen muy vivos en la cultura vasca. Urrutia aprovechó el homenaje para recordar al conjunto de figuras contemporáneas al lingüista de Errenteria (Villasante, Satrustegi, Haritschelhar...), a los que agradeció su contribución para lograr la unificación del euskera.
“familiar y comunidad local” Mikel Zalbide fue el encargado de abrir la parte académica de la sesión con una intervención titulada Euskara indarberritzea, Mitxelenaren aburuz: noraino eta nola y en la que trató de poner luz sobre estas dos cuestiones: hasta qué límites llevar el euskera y cómo revitalizar la lengua para alcanzar esos límites.
Según dijo Zalbide, Mitxelena no creía que fuera posible alcanzar una sociedad vasca lingüísticamente homogénea sobre la base del euskera y pensaba que un escenario realista a la vez que favorable pasaba por un futuro diglósico pero también bilingüe, asegurando para el euskera un amplio espacio socio-funcional y territorial, de manera que se pudiera garantizar su continuidad generación tras generación sin renunciar a ampliar nuevos horizontes.
Y para alcanzar ese territorio social y territorial que pueda garantizar su transmisión hacia el futuro, según Zalbide, Mitxelena abogaba por blindar espacios como el ámbito familiar y la comunidad local. El académico tiró de hemeroteca y rescató una respuesta que el lingüista dio a Xabier Lete en una entrevista publicada por la revista Muga a finales de los setenta. “Sigo pensando que, con todo, el antiguo ámbito familiar y el de la comunidad local sigue siendo esencial. Y sin eso, tenemos que convencernos de que no hay nada que hacer, de que todo lo demás es cuento. (...) creo que hay ciertos ámbitos, los tradicionales, de uso familiar, amistoso, coloquial, de comunidad local, que es necesario cultivar. Y que eso es fundamental”.
el “más grande vascólogo” Tras Zalbide, fue el turno de Joseba Lakarra. En su intervención, que llevaba por título Koldo Mitxelena, euskalaria euskaltzaleen artean, el académico expresó su opinión de que Mitxelena ha sido el más grande entre los vascólogos. Según Lakarra, Mitxelena elevó la lingüística y la filología vascas a unos límites nunca alcanzados hasta entonces. De la “sobresaliente” bibliografía que ha legado el lingüista guipuzcoano, destacó principalmente tres títulos: Fonética histórica vasca, Sobre el pasado de la lengua vasca y el texto que, para Lakarra, constituye la piedra angular de su obra, Lenguas y protolenguas.
Lakarra puso en valor el talento dirigente de Mitxelena mientras fue miembro de la Academia de Lengua Vasca, sobre todo en tiempos tan difíciles como la inmediata posguerra y, en su opinión, no cabe discusión para reconocerle su liderazgo en la institución hasta el final de sus días. Pese a que al morir dejó inconcluso el diccionario general del euskera (Orotariko Euskal Hiztegia), el proyecto ya estaba lanzado, hasta convertirse en uno de los más fructíferos de Euskaltzaindia de la mano de Ibon Sarasola y su equipo.
El homenaje concluyó con la entrega a Rafael Mitxelena, hijo del lingüista, de una reproducción de la gran vidriera que adorna la entrada principal al palacio de la Diputación.
Al acto, asistió el gobierno foral en pleno y miembros de Euskaltzaindia como Bernardo Atxaga, Miren Azkarate, Lourdes Oñaederra, Sagrario Alemán, Patxi Zabaleta, Xabier Kintana, Joxe Mari Iriondo, Patri Urkizu o Joxe Mari Iturralde entre otros.