EL Valle de Karrantza, situado en la zona más occidental de la comarca de Enkarterri es, con una extensión de 137,87 kilómetros cuadrados, el municipio más extenso de Bizkaia. La localidad, dividida en 49 barrios, ofrece múltiples tesoros tanto bajo como sobre tierra, como naturaleza salvaje, las famosas cuevas de Pozalagua, el Karpin y hasta un itinerario megalítico.

El Valle de Karrantza, cuya muga se cita con Cantabria y Burgos, es uno de los parajes vizcainos más bellos y desconocidos, si exceptuamos sus populares cuevas de Pozalagua, situadas en el interior del valle, bajo el macizo calcáreo de las Peñas de Ranero. Valioso tesoro subterráneo que fue elegido el Mejor Rincón del estado español en 2013 por la Guía Repsol, está poblado por un conjunto de estalactitas y estalagmitas que adoptan “formas caprichosas” en los 125 metros de longitud, setenta de anchura y doce de altura de la oquedad, que ofrece uno de los espectáculos espeleológicos más vistosos de Europa.

Abre todos los fines de semana y permite visitas concertadas (diez personas mínimo) el resto de los días. Visitar Pozalagua cuesta entre 4 (txikis) y 7 (adultos) euros, cantidad que bajará con una promoción que incluye un paseo por Karpin Aventura, el Parque Ecológico de Bizkaia, que muestra un sinfín de especies de animales de todo tipo y, además, se ha ampliado con un parque sobre los dinosaurios.

También conviene visitar las iglesias de San Andrés de Ibáñez, convertida actualmente en museo y que alberga un bello retablo, y San Bartolomé de Aldeacueva, hermoso edificio de estilo barroco y neoclásico que data del siglo XVIII. Y ningún visitante puede abandonar la localidad sin contemplar la belleza histórica del itinerario megalítico de Haizko, que incluye el dolmen de Fuentellano y la necrópolis de La Cabaña.

El valle, rico en paisajes verdes y naturales, también permite realizar rutas a pie o en bici. Desde el Ayuntamiento se destacan cinco: las faldas de Zalama, el segundo monte más alto de Bizkaia (1.332 metros); los bosques de haya, desde Lanzas Agudas; el parque natural de Armañón, desde Ranero; la ventana de Relux; y los citados dólmenes, cuyos senderos suelen estar cubiertos de barro en invierno.