SER gracioso es una manera eficaz de ser serio, según sostiene Julian Barnes (Leicester, 1946). El escritor británico, Premio BBK-La Risa de Bilbao 2014, pone un ejemplo cotidiano: “Cada mañana leo la tira cómica de The Guardian, y aprendo más sobre el pensamiento político liberal en Estados Unidos que con cualquier otro artículo periodístico extenso”.

Desde Shakespeare a Dante, el premiado novelista no concibe ningún escritor (bueno) que carezca de sentido del humor. De joven aprendió que los mejores libros, esto es, aquellos que esbozan en el lector una visión certera de lo que es el mundo, “mezclan el tono humorístico y el riguroso, e incluyen una amplia gama de emociones”, afirma Barnes.

No le molesta ser etiquetado como escritor humorístico, si bien reconoce que le cuesta hablar sobre el humor que destilan sus obras, pues no lo separa del resto de elementos que las conforman. Eso sí, admite que ciertos temas son más proclives al humor y a la ironía, como el amor. “En las relaciones personales tienden a aflorar comportamientos de lo más absurdos”.

En cualquier caso, Barnes rehúye los géneros y emplaza a que el escritor escape de cualquier clasificación constrictiva. “Escribir con ironía o en clave de humor no es algo que elija de forma premeditada. No me siento cada mañana frente a mi máquina de escribir eléctrica y decido hoy voy a ser gracioso, y al día siguiente no”. El autor de títulos como The sense of an ending (El sentido de un final) y Levels of life (Niveles de vida) se muestra agradecido por el Premio BBK-La Risa de Bilbao 2014, que recogerá esta tarde en la bilbaina Sala BBK. “Acepto todos los premios, no me importa cómo se llamen; además, siempre es mejor recibir un premio como este que uno al escritor que nunca hace chistes”, bromea Barnes, quien suma este galardón a una vitrina de trofeos compuesta del Somerset Maugham, el E. M. Forster de la American Academy of Arts and Letters o el Man Booker Prize, entre otros premios.

En alusión al reciente fallo del Nobel de Literatura, otorgado a Patrick Modiano, Barnes vuelve a hacer gala de su característico humor: “Me gusta que sea una sorpresa, porque eso significa que muchos escritores de todo el mundo se habrán llevado una gran decepción”.

Preguntado sobre si la ironía es inherente al inglés, Barnes admite cierta “reputación” en cuanto a un humor irónico, comedido y “un poco peculiar”, que busca rebajar el tono.

Niveles de vida “Juntas dos cosas que no se habían juntado antes. Y el mundo cambia. La gente quizá no lo advierta en el momento, pero no importa. El mundo ha cambiado, no obstante”. De esta reflexión parte su último trabajo traducido al castellano, Niveles de vida (Anagrama). No es precisamente su libro más divertido, según admite el propio autor. “Quizá este Premio de La Risa de Bilbao tendría que haberlo recibido hace ocho años, con otros títulos más amenos como Nada que temer o Pulso? pero entonces no existía este galardón”, sonríe cómplice.

En esta obra retrata “la aventura de vivir”, a través de tres historias que en apariencia son inconexas. La tercera y última de ellas aborda la muerte de su esposa. “Toda historia de amor es una historia de duelo o dolor en potencia; si no es antes, será después; si no es para una parte, lo será para la otra”, se resigna.

Barnes reflexiona asimismo sobre los (presuntos) límites del humor. “En teoría no existen tales fronteras, no distingo el de buen gusto del malo. Una de las principales funciones del humor es ofender. Si no, está muerto. En cambio, en las autocracias -así como en las teocracias-, ocurre que quien acaba muerto no es el humor sino el viñetista”, en alusión a casos como la polémica de las viñetas de Mahoma.

pornografía gastronómica En su visita a Bilbao, el agudo escritor británico ha tenido ocasión para mostrar su opinión acerca del fenómeno de los chefs mediáticos y sobre si se ha creado una especie de “nueva religión” en torno a los fogones catódicos. Más que un nuevo dogma, Barnes apunta a “nueva pornografía”. “Me agrada que todos estos chefs televisivos ganen dinero cocinando y haciendo feliz a la gente. No obstante, cuando leo un libro de recetas parezco encontrarme ante una nueva pornografía: presentan descripciones de cosas imposibles de hacer, pero presentadas de una forma bella”, comenta risueño. “Es más, todo esto puede generar incluso cierta ansiedad. Por ejemplo, para un inglés como yo que ha aprendido a cocinar en la treintena, es imposible conseguir el plato fantástico que muestra el libro de recetas”, añade.

referéndum de escocia A Barnes se le ilumina el rostro cuando le preguntan por el referéndum de Escocia, pues asegura que nadie le ha pedido su opinión al respecto. “En ocasiones, algunos países disfrazan de principios decisiones meramente políticas”, observa. “Ciertamente, la consulta escocesa ha propiciado el debate sobre cuestiones como qué significa ser inglés frente a ser británico”. Considera que el referéndum ha avivado además el discurso antieuropeísta que en su día abanderó Margaret Thatcher. En ese sentido, prevé otro referéndum, “en el que se decidirá la continuidad de Inglaterra en la Unión Europea”.

El escritor destaca la alta participación registrada en la consulta escocesa, aunque apostilla: “Puede ser signo de una democracia bien engranada, en cambio en unas próximas elecciones podría reducirse drásticamente la concurrencia a las urnas. Tal vez se deba a que la gente opina más cuando lo que se cuestiona es un sí o un no, que cuando se trata de elegir entre un señor vestido de gris... y otro señor vestido de gris”, apunta, mordaz.