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se define a sí misma como la outsider de los Goya, motivo por el que se siente como "David contra Goliat". Sin embargo, Adriana Navarro (Barakaldo, 1986) ha demostrado que puede aspirar a ser un gigante al conseguir una nominación en los premios Goya al mejor cortometraje de animación con Vía Tango, un trabajo de cerca de tres minutos de duración que realizó como proyecto de fin del máster en Animación que cursó en la Universidad Politécnica de Valencia. Acérrima defensora de los circuitos independientes y las técnicas tradicionales en lo que respecta a la animación, la joven cineasta asegura que siempre quiso dedicarse profesionalmente a los dibujos animados. Y lo ha conseguido.

"Aunque el cortometraje está funcionando muy bien y está presente en más de 70 selecciones -tanto nacionales como internacionales-, la nominación ha sido una gran sorpresa porque lo he realizado yo sola", explica Navarro, la única mujer entre los cuatro nominados en su categoría. A excepción de la colaboración de Rafael Montañana, quien compuso el tango que suena en la cinta, la vizcaina ha sido la única responsable del guion, la realización y la distribución de Vía Tango. Aunque admite que es un factor que ha llamado mucho la atención, Navarro considera que la nominación es una forma de pagar la deuda con toda la gente que le ha ayudado a abrirse camino para llegar a donde está.

Todo comenzó hace dos años en el metro de Valencia, tras las Fallas. "La historia se fraguó de una manera muy azarosa", relata la barakaldarra, quien fue testigo de cómo un guiri, "bastante contento", quiso bailar con una de las pasajeras mientras ésta "se negaba por vergüenza". En palabras de la vizcaina, el turista en cuestión "realizo un baile acrobático muy bonito y fuera de lo común". Este fue el germen de la historia que floreció a través de la música de tango. En su propuesta, Navarro convierte el vagón de un tren en una pista de baile en la que los pasajeros se mueven al son de la imaginación de un revisor enamoradizo.

amortizar el trabajo Entre la realización del cortometraje y la nominación en los Goya ha habido un proceso en el que la cineasta vizcaina, afincada en Valencia, comenzó a distribuir su trabajo. "Después de dos años dedicándome a ello veía que tenía que rentabilizar todo ese esfuerzo", señala Adriana Navarro. No en vano, su cortometraje está compuesto por 2.400 dibujos hechos a lápiz sobre papel y coloreado digital, una técnica que supone una gran dedicación y disciplina. A juzgar por el peregrinaje que está realizando Vía Tango, que ya ha recorrido países como México o Taiwan y ha obtenido siete galardones, el sacrificio ha valido la pena.

Aunque comenzó a distribuir su trabajo en solitario, Navarro cuenta actualmente con el apoyo de la productora extremeña Zagal Animación, que le ayuda a afrontar los gastos que le supone presentarse a los festivales de cine. La cinta sigue un circuito de animación artística, alejada del canon de animación comercial que la mayoría de las veces es premiado en los grandes certámenes. Sin embargo, el éxito obtenido en países mediterráneos y latinoamericanos le permite mostrarse optimista ante la posibilidad de obtener el preciado cabezón.

En cualquier caso, Navarro asegura que su aventura con Vía Tango ha sido una oportunidad inmejorable para conocer a fondo cómo funciona la industria cinematográfica, en la que espera labrarse un futuro. "Soy tan ambiciosa que me gustaría poder abarcar todos los aspectos de la animación; realización de cortos y largos, investigación, impartir docencia...", señala la vizcaina, quien está realizando el doctorado en Animación en la Universidad Politécnica de Valencia y tiene entre manos varios proyectos de los que asegura no poder desvelar nada. En cuanto a la gala del próximo domingo, afirma que "lo que tenga que ser será", pero a Navarro le encantaría romper el sortilegio que ha evitado que desde el 96 una mujer obtenga el Goya en dicha categoría.