DEGUSTAR un crêpe dulce o salado, al gusto parisino y ante uno de los iconos de Bilbao, como es el Museo Guggenheim, es un placer único y con vistas en Don Crêpe.

En este caso, bien podría decirse que “el secreto está en la masa”, original, que elabora el propietario, Henrique, consiguiendo, según sus palabras, que “quien prueba, repite”. Gracias a ello está fidelizando clientes desde hace casi ocho años que abrió su coqueto local, pequeño en tamaño pero grande en sabor.

Los ingredientes que acompañan a tal masa dan un carácter especial a cada crêpe. Así, entre los salados se puede elegir el de jamón, queso y huevo; el llamado Floresta, a base de champiñones, tomate y pimiento, ideal para vegetarianos; el Madrás, a base de pollo al curry con pasas; o el parisino, compuesto por champiñones, jamón ibérico y salsa de Roquefort; o bien el del Mar, de gambas en salsa de langostino.

La versión dulce puede ser de limón con azúcar, chocolate y plátano o nata y plátano, con mermelada de fresa, nata y sirope, mermelada de calabaza con yogur griego y canela, de manzana con dulce de leche... Las opciones son múltiples, además de baratas, ya que por 20-25 euros pueden comer, merendar o cenar dos personas.

Y como remate, la caipirinha es otra especialidad de esta casa que ha heredado las recetas que preparan de su propia tradición familiar.

Don Crêpe permite disfrutar en su terraza de una soberbia estampa del Bilbao del siglo XXI dada su privilegiada ubicación en el paseo del Campo de Volantín.

Sin rival en la villa, se ha ganado una clientela muy diversa, de todas las edades, y en verano se anima especialmente con la llegada de turistas a la urbe. Además, abre incluso los domingos por la tarde para poder tomar un crêpe a gusto, elaborado y servido con mucho gusto.