BILBAO. Watch the throne es una de las cimas del hip hop de los últimos tiempos, además de un disco que marcó la colaboración entre dos de sus figuras más indiscutibles en lo alto del trono del género: Jay Z y Kanye West, ambos de actualidad por sus rimas este verano. El primero, más conocido por estos lares por su relación con Beyoncé, ha editado Magna carta. Holy grail (Universal), un disco ya millonario con colaboraciones mediáticas como la de la propia Beyoncé y Justin Timberlake, y un planteamiento decididamente conservador. Por su parte, West ha publicado en el mismo sello Yeezus, un álbum marcado por el riesgo, la aventura, el uso de la electrónica y hasta la excentricidad
Si no fuera por Beyoncé y algún éxito aislado como Empire State of mind, junto a Alicia Keys, Jay Z sería un desconocido a pesar de que todos sus discos han sido número 1 en Estados Unidos y buena parte del planeta. El último, editado recientemente, lleva por título Magna Carta. Holy Grail, y superó ampliamente el millón de copias poco tiempo después de su salida al mercado. Disco con "la libertad, la creación, la justicia y la verdad interior" como mensajes centrales, que fue presentado en la Catedral de Salisbury, sede de un documento -la Carta magna de 1215- que ha servido como "base de la libertad, la justicia y los derechos sociales".
El álbum - con una portada que representa la creencia de que "cuando se combinan pensamientos opuestos se crea la belleza", lo que se traduce en "una nueva vida" al unirse un hombre y una mujer-, ofrece hip hop pero también pop y r&b comercial y ciertamente conservador en sus bases rítmicas, a excepción de temas contados, caso de Tom Ford o Picasso baby. Apoyándose en samplers de Nirvana y REM, además de otros colegas de género como Notorius Big, Jay Z, colega de Obama y antiguo traficante ahora redimido por sus negocios millonarios de ropa, hostelería y deportes, se rodea de estrellas, como la propia Beyoncé y Timberlake, en un repertorio repleto de "fucks" y "niggas" en el que saca pecho -"me siento como Cassius Clay, un genio" o "tu mejor mierda no es mejor que la peor mía"- dice renegar de la fama y confiesa que quiere una pareja que "me haga el amor como una prostituta" entre alusiones a Michael Jackson, M.C. Hammer, Warhol, Basquiat, Da Vinci, Sinatra, Halle Berry o Popeye.
'yeezus' El afamado Rick Rubin, productor visionario en amalgamar el metal y el hip hop y responsable de resurrecciones como las de Johnny Cash, ha dicho del disco de Jay Z que es "conservador". No le falta razón si se le compara con el de Kanye West, en el que Rubin ha participado. West, de quien ahora se habla de su reciente paternidad más que de sus antiguas correrías juveniles que acababan en la cárcel, ha editado un disco polémico hasta para sus propias fans. Número 1 en Bilboard en su primera semana a la venta, el CD, titulado Yeezus, un guiño a él mismo y a Jesús, cayó en picado por lo complejo de su propuesta.
Álbum sin single que lo promocione e, incluso, sin portada, huye premeditadamente de los pasajes más convencionales o pop, lo que ha hecho que sus seguidores se hayan dividido al calificarlo como "genial" o "excentricidad", según el caso. La solución la dará el futuro y las escuchas sucesivas pero lo innegable es que West ha optado por la experimentación, el house y un uso indiscriminado de la electrónica y el vocoder en una decena de cortes de sonido rugoso, oscuro y agresivo entre los que destacan la accesible Bound 2, un Blood on the leaves marcado por un sampler de Nina Simone o el monumental New slaves, en el que reconoce la utilización interesada que hace el sistema de los raperos.