Los objetos del interior de una maleta pueden revelar infinidad de detalles sobre la vida de su dueña. La de una modista, sin embargo, puede mostrar más que eso: la vida y el trabajo de un colectivo. La artista textil Fiona Capdevila se encontró accidentalmente con la maleta de mimbre de la modista catalana Pilar Ayarza, que trabajó para Balenciaga, y junto con la artista multidisciplinar Rosa Solano decidió rendir homenaje a todas esas mujeres que se dejaron los dedos en los talleres de costura. Así surgió la exposición Maleta de una modista. Entredós 3.0, que podrá visitarse en el Museo Balenciaga hasta el 12 de abril.
“Yo fui a por un maniquí y me llevé un legado”, confesó Capdevila al ser preguntada por cómo se hizo con la maleta. Al morir Pilar Ayarza en 2007, la casa del barrio de Gracia en la que había vivido pasó a ser propiedad de otra mujer. Ésta comentó a Capdevila que tenía un maniquí que podía serle útil y la invitó a su casa. “Allí había mucho más material, así que al final me lo llevé todo”, explicó. Poco a poco, su investigación las llevó a conocer tanto a Ayarza como a otras modistas.
Tras la investigación, abrieron la maleta y se pusieron a crear obras que luego adquirirían forma de exposición. La muestra del museo de Getaria, que acoge algunas creaciones de 2010 y otras nuevas, recibe al visitante con dos cuadros: el primero es una fotografía de Ayarza junto al taller de Balenciaga, en París. El segundo, un reportaje que cuenta cómo era el día a día de una modista. También se aprecian la maleta de mimbre de la modista y algunos de los patrones de papel enrollados y prototipos o tuals que había dentro de ella. Después, el visitante se sumerge en un mundo textil con obras diversas. Por ejemplo, Solano muestra pequeñas casas hechas con materiales habituales en un taller de costura, como pueden ser las tijeras, las perchas o los botones. Tras esa primera sala, se atraviesa una instalación que simula ser el taller de la modista, en el que las artistas han utilizado elementos de la casa de Ayarza, como su tabla de planchar o una lámpara.
La sala principal acoge obras creadas con diversos materiales como botones, acericos o patrones. Solano se ha encargado sobre todo de decorar las paredes con sus cuadros, en los cuales ha utilizado réplicas de los patrones de la modista y otros objetos. En la misma sala también hay prendas confeccionadas por Capdevila. “Cogí los patrones de la maleta y creé los trajes”, explicó, y agregó que para los estampados utilizó el papel sobre el que había dibujado la modista, en la mayoría de los casos, con publicidad de algunas tiendas de Barcelona. Pero la obra que más espacio ocupa es una “pieza de homenaje a las modistas”. Se trata de un grafiti textil que están realizando sobre una pasarela de tela. “En abril, antes del cierre de la exposición, haremos una performance y completaremos el grafitti”, anunciaron las artistas. También hay otra pasarela en la entrada al museo, pero ésta permanece en blanco, por ahora. “Nos gustaría que los visitantes dejen algo de su memoria en esta tela, así que hemos dispuesto trozos de tela, hilos y lápices para que cada uno pueda aportar lo que quiera”.
Por último, el museo se ha propuesto reunir toda la información posible sobre las modistas de aquella época. “Nos gustaría investigar sobre las mujeres que trabajaron con el diseñador, así que hemos publicado unos formularios para facilitar la labor a quien nos pueda ayudar”, explicó la directora del centro, Miren Vives Almandoz.