La Agencia Vasca del Agua, URA, perteneciente al departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad del Gobierno vasco sigue trabajando en Mungia para mantener los ríos en un óptimo estado de conservación. En este sentido, después de limpiar de vegetación y arbolado el río Butrón en diversos puntos, ahora ha finalizado los trabajos de restauración de la regata Mantzorriz, a su paso por el barrio de Atela de Mungia. En esta línea, la intervención, que cuenta con financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, ha supuesto una inversión de 3.250 euros, IVA incluido.

En concreto, la agencia ha retirado una gran cantidad de madera muerta que había reducido considerablemente la sección hidráulica del cauce en torno a un puente y que, por tanto, “podía generar un recrecimiento de las aguas”, detallan.

Además, un sauce (Salix atrocinerea) de grandes dimensiones se había caído de la margen izquierda a la derecha, lo que había obstaculizado el paso del agua. Posteriormente, tras extraer la madera de los puntos para recuperar el fluir de las aguas, se ha empleado la madera extraída para generar un refugio para la fauna, ubicado en la margen derecha del río. 

“A primera vista, un tronco caído en el cauce de un río puede parecer un obstáculo, algo que ensucia el paisaje o que no debería estar ahí. Pero, en realidad, esa madera muerta –ramas, raíces o árboles caídos– es un elemento clave para la buena salud de los ríos”, apuntan desde URA.

Refugio y alimento de numerosas especies

En esta línea, subrayan que es importante distinguir entre madera muerta y residuos urbanos. “La primera forma parte del ecosistema fluvial, puesto que procede del propio bosque de ribera y ha caído de manera natural”, indican. Estos acopios de madera funcionan como hábitat de reproducción, refugio y alimento de numerosas especies y contribuyen a la mejora y sostenibilidad del medio natural y del entorno fluvial. En cambio, los residuos sólidos urbanos como plásticos, electrodomésticos, muebles o neumáticos no pertenecen al río y suponen un grave problema ambiental y sanitario.

En caso de avenidas, las aguas podrían arrastrar la madera muerta y los residuos sólidos urbanos vertidos al río, y depositarlos en infraestructuras en el cauce como puentes, azudes…, o en los meandros del propio río, pudiéndose generar “taponamientos que localmente pueden recrecer la altura a la que llegan las aguas”, señalan. Por este motivo, la gestión de la madera muerta debe ser caso por caso. Así, por ejemplo, en zonas urbanas o con infraestructuras cercanas, es necesario evaluar y, si hace falta, recolocar o retirar parte de esa madera para evitar riesgos. Sin embargo, fuera de esas zonas, “dejarla en el cauce es una decisión responsable y basada en la ciencia”, aclaran.

Sobre esta línea, cabe recordar que en la actuación ejecutada en mayo en el río Butrón, se llevó a cabo una limpieza tanto en la zona del puente como en la entrada y salida del cauce de avenidas, donde se eliminó el arbolado. En la entrada y salida, además, se llevó a cabo la poda de los árboles con el fin de “generar hábitat para especies”. Gracias a ello, los árboles cuentan ahora con unas dimensiones que “no generen problemas de retención de madera muerta en casos de crecidas”.