bilbao - Cuando los responsables de la sinfónica bilbaina pensaron en Erik Nielsen - un joven director norteamericano, formado profesionalmente en Europa y afincado en Hamburgo- para sustituir a Günter Neuhold como diretor de la orquesta, nadie cuestionó la decisión. A pesar de su juventud, ha sabido ganarse el reconocimiento tanto de músicos como del público de los principales escenarios del mundo.

El maestro norteamericano debutará como director titular de la BOS inaugurando la próxima temporada el 8 de octubre y lo hará junto con el pianista vasco Joaquín Achúcarro. “Todo un honor para mí”, confiesa Nielsen, a quien se le nota feliz al aceptar este nuevo desafío profesional y dispuesto a llevar a la orquesta a cotas más altas de calidad. El nuevo director ha estado unos días en Bilbao para tomar contacto con los profesores de la agrupación orquestal bilbaina y para pulsar el ritmo de la ciudad, una ciudad que ya ha hecho prácticamente suya. “Me encanta Bilbao, el Guggenheim, la cultura vasca... Estoy buscando casa para las temporadas que tenga que vivir aquí. Me gustaría que estuviera cerca del parque para poder ir a pasear con mi perro. En otros países como en Francia o en Hungría, los parques están cercados; aquí no. Eso demuestra que si das responsabilidades, la gente se comporta”, explica durante esta entrevista, en la que se muestra relajado en todo momento. Habla con calma de los próximos proyectos y reivindica una profesión que es un acto de responsabilidad y un disfrute a la vez.

No es la primera vez que se va a poner al frente de la BOS. En Bilbao se le recuerda por su trabajo en la ópera de la ABAO, La ciudad muerta, de Korngold, en 2012.

-He dirigido a la sinfónica en cinco ocasiones, la última vez en el concierto extraordinario celebrado en la Iglesia de San Vicente, el 21 de marzo de este año. Así que se puede decir que los músicos y yo ya somos conocidos.

¿Y cómo ha encontrado el nivel de la BOS?

-Es una buena orquesta, no es algo que lo diga yo. En una ocasión, vino un prestigioso concertino, que ha trabajado mucho conmigo y quedó muy contento y sorprendido con el potencial de la BOS. Pero, por supuesto, esto no quiere decir que no tenga que haber una evolución, yo quiero potenciar esas cualidades. No me gustaría, por ejemplo, empezar ahora con la Octava Sinfonía, de Mahler; necesito recorrer un camino con la orquesta. Probablemente, la música más emocional tendría que llegar en un momento más tardío de esa evolución.

Nuevo director, nueva temporada, ¿nuevos aires para la BOS?

-No quiere decir que la etapa anterior haya sido mala. En absoluto, pero un director tiene que desafiar musicalmente a la orquesta. ¿Cómo? Provocando que se respire pasión, emoción. Durante los ensayos con los músicos, mi trabajo consiste en recordarles lo maravilloso que es hacer música. Todos aman la música, es parte de su vida, pero el trabajo de un buen director es estimularles, y que ese trabajo no se convierta en un ejercicio rutinario, en un ensayo tras otro. Quizá se puede tener una buena orquesta que toque un estilo a la perfección; muy bien Wagner, muy bien Strauss? Pero cuando acabe la temporada me gustaría mirar hacia atrás y que guardemos un buen recuerdo de lo que ha pasado. Mi objetivo es más tener el sentimiento de que crecemos, de que definimos un estilo, una sensibilidad, que el hecho de que tocamos una sinfonía de Mozart.

Tiene muy claro cómo quiere que sea la nueva temporada...

-Ya he comentado que no creo mucho en un único tema para toda la temporada, porque creo que no ofrece lo suficiente a la audiencia, sino que prefiero pequeños puntos de enfoque. El objetivo es empezar con el repertorio correcto y luego ir hacia algo más antiguo o más moderno. Nuestra temporada comienza con música rusa, tenemos un poco de música americana al principio, que creo que es muy importante incluirla al comienzo de la temporada. Vamos a ofrecer una muy buena combinación de obras musicales. El programa incluye además cuatro piezas relevantes de la música vasca.

¿Conocía antes la música vasca?

-He escuchado a algunos compositores, que me han parecido muy interesantes, por ejemplo, Guridi. Estoy muy abierto a la música vasca, estoy escuchando también las grabaciones que ha realizado la BOS en estos años de Escudero, Andrés Isasi...Tenemos una oportunidad impresionante para seguir formando parte de la cultura vasca, promoviendo compositores y artistas; y también descubriendo o, en su caso, redescubriendo la historia de aquí rescatando trabajos olvidados. Además, sueño con encontrar música barroca vasca.

¿Por qué le apasiona tanto la música barroca?

-Porque el barroco es en algún modo lo nuevo moderno. Me gustaría mantener la semana de barroco que realiza la orquesta e involucrarme en ella.

Históricamente, la BOS está especializada en algunos compositores, ¿quiere abrirla a otros nuevos?

-Absolutamente, sí. La BOS está acostumbrada a un repertorio grande, pero también puede sorprender su capacidad para programar repertorios distintos. Para mí es un reto que se toque también a Hayn o repertorios mas camarísticos. Pasa lo mismo con los directores, el negocio musical también fomenta que los directores se especialicen en compositores. Yo prefiero tener suficiente conocimiento para poder interpretar bien diferentes estilos.

¿Erik Nielsen es partidario de sacar la BOS a la calle?

-En una ocasión, vi pianos en las calles de Bilbao; me pareció una idea fantástica. No hay límites para acercar la música al gran público.

¿Y por qué resulta tan difícil que los jóvenes asistan a los conciertos?

-La semana pasada leí que en Cleveland el 20% del público que asiste a los conciertos tiene menos de 25 años. Desgraciadamente, eso es noticia porque es el mayor porcentaje de público joven que tiene una orquesta. Aquí hay más de un 10%, lo que realmente es una cifra importante. Confío en que poco a poco la edad media de los asistentes vaya bajando. Me gustaría convencerles para que asistan a más conciertos, para que pierdan el miedo a la música clásica. No se trata de programar cosas muy conocidas, se les puede dar música que ellos no conocen con muy buena calidad y confiando en que ellos la puedan aceptar. Y ¿por qué no? Con una actitud diferente. Por ejemplo, los Proms son unos populares conciertos de música clásica que se celebran en Londres en verano en el Royal Albert Hall y en otros lugares de la ciudad, en los que se se puede escuchar la música de pie de forma informal. Pero hay mucho respeto a lo que se está haciendo y el producto es muy bueno. También es muy importante para atraer a la gente joven moverse en las redes sociales.

¿Y qué tal se mueve el nuevo director de la BOS en las redes sociales?

-Tengo que reconocer que de momento solo tengo Facebook. Me gustaría que se conectara el público y me dijera si les han gustado los conciertos. Desde la sinceridad, invito a la gente joven a que me comente si no les ha gustado cómo hemos tocado una pieza y podamos discutir sobre ello. A veces, a los directores de orquesta se nos tiene demasiado respeto, no somos inaccesibles.

Se puede decir que ha empezado desde la ‘cocina’. Ha sido arpista y oboísta en varias orquestas...

-Los instrumentistas tienen una visión más lineal de lo que ellos están tocando; como director tienes que tener una visión lineal pero a la vez también vertical, con todos los que están tocando al mismo tiempo. Armonía y contrapunto y esas dos versiones son importantes.

A pesar de ser norteamericano, su mayor experiencia profesional ha transcurrido en Europa...

-Sí, trabajo en Norteamérica en festivales de verano, pero he realizado prácticamente toda mi trayectoria en Europa.

¿Se nota más la crisis en las orquestas norteamericanas?

-Las orquestas norteamericanas están pasando por una mala situación financiera, por la falta de apoyo de financiación privada. Yo, particularmente, soy escéptico con respecto a su modelo de financiación, es magnífico que la gente que tenga dinero patrocine y ayude a las sinfónicas, pero también piden. Condicionan la programación. En Europa, las sinfónicas trabajan con subvenciones públicas, no están tan mediatizadas para tocar lo que ellos quieren. Me siento increíblemente feliz de trabajar en una orquesta como la de Bilbao, que mantiene sus músicos, que no ha reducido su presupuesto, que sigue manteniendo las subvenciones públicas... Esto no es nada habitual.

En 2016 ocupará también el cargo de director musical del teatro de Basilea. ¿Cómo va a poder compaginarlo con su trabajo en Bilbao?

-Con una agenda enorme (se ríe). Es cuestión de organización. Voy a dirigir en Basilea y seguiré pasando temporadas en Bilbao para preparar los conciertos. Bilbao es una ciudad increíble, me gusta su feeling, su cultura... Entre mis propósitos está el de aprender primero castellano, para entender mejor a los músicos y luego lo intentaré con el euskera.