“En el teatro soy patrón de mi trabajo, puedo calibrar silencios y mejorar en cada función”
Héctor Alterio regresa a Bilbao para protagonizar, junto con Lola Herrera, ‘En el estanque dorado’, que se representa hasta el domingo en el Teatro Campos Elíseos
Bilbao - La posibilidad de una mejora continua. Eso le aporta cada personaje a Héctor Alterio (Chacarita, Buenos Aires, 1929). “Después de tantas funciones, todavía me acuesto cada noche pensando de qué manera encontrar situaciones que me permitan seguir enriqueciendo el personaje”, desvela este actor de verbo amable y mirada lúcida, incansable.
‘En el estanque dorado’ le mantiene sobre las tablas durante algo más de una hora y cuarenta minutos. ¿Hay que estar en forma?
-(Duda) Sí... pero contamos con un aliciente: sabemos que la obra va a gustar, porque así ha constado en las 140 representaciones que llevamos a nuestras espaldas. Esto nos impulsa a olvidar cualquier inconveniente.
¿Es de los que pierde la noción del tiempo sobre el escenario?
-Totalmente. Estamos inmersos en la historia, y aunque se repita la respuesta favorable del público, eso no implica que actuemos de manera monótona, como autómatas... Lo que hacemos tiene que resultar fresco para el espectador que acude a ver esta obra por primera vez. Por fortuna, tengo la satisfacción de trabajar con Lola, quien garantiza un resultado óptimo; sin olvidar al resto del elenco, formado por tres compañeros jóvenes (Luz Valdenebro, Camilo Rodríguez y Adrián Lamana), que contribuyen a esta fiesta del trabajo.
En cuanto a esa espontaneidad por la que aboga, ¿cómo salirse del guion... sin salirse del guion?
-Es cierto: la obra es la misma, el texto y las situaciones, también. ¿Cómo mantener esa frescura? Teniendo muy en cuenta al espectador, que se toma la molestia de salir de su casa para dirigirse al teatro, comprar una entrada y sentarse pasivamente, esperando a que le movilicemos. Si nos fijamos en el esfuerzo que realiza, máxime en los tiempos que corren, no caben la repetición ni nada que pueda afectar a la consecución de ese objetivo, a saber: conseguir que la obra sea un estreno cada vez. El nuestro es un trabajo de creación diaria, que se renueva función a función.
La compañía promociona esta obra bajo el reclamo “... Lola Herrera y Héctor Alterio, juntos por primera vez en los escenarios”; pero sus carreras coincidieron en el filme ‘Arriba Azaña’ y en la teleserie ‘El grupo’, ¿no es así?
-¡Pero eso fue hace tanto, tanto tiempo! Y fue todo tan fugaz... Después de aquello nos perdimos en el tiempo; sí, sabíamos que uno tenía una obra aquí y el otro allí... ¡pero nunca coincidimos! Esta es la primera vez que hacemos teatro juntos, durante tanto tiempo además... Y me he encontrado con un ser humano maravilloso y una actriz estupenda.
A menudo, cuando un artista alcanza la veteranía, se tiende a incitarle con los ‘planes de jubilación’, ¿le molesta que le pregunten por su retirada de los escenarios?
-Vamos a ver: yo todavía puedo caminar, tengo memoria, puedo moverme sin necesidad de que me ayude nadie... Por otro lado, tengo mis compromisos sociales y económicos, y retirarme implicaría una jubilación con la que no podría mantenerme. Y lo más importante: tengo curiosidad. Mi trabajo me divierte, me entretiene, aún deseo indagar en el personaje. En resumen: tengo salud y ganas de trabajar, ¿por qué habría de retirarme? No está en mi mente, desde luego... Aunque tampoco sé qué me puede suceder mañana o pasado...
Nadie tiene comprado el mañana.
-Así es, ninguno de nosotros sabe qué le deparará la vida, si bien es cierto que a determinada edad los plazos se acortan... Pero insisto: no entra en mis planes retirarme. A no ser que me toque la lotería (risas), tal vez en ese caso me plantearía abandonar para dedicarme a viajar, que me gusta mucho... No, no lo tengo previsto de esa manera, espero que una vez cumplimentado este compromiso con En el estanque dorado venga otro proyecto, como ha sucedido en los últimos, ¡fíjese! ¡70 años! 70 años de trabajo, de vida, en la misma profesión. Unas veces mejor, otras peor, pero nunca tuve en mente decir “yo me paro ahora”. No me lo puedo permitir. Es mi modus vivendi.
Confiesa que prefiere el teatro al cine o la televisión porque controla mejor la situación...
-En el teatro me siento patrón de mi trabajo, me permite calibrar los silencios, mejorar la función de la noche anterior y enriquecer así al personaje y a mí mismo. Todo eso no lo permiten el cine ni la televisión. Otorgan, eso sí, más trascendencia, he viajado mucho y vivido bien gracias a las más de 120 películas en las que he participado. Pero el teatro me gusta más.
Su último filme, ‘Fermín, glorias del tango’, le llevó de nuevo a su Buenos Aires natal, con un personaje protagonista bastante curioso...
--Sí, últimamente me dan papeles de enfermos de Alzeheimer, desvalidos, lo acorde a mi edad (sonríe). Soy argentino, me gusta el tango, y Fermín es un viejo cantante de tango...
Imagino que en su tierra le habrán recibido con los brazos abiertos.
-Cada vez que vuelvo a Buenos Aires se mueven muchas cosas, recupero mi lenguaje, mi música, mis lugares de niñez y juventud, viejas amistades... Es un reencuentro emocional que me moviliza mucho.