GASTEIZ- Mientras decide qué va a cocinar para sus hijas, Atxaga habla de los convencionalismos, de su faceta de escritor bilingüe (“hay pocos en nuestra tierra”), de los achaques de la cultura vasca y del final de la violencia de ETA, que, según él, “ha liberado conciencias, más que comportamientos”.

Usted nunca se ha escondido y sigue apegado a su tierra, Euskal Herria. ¿Cómo la ve en ‘el nuevo tiempo’?

-Siempre me he sentido dentro de esta comunidad. Nací en ese mundo, algunos de mis maestros, gran parte de mi experiencia, mi imaginario, está ligado a esta tierra. Yo surgí desde dentro de ese magma y estoy orgulloso. Otra cosa es la tropa, el rebaño... Yo no he sido de ninguna tropa, pero soy parte de la comunidad euskaldun.

¿Ha pagado algún peaje por ser ‘un verso libre’?

-Empecé a ser conocido y a dar mi opinión muy joven, y no ha sido una travesía fácil, pero todo eso lo acepto. No podemos andar por este mundo de un modo inocente, pensando que nuestras palabras o actos no van a tener consecuencias. Además, yo lo sabía desde el principio, sabía hacia dónde iba, dónde me metía. Lo que no acepto es la parte convencional de esta sociedad, ni de la vasca ni de la andaluza, me da igual. Para mí lo convencional es el enemigo. Y la nuestra ha sido una sociedad muy vulgar, una sociedad que ha vivido dentro de una campana de cristal.

¿No estamos cambiando?

-Sí, y el final de la violencia de ETA ha liberado muchas conciencias. No sé si comportamientos o posicionamientos políticos, pero las conciencias sí, se han liberado. La sociedad vasca ha estado muy reprimida. En lo que a mí respecta, estoy contento. Yo ya he hecho la travesía de ese desierto, me aparté joven de eso de lo que la gente quiere apartarse ahora, y sigo manteniendo a casi todos mis amigos de siempre. Ya lo dije cuando publiqué Etiopia: que me ataría a la utopía vasca, si no fuera tan mediocre. Por ese lado estoy muy tranquilo, no tengo que andar disimulando.

También es de los pocos escritores bilingües de nuestra tierra. ¿Es una dificultad añadida o una bendición?

-Estoy encantado con los dos idiomas, pero exige mucho trabajo. No sé si en el futuro surgirán muchos escritores bilingües en nuestro país. Yo lo hago de una forma natural, son como dos voces que llevo dentro. Cuando traduzco, ayudado de mi mujer, Asun Garikano, llega un momento en el que me olvido del texto en euskera y hago otra cosa, con total libertad. Pero me han pasado cosas curiosas cuando he hablado de esto. Por ejemplo, una vez en Donostia un hombre me quiso agredir porque en una conferencia dije que en Euskal Herria antaño hubo dos lenguas, el romance y el euskera. Luego supe que esa persona apenas sabía euskera. Otra vez me pasó algo parecido en Extremadura, pero lo asumo con naturalidad. En el camino se ha quedado algún que otro amigo, pero bueno, son cosas que siempre pasan.

También guarda un anecdotario amplio de su paso por el Bilbao Metropolitano...

-En Bilbao me siento bien, como en casa. Es una ciudad distinta, ha recibido mucha inmigración, tiene una historia ligada al hierro y se ha relacionado con otros países a través de esa vía, y eso le ha dado el carácter que tiene. Es una ciudad que tiene una imagen que pocas ciudades tienen, de ciudad antifascista, abierta, que ha luchado por la democracia. La historia que tiene Bilbao no se compra en los supermercados.

Hablando de mercados, hace poco declaró que no tiene usted muchas esperanzas de que el e-book prospere. ¿Por qué?

-Me parece un fenómeno artificial, que no se está expandiendo como, por ejemplo, el uso de la bicicleta en Gasteiz. Medio publicidad, medio regalo... Gira en torno a esos mundos. Además, me da la impresión de que no se ha propagado tanto; yo no veo a tanta gente con un e-book. Y hay otra razón, muy poderosa, que ya remarcó Umberto Eco y que hace poco la recordó Emilio Lledó, y si lo dice Lledó... No le otorgamos mucha importancia al tacto, pero es el sentido más importante, y los libros de papel tienen una gran ventaja en ese sentido. Esa ventaja debería ser suficiente para que el libro siga vigente. Tengo amigos que me recomiendan que no diga estas cosas, pero estoy seguro de que el e-book no desplazará al libro.

¿Mira con desconfianza las nuevas tecnologías?

-No, pero se oye cada cosa... Personas que se jactan de tener un aparato con 3.000 canciones. ¡Qué tontería! Si precisamente el placer viene de todo lo contrario, de la selección, de tener tus treinta canciones preferidas.

Pasa también con la información. Creemos que el flujo masivo de noticias nos ayuda a estar informados, y en realidad no entendemos ni profundizamos en casi nada.

-Exacto, ese flujo no da profundidad. Ahí hay una mala transferencia, un error. Y así se escuchan luego los disparates que se escuchan, también en torno a la literatura vasca.

Ahora que menta la literatura vasca, hace unos meses el crítico Jon Kortazar sugirió que estamos viviendo un Big-bang literario, y citó cuatro trabajos que se han publicado en los últimos años: ‘Bilbao-New York-Bilbao’, de Uribe, ‘Twist’, de Cano, ‘Martutene’, de Saizarbitoria, y ‘Nevadako egunak’. ¿Cree que estamos viviendo una época dorada en las letras vascas?

-Esa afirmación precisa de datos. Cada vez soy más susceptible con estos temas. Habría que cuantificar las ventas, la proyección que esos trabajos han tenido en el extranjero, si se conocen esos libros en nuestros institutos, si se habla de ellos en los medios de comunicación, etc... Ese tipo de datos se pueden recoger. Ya estamos tardando, porque creo que tenemos necesidad de contar con ellos; aclararían el panorama.

Por lo que veo, usted no lo tiene nada claro...

-No. Necesito que se haga una cata de la realidad literaria vasca. Ojalá se tratara de un boom, pero yo soy escéptico, porque no veo nada de eso a mi alrededor. Una cosa es la calidad de los libros que se publican y otra la repercusión que tienen, y para que sea un boom tienen que tener repercusión. Hay que promover una investigación sociológica al respecto.

¿Usted no ve esta bonanza por ningún lado?

-Te pongo un ejemplo: Erlea, la revista que publica Euskaltzaindia. Se trata de un producto de primer nivel, que tendría su peso en París o en Londres, que muestra lo que se hace en el terreno del euskera, sobre todo en la literatura, y nunca nadie me ha dicho nada al respecto. Eso me duele. No he oído ningún comentario sobre lo que se publica ahí, y han salido cosas curiosas, exclusivas y de gran calidad. Puede que haya una cierta omertá en torno a la revista, porque la coordino yo. Eso podría entenderlo, pero sería más grave lo otro, que a nadie le importara, que nadie la leyera. Insisto: quiero una representación científica de eso que llamamos literatura vasca.

La cultura, en general, parece que atraviesa un momento crítico.

-Solo digo que quiero ver datos antes de escuchar afirmaciones contundentes sobre la salud de nuestra cultura. Porque me temo que no estamos tan bien, empezando por la enseñanza... Y si nos comparamos con Francia, por ejemplo, ni color. Allí la cultura se valora mucho. Y hay que ver cómo funcionan las bibliotecas públicas en los Estados Unidos. Nada que ver con las de aquí. Estamos a años luz.